sábado, 24 de diciembre de 2011

Rosario Robles - La disputa por la capital




El panorama no está claro. Para el PRD la elección en el Distrito Federal adquiere una importancia estratégica no sólo por el número de votos que le aporta a la presidencial, o por lo que representa la capital de la República en el panorama nacional, sino porque constituye el último y más significativo de sus bastiones. Con la derrota en Michoacán, sumada a las que se presentaron en otras entidades como Zacatecas o Baja California Sur, el último reducto y el más importante para el perredismo es justamente la Ciudad de México. Se puede argumentar que ahí está Guerrero, pero es evidente que ese caldo se cuece aparte. Desde que ganó abrumadoramente la primera elección para jefe de Gobierno en 1997 con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza, la izquierda refrendó su supremacía en las dos siguientes. Catorce años ininterrumpidos en el poder constatan lo que se perfiló claramente desde 1988 con el triunfo avasallador del FDN. En aquella ocasión ganó la presidencial en el Distrito Federal, lo que le valió conquistar las dos senadurías y varias diputaciones federales de mayoría, demostrando con ello que esta ciudad es progresista, que en ella hay una ciudadanía crítica, consciente, pionera en la lucha por los derechos y promotora de esquemas participativos. Sin embargo, por primera vez en todo este tiempo, la situación parece crítica en gran medida porque las formas corporativas y clientelares ya empiezan a ser un fardo que cuesta cargar para una izquierda que llegó al poder con el compromiso de erradicar esas prácticas y de recuperar la ciudad. Hay un cierto hartazgo, sobre todo de algunos sectores de la clase media que no se sienten representados, pues su visión está vinculada a algo más que estar en un padrón de algún programa social. Esta condición se agrava porque el PRD no cuenta con una figura para contender por la Jefatura de Gobierno que esté por encima de intereses de corrientes y de grupos. La decisión de quién será el candidato o la candidata no parece fácil ante el hecho de que no se trata de personalidades de la dimensión de un Cárdenas o de un López Obrador. El armado del rompecabezas seguramente generará fisuras y divisiones que, sumado a la reciente salida del grupo del senador René Are, significa que el frente se presentará dividido como no había sucedido antes (a excepción tal vez de la elección en Iztapalapa en 2006). Aun cuando se ha anunciado que una encuesta decidirá el abanderado, no parece que ésa sea ya la ruta definitiva. A diferencia de la que se realizó a escala nacional que contaba con el respaldo de los dos contendientes, en este caso parece que algunos de los que aspiran a representar a la izquierda no están convencidos de que ése sea el método más conveniente para tomar tan importante decisión. Esto va a dar todavía algunas vueltas, pero es claro que cualquiera que resulte triunfador no es competitivo frente a Beatriz Paredes que, hoy por hoy, encabeza las preferencias electorales. Sin embargo, la falta de una figura puede sortearse con lo otros factores que constituyen sin duda un gran fortaleza del perredismo capitalino: su maquinaria electoral, el manejo clientelar de los padrones sociales, la operación política desarrollada desde el gobierno y el hecho indudable de que AMLO sigue teniendo una presencia muy importante en la ciudad que gobernó.

Por otro lado, si bien la ex presidenta del PRI tiene una ligera ventaja frente a cualquiera de los contendientes relevantes de la izquierda, no cuenta con un partido que represente una fuerza significativa y mucho menos un espacio abierto a expresiones ciudadanas preocupadas por el rumbo de la capital. El PRI, es cierto, por primera vez en muchos años aparece como segunda fuerza y con un porcentaje superior a lo que tradicionalmente ha registrado en gran medida por el efecto de su candidato presidencial, pero no tiene una estructura, está descabezado y sigue siendo rehén de intereses que no son los de los ciudadanos. Para despejar el camino y suplir la deficiencia, Beatriz Paredes necesita construir un movimiento que ponga en el centro la idea de que ésta es una ciudad para todos. No parece fácil. Por lo pronto, la pelea está interesante y competida. No podía ser de otra manera, se trata de la disputa por la capital.

Leído en http://impreso.milenio.com/node/9084491

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