martes, 8 de mayo de 2012

Puig - Partidos cobardes, consejeros rehenes, el reino de la desconfianza


Todas las deficiencias del debate del domingo: la imagen de televisión de hace cincuenta años, el color y diseño del set, la abrupta interrupción de los candidatos, el hecho de que nunca vimos las gráficas que enseñaban, la sobreposición del traductor para sordomudos sobre los gráficos, el vestuario de Julia Orayen, la iluminación, el formato que confunde… etcétera.
Todo es responsabilidad de los partidos políticos y su inmenso miedo a debatir en televisión nacional.
Los miembros de la comisión de debates del IFE, tres buenos consejeros, García Ramírez, Baños y Figueroa; han tenido que navegar entre la posibilidad de que se reviente el debate y tenga el mejor formato posible.
Pero no es sencillo.
Los representantes de los partidos en el instituto quieren microadministrar cada uno de los elementos del debate. Desde el color de la escenografía —no vaya a ser que se parezca al color de algún partido— hasta los encuadres, las tomas, los movimientos de cámara.
Me confirman en el Instituto que algún representante de candidat@ sugirió que cada partido tuviera un supervisor en la cabina, atrás del director de cámaras para que se respetara el acuerdo de que no podía haber más que ese encuadre. El reino de la desconfianza.
Por eso no vimos gráficos, o aparecieron fotos volteadas, o la rigidez de los “turnos” hacía desparecer algún participante por hasta veinte minutos.
Son los partidos también quienes ordenaron que no se transmitieran reacciones de los candidatos cuando otro estaba hablando.
Y son ellos, por supuesto, quienes tomaron la inédita, absurda decisión de que las preguntas las eligieran miembros de las campañas y que se hicieran públicas. Y que por lo tanto, la moderadora se convirtiera únicamente en una especie de extraño maestro de ceremonias.
Ya es de por sí extraña esta especie de sujeción de quien hace el debate a los partidos. Pero esta negociación se acerca a una especie de secuestro.
Lo más curiosos es que viéndolos el domingo, me parece que los candidatos son mejores que lo que sus asesores y representantes piensan que son.
En el primer debate, superaron los obstáculos que se habían puesto y dieron espectáculo, plantearon un par de ideas y sobre todo se atacaron y contra atacaron —que es de lo que se trataba.
Desde la visceralidad que hoy se contagia desde las redes sociales, uno podría confundirse. Pero más allá de preferencias, de ganadores y perdedores, ninguno de los cuatro candidat@s hizo el ridículo, ni es un tarad@, ni, me parece, sería incapaz de manejar un debate más libre, sin que se le pasaran las respuestas del examen antes de tomarlo.
Pero soy pesimista. Los partidos no soltarán el control de los debates.
A partir de los resultados del domingo, no tienen incentivos para hacerlo.

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