domingo, 17 de marzo de 2013

Lucha vs privatización de PEMEX

La batalla de Bartlett por el petróleo

por Vicente Bello



El PRI, PAN y PVEM ratificaron este jueves, en el Senado de la República, la Estrategia Nacional de Energía. No es la ley energética, dijo el PRI en contrapartida de quienes, desde la oposición, juran que virtualmente lo es, porque es el trazo de las medidas de la cancha de juego sobre la que el gobierno de Enrique Peña Nieto decidió jugar por la privatización del sector energético, encubierto con la mascarada de la “modernización” energética.

Era la reedición del debate de la víspera que, en la Comisión de Energía del Senado, protagonizaron oficialistas y opositores. Dos oradores, este jueves, reconcentraron los argumentos y contra argumentos: David Penchyna, por el PRI, quien además es el presidente de la comisión dictaminadora; y Manuel Bartlett Díaz, el senador más emblemático del Partido del Trabajo, y el más pesado, políticamente hablando, de quienes desde la oposición están abocados en denunciar al régimen de estar pretendiendo reformar la Constitución para asegurar la entrega de lo que queda del petróleo mexicano a los Estados Unidos de Norteamérica. He aquí los dos:



El senador petista David Penchyna Grub, al Pleno senatorial: “A riesgo de ser reiterativo, debo resaltar que en la Estrategia Nacional de Energía por primera vez en mucho tiempo nos ofrece un diagnóstico que hace posible un piso común en el intenso y a veces inconcluso encontrado debate del tema… Es tan importante el tema para la nación que hago un llamado a la racionalidad, a la objetividad y a la frialdad, precisamente porque es tan importante para todos. En balance estamos ante un lugar de partida y no un punto de llegadas, pero, coincidamos o no, estemos de acuerdo o no, el piso de salida para la modernización del sector energético en México consideramos que está contenido en esta estrategia”.

Y apostillaba el priísta: “Entiendo perfectamente que el debate energético no se agota en una eventual ratificación de este instrumento, pero hago votos por que sea un referente que en los meses por venir abra pasos a una deliberación racional, fundada, sin ocultamientos ni prejuicios que nos permita arribar más adelante a una reforma en la materia que permita el óptimo aprovechamiento para todos los mexicanos de los recursos energéticos renovables y no renovables del país, de manera que el sector energético constituya el pilar básico de la estrategia del crecimiento nacional y de inclusión social en las próximas décadas”.

Lo atajó Manuel Bartlett Díaz, diciéndole que la llamada Estrategia Nacional sólo es base “para la reforma energética antinacional y privatizadora que está anunciando Peña Nieto. Y están ahí dos cosas importantes: la mentira y el disfraz”. Una Estrategia, dijo el poblano, “con limitaciones que hubieran ameritado su no aprobación” desde su paso en la Comisión de Energía.

La Estrategia nacional de Energía, hubo dicho Bartlett, “no constituye una estrategia nacional para dirigir la política energética, carece de diagnóstico del sector energético real, no define una política para lograr nuestra independencia energética y tiene una clara intención de ampliar la inversión privada extranjera, contrario a la Constitución”.

Insistió Barltett: “La estrategia debería explicitar la situación financiera de Pemex y no lo hace; no se menciona que en los últimos 12 meses Pemex transfirió a Hacienda más de 7.3 billones de pesos como impuesto; endeudaron a Pemex con créditos Pidiregas por 1.3 billones de pesos para cubrir la extracción de crudo, por lo que habrá de pagarse casi 4 billones de pesos durante 25 años”.

Remachó el puntilloso senador: “Mencionan que se restituyeron las reservas probadas en un 100 por ciento, lo cual es falso. En 2012 las reservas son menores en un 30 por ciento que en el 2013; fueron mínimos los recursos de inversión destinados a exploración en todo el sexenio. Ocultan que durante los últimos 12 años México exportó 7 mil millones de barriles de crudo, en su mayoría a los Estados Unidos de Norteamérica, lo que explicará muchas cosas que se nos van a imponer”.

Callados todos. Bartlett siguió: “Se exportó la mitad de nuestras reservas actuales en sólo 12 años, y agotaron prematuramente el crudo de bajo costo de Cantarell. No establece la estrategia políticas para desarrollar la industria petroquímica nacional y desaprovecha así su potencial capaz de generar un valor 60 veces mayor que exportar crudo”.

Ocultan, apostillaba el opositor, “que en el último sexenio se erogaron 25 mil millones de dólares para maquilar en Estados Unidos la refinación de gasolinas; suficiente para construir dos refinerías de alta tecnología y mejorar las existentes. E infundadamente se insiste en que no es rentable construir refinerías”.

En materia de electricidad, todavía dijo Bartlett, “mencionan el mandato legal de generar el 35 por ciento de la electricidad con energías renovables, sin asegurar que sea la Comisión Federal de Electricidad quien aproveche los grandes recursos eólicos nacionales, y promueven claramente que las empresas extranjeras especulen con una energía renovable, expoliando a los municipios con la tarifa de alumbrado púbico, y no cita (el documento de la estrategia) que México posee un potencial importante para generar energía con carbón nacional, para contribuir a nuestra independencia energética y disminuir costos. Y ejemplificaba con Estados Unidos, que genera la mitad de su electricidad con carbón.

Apenas era, sin embargo, el prólogo de la nueva batalla por el petróleo mexicano.

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