viernes, 11 de marzo de 2016

Raymundo Riva Palacio - Samba (corrupta) en México

Antes de cumplir sus primeros dos meses en Los Pinos, el Presidente Enrique Peña Nieto presentó en Chiapas la Cruzada Contra el Hambre. Para darle legitimidad al ambicioso plan, la entonces Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, invitó al ex Presidente Luis Inazio Lula da Silva, que había lanzado una década antes en Brasil su mundialmente ovacionado pero internamente cuestionado programa Hambre Zero. Era abril de 2013. En octubre de ese año, cuando en el equipo de Peña Nieto se deslumbraban con Brasil, el Presidente recibió en Los Pinos a Marcelo Odebrecht, presidente de la constructora más grande en América Latina, quien le tocó música en sus oídos.

Durante los próximos cinco años, ofreció Odebrecht, la compañía brasileña invertiría en México ocho mil millones de dólares. Muy pocos sabían en aquél momento que los dos brasileños estaban conectados, aunque por las razones menos deseables. El año pasado se empezó a desenmarañar su relación y sus responsabilidades en el mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil, como resultado de la investigación llamada Operación Lava Coches que realiza la Policía Federal brasileña desde 2014, abrió recientemente una nueva línea de investigación para determinar si la empresa Odebrecht pagó viajes de Lula por todo el mundo para cabildear en su nombre y abrirle nuevos mercados.









La Fiscalía brasileña ya solicitó al Instituto Lula en Sao Paulo, que le entregue toda la bitácora de viajes del ex presidente de 2011 a 2014 para poder determinar si existe una relación entre sus giras y las nuevas inversiones del conglomerado constructor. Los países donde se ha enfocado la investigación hasta ahora son Angola, Cuba, Panamá, República Dominicana y Venezuela, pero los viajes que realizaron los dos a México en 2013, también se están revisando.

La relación de Lula con Odebrecht y sus conexiones mexicanas han vuelto a emerger por la puerta de la ignominia. La semana pasada fue encontrado culpable de haber pagado más de 30 millones de dólares de sobornos a ejecutivos de la empresa petrolera Petrobras, a cambio de obtener contratos e influencia, por lo cual la Fiscalía le ordenó resarcir dos mil millones de pesos. Este fallo sólo añadió problemas para el presidente del conglomerado, quien desde junio pasado está preso, luego de que un juez lo encontrara culpable de lavado de dinero, corrupción y conspiración. Odebrecht manejó la compañía desde la cárcel, hasta que en diciembre finalmente renunció a la presidencia.

El detonante de los escándalos en 2014 coincidió con la expansión empresarial de Odebrecht en México. Aunque la constructora había trabajado en México desde 1992, no fue sino hasta los tres últimos años cuando intensificó su expansión. Odebrecht escogió Veracruz como su principal objetivo, y en 2013 anunció inversiones por cinco mil millones de dólares para un clúster petroquímico en Coatzacoalcos. El Gobernador de Veracruz, Javier Duarte, estaba eufórico. En mayo de 2014, con el mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil encima, presumió ampliamente que había comido con Odebrecht. En diciembre de 2015, con los dominós cayendo por la corrupción de políticos y empresarios en Brasil, se le otorgó a Odebrecht y su socio catalán integrar la concesión para operar los servicios de agua y saneamiento en Veracruz.

El negocio de Odebrecht después de la visita del presidente de la compañía y de Lula, estaba a todo lo que daba en México, pese a que en Brasil, 54 políticos habían caído en desgracia por la corrupción, junto con los presidentes de las dos principales constructoras de esa nación. Veracruz no fue el único gobierno que se casó con el conglomerado brasileño, En 2014, Pemex le adjudicó un contrato de 935 millones de dólares para desarrollar el gasoducto Los Ramones II Norte a través de la Sierra Madre Oriental, y en diciembre pasado, la petrolera mexicana firmó con ella un contrato por 115 millones de dólares para obras de ampliación de la refinería “Miguel Hidalgo” en Tula, Hidalgo.

Los escándalos de corrupción de Odebrecht no causaron inquietud en México. El director general de Odebrecht Infraestructura en México, Luis Weyll, dijo en ese entonces que las acusaciones contra su presidente, se aclararían en seis meses máximo. Las operaciones en México, afirmó, seguirán. Weyll estaba totalmente confiado, pero la semana pasada escaló la Operación Lava Autos con la detención por tres horas de Lula y el allanamiento de decenas de viviendas, una de ellas que pagó Odebrecht en una zona muy afluente en Sao Paulo, a cambio también de favores políticos.

¿Cuántos de ellos se concretaron en México? La investigación determinará si el dúo de brasileños repitió en México en 2013 la rutina que había hecho antes en Cuba, donde reconoció Odebrecht en una declaración a la prensa, jamás hubiera podido comenzar a invertir en aquella nación de no haber sido por las gestiones realizadas por Lula con los hermanos Fidel y Raúl Castro. La expansión acelerada en México se dio después de que Lula habló en el arranque de la Cruzada Contra el Hambre. Los detalles de ese viaje fueron solicitados por la Fiscalía brasileña a Itamaraty, como llaman al Ministerio de Relaciones Exteriores, que deberá entregar todos los telegramas y reportes de su Embajada en México sobre el viaje de Lula, relacionado o no con Odebrecht. Una vez que los analice, determinará si, como en el caso de las cinco naciones, abre formalmente una investigación sobre corrupción y tráfico de influencias en México.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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