viernes, 21 de octubre de 2011

Marina y el complot antiterrorista JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN


En junio de 2010, la DEA y organismos de inteligencia de Israel alertaron a la Armada de México sobre la presencia en territorio nacional, de un terrorista islámico que había ingresado al país a través de la porosa e incontrolable frontera con Guatemala.

Los datos eran sólidos y altamente preocupantes, porque Salim, el islámico¸ como identificaron los oficiales de inteligencia norteamericana al objetivo, intentaría colocar una carga de al menos 21 kilos nitroglicerina en las inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en México.

Otros datos indicaban que el consulado norteamericano en Monterrey hubiera sido una segunda opción para el ataque terrorista en caso de que los planes originales se vieran alterados.

Con esta información básica proveniente de fuentes estadunidenses e israelíes, la Armada de México movilizó a un grupo especial para detener al terrorista que ya estaba en suelo nacional.

Para junio de 2010, la Marina tenía ya un récord de importantes resultados en operaciones de alto impacto contra cárteles de la droga, como consecuencia de su estrecha cooperación en este sexenio ha establecido con las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

Golpes quirúrgicos y operativos decisivos contra el Cartel del Golfo en Tamaulipas o contra Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos, fundamentados en un incesante intercambio de información de inteligencia operativa con la Marina norteamericana, han marcado la pauta en la relación de la Armada de México con sus pares estadunidenses.

La muerte de Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, y el desmantelamiento de complejas redes de comunicación de los Zetas en Veracruz son dos ejemplos de los frutos que ha rendido a colaboración entre la Armada de México y las principales instancias de inteligencia de los Estados Unidos.

En este contexto se dio la colaboración para intentar detener al terrorista que logró llegar hasta el Distrito Federal para rentar la habitación 21-S en la calle de Mérida número 12, en donde comenzó a armar un modelo del artefacto que se utilizaría para el atentado.

La inteligencia israelí y la norteamericana de la DEA proporcionaron detalles a la Marina de México. En lo esencial, los mandos del almirante Mariano Francisco Saynez sabían que Salim llegó a un país sudamericano, que tenía entre 30 y 35 años de edad, que fue subiendo hasta cruzar por Guatemala hacia territorio mexicano, que llegó a la capital del país para explorar el terreno y preparar el ataque.

Marina inició el operativo y pidió el apoyo de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada ((SIEDO) para catear el lugar. El apoyo llegó, cinco horas después. Salim, el islámico, se había ido.

La investigación en la Marina fue suspendida y los resultados entregados al alto mando y a la Presidencia de la República. Una copia fue entregada también a la DEA y a otras instancias de seguridad norteamericanas.

Hoy, en el marco de las acusaciones y revelaciones norteamericanas que implican la detención del ciudadano Mansour Arbabsiar como supuesto responsable de buscar a un operador de los Zetas para organizar un ataque contra el embajador de Arabia Saudita en Washington, un informe Confidencial (Operativo Salim) cuya autoría fue atribuida a la Marina, vuelve a colocar en la mesa el delicado y ríspido tema de la penetración de terroristas en México.

La Armada de México ha rechazado la autoría del documento, calificándolo de apócrifo. Lo que no ha sido negado es el contenido básico del texto y de otros publicados hace un año, en los que se dio cuenta del affaire en que se convirtió el sinuoso manejo de la información oficial en torno a un tema incontrovertible: la presencia de terroristas islámicos en México.

Hace más de un año la Marina dio su versión oficial de los hechos en su comunicado 141/2010, en franca confrontación con la PGR. Poderosos intereses operaron, dentro y fuera de México, contra la institución que encabeza el Almirante Saynez y obligaron a la dependencia a retirar durante dos días su boletín.

Las fuentes de inteligencia consultadas para avalar y darle solidez a las operaciones antiterroristas de la Marina revelaron que en aquellos días el tema se bloqueó y fue cancelado, porque hablar de terrorismo y de terroristas en México hubiera desatado no solo una psicosis entre la gente; sobre todo hubiera colocado al país en una posición política y diplomática sumamente delicada.

¿La razón? La capacidad probada de estos grupos fundamentalistas para penetrar fronteras, llevar adelante planes y tratar de concretarlos al más alto nivel.

En ello radica el tema de fondo en torno al tema del terrorismo fundamentalista en México

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