Los hechos: el PRI obtuvo la mayoría simple en el Congreso, aunque obtuvo la votación más baja de su historia en porcentaje y número de votos. Ayotzinapa, la casa blanca, la Reforma Fiscal y el secuestro de la Reforma Educativa, no le hicieron el daño que se creía harían en las urnas. La desaprobación de casi el 60 por ciento de los mexicanos al presidente Enrique Peña Nieto, no se trasladó en un voto de castigo. La duda: muchos se preguntan cómo fue posible, pero hay evidencias que la lectura sofisticada que hicieron los estrategas del PRI de las angustias y satisfacciones de los electores, sobre lo que moldearon los spots en las campañas, fue su fórmula de éxito. La conclusión: la economía, una vez más, fue la motivación de los electores.
El rechazo nacional al presidente llevó a los estrategas priístas a evitar en la mayor parte de los casos la identificación del candidato con Peña Nieto. En el norte, sobretodo, se potenciaron las fortalezas del candidato sin utilizar al presidente como un activo adicional. Pero al mismo tiempo, se maximizaron los logros de las reformas impulsadas por el presidente. Las campañas se distanciaron de él como individuo, pero no de sus políticas. La lectura de encuestas públicas revela que la economía sigue en lo alto de la preocupación de los mexicanos, por encima de la seguridad y de la corrupción pese a que, como nunca antes, figuró como una variable importante.
Los spots se diseñaron en ese contexto. Los mensajes repetidos insistentemente en radio y televisión hablaban de las reformas. “Hoy los mexicanos pagamos menos luz –decía uno-. Esto se logró gracias a la Reforma Energética, una reforma impulsada por el PRI en beneficio de todos los mexicanos”. Las tarifas, en efecto, venían bajando. En abril el costo de la electricidad en el sector doméstico se había reducido 10.2 por ciento, el comercial de 10 a 20 por ciento y el industrial de 23 a 32 por ciento.
Otro spot mostraba a una pareja de jóvenes mientras caminada por el parque. En el fondo se escuchaba una voz: “Y otras cosas están por venir”. En ese momento, una joven le dice a su compañero: “¡Te mandé un correo!”. Le responde que no tiene internet en su casa porque es muy caro. “¿No sabes?”, le dice la joven. “¡Ahora el internet va a ser mucho más barato!”. De ahí la escena se va a una recámara en una casa aparentemente de clase media, donde otra joven dice: “¿Qué te parece llamar sin pagar la larga distancia nacional?”. Hay más escenas de vida cotidiana que terminan con un logo del PRI en la pantalla y la voz: “Pronto, muy pronto, vas a disfrutar más tu vida, y todavía hay más PRI”.
El PRI todo el tiempo; Peña Nieto nunca en los spots. Era un hecho, no visto por estrategas en otros partidos, que habría más dinero en los bolsillos en la temporada electoral. Las ventas de mayo en las tiendas de autoservicio y departamentales crecieron 7.4 por ciento. Entre enero y mayo se vendieron más de 500 mil vehículos, un crecimiento de 20 por ciento con respeto a 2014. Sólo en mayo se vendieron en el mercado interno 57 mil vehículos más que ese mes el año pasado, y se firmaron 253 mil créditos entre enero y abril, que fue una cifra que nunca había sucedido. Enfocados todos en la crítica sobre el mediocre crecimiento, pasaron de alto los estrategas electorales que las reformas había generado suficiente ingreso para estimular el consumo. Las tasas de interés se mantuvieron inalterables –sin afectar pagos de tarjetas, créditos o hipotecas-, y la tasa de desocupación siguió a la baja.
Los spots del PRI se correlacionaban con esa realidad. Hubo muchas críticas en la ciudad de México por lo que les parecía un insulto a la inteligencia, pero descuidaron ver los datos microeconómicos. Los resultados se dieron en las urnas. Sólo como referencia, en la frontera norte, donde la Reforma Fiscal causó enorme descontento a finales de 2013, la coalición gobernante del PRI con el Partido Verde ganó en prácticamente en todos los distritos federales: obtuvieron, de acuerdo con el PREP, 663 mil 409 votos, contra 372 mil 73 del segundo lugar, el PAN. Las campañas panistas contra el gobierno por la Reforma Fiscal no fueron suficientes ante la realidad económica en el bolsillo de los votantes. El PRI jugó con las reformas peñistas sin hablar de Peña. Su estrategia fue reforzar la calidad de incumbente –el anglicismo que se usa para un gobierno en el poder-, sin meterse en el pantano de la seguridad y la corrupción, los dos siguientes temas que más preocuparon al electorado.
La campaña priísta pareció de manual electoral. El espejo contrario es la campaña presidencial de la panista Josefina Vázquez Mota 2012, que se mostró “diferente” al gobierno de Felipe Calderón, que en ese momento tenía 49 por ciento de aprobación. De entrada, ella perdió a la mitad del electorado que era suyo con sólo presentarse como incumbente. El PRI hizo lo contrario. Jugó de incumbente, sin vergüenza como partido en el gobierno. Aprovechó los positivos de las reformas este año, y aisló los negativos, sobretodo la figura del presidente. Ahí está el saldo: el Congreso con una mayoría que le dará gobernabilidad al presidente para su crítico segundo tercio de gobierno. Peña Nieto no fue protagonista de la victoria, pero se beneficiará de ella.
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Raymundo Riva Palacio
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