Ricardo Alemán |
Es penoso el extremo al que han llegado las llamadas izquierdas y, en especial, su derrotado candidato presidencial, cuando casi le suplican al PAN reeditar la alianza "contranatura" entre el PAN y el PRD, para tratar de derribar juntos a Enrique Peña Nieto.
Ya lo habían intentado, exitosamente, en las alianzas que pactaron para ganar –con candidatos surgidos del PRI–, los estados de Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Sin embargo, y a pesar de que esas alianzas fueron palomeadas por AMLO, el candidato presidencial siempre lo negó. Y hoy, paradójicamente, es el primero en solicitar al PAN, que le ayude para tumbar el gobierno de Peña Nieto.
Y es vergonzoso porque, en el fondo, significa que López Obrador no sólo propone y pide, sino que suplica al PAN y a sus dirigentes –a los que casi destruye con su venganza poselectoral luego de 2006–, que le ayuden a destruir y vengarse del PRI y de Peña Nieto. Y el pecado, ya todos lo saben, que el PRI hizo lo mismo que el PAN hace seis años; ganarle a López Obrador y a las izquierdas, la elección presidencial.
En otras palabras, que frente a su segunda derrota presidencial al hilo, el otrora arrogante candidato presidencial que llegó a rechazar "apoyos chiquitos", que cometió excesos como mandar al diablo a las instituciones, que durante años mandó perseguir al gobierno azul de Felipe Calderón; que se burló del "espurio" y se proclamó "presidente legítimo" –en una grotesca toma de protesta en el zócalo–, que montó una descocada campaña internacional contra Calderón "por genocidio" –a causa de las 50 mil muertes del crimen–, y que ofendió al panismo todo en los dos últimos sexenios, hoy suplica por una alianza con ese mismo PAN al que ayudó a destruir.
¿Y a eso como se le llama?. Los ciudadanos de a pie conocen muchas expresiones para una conducta como la de López Obrador –que primero combate a Calderón y casi destruye al PAN, y ahora suplica una alianza–, pero por decirlo suave, resulta que la segunda derrota electoral consecutiva hizo pasar a López Obrador, de una verdadera condición de príncipe, a una humillante situación de mendigo.
Y es que el llamado que hizo Jesús Zambrano a los jefes del PAN –entre ellos Felipe Calderón–, no es otra cosa que mendicidad política, como si los azules no tuvieran memoria y la sociedad en general no recordara que buena parte del fracaso del gobierno de Calderón se debe a que López Obrador hizo todo lo que estuvo en su mano para reventarlo. Y hoy AMLO le suplica al PAN su apoyo para hacerle a Peña Nieto lo que el propio Andrés López –junto con el PRD, PT y MC–, le hicieron a Calderón y al PAN.
Pero no es todo, hoy, curiosamente, López Obrador reclama al PAN "lealtad política"; una lealtad que el propio AMLO y las llamadas izquierdas no conocen y que, por tanto, nunca han practicado; lealtad democrática que ni en las elecciones de 2006, y menos en 2012, puso en práctica el dos veces candidato presidencial derrotado.
Lo cierto, sin embargo, es que prácticamente son inexistentes las posibilidades que la derecha y las izquierdas lleven a cabo una nueva alianza contra Peña Nieto. ¿Por qué?. Porque una guerra contra el eventual gobierno de Peña Nieto, acabaría por sepultar al PAN, en tanto que dañaría gravemente a los centros de poder que ganó la izquierda en las elecciones presidenciales recientes.
Pero además, la ex candidata del PAN, la señora Vázquez Mota, ya mandó los mensajes pertinentes, para reiniciar una alianza PAN-PRI. En la primera conferencia luego de reconocer la derrota, Josefina le propuso a Peña Nieto legitimar su gobierno, a cambio de las reformas que el país requiere. Entre ellas, claro, una reforma electoral que acabe con la compra de votos.
Y la respuesta del PRI llegó "más rápido que inmediatamente". La respuesta del PRI de Peña Nieto fue un contundente "sí". Y ya hoy, los equipos políticos del PRI y del PAN trabajan en la elaboración de una propuesta de reformas que, en una de esas, y hasta podría entrar a San Lázaro antes que llegue el nuevo gobierno; todo ello mientras que el partido azul se compromete "a ser una oposición leal", con el partido que, en 2006, le ayudó al PAN a instaurar el gobierno de Calderón.
En pocas palabras, que "Chepina" reeditó con Peña Nieto, el pacto entre el PAN y el gobierno de Salinas –acordado hace 24 años–, que no solo favoreció al salinato, sino que llevó al PAN al poder presidencial. Y la resultante es contundente. Otra vez el PAN le ganó la jugada a las izquierdas, que atolondradas no adivinan aún la marca del camión que los atropelló.
EN EL CAMINO.
Por lo pronto, nadie impugnó la elección de Mancera, en donde no hubo fraude.
Leído en: http://www.ricardoaleman.com.mx/itinerario-politico/2012/julio/2920-amlo-de-principe-a-mendigo-
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