WASHINGTON, D.C.- La crisis-colapso-derrota de la prensa liberal estadunidense frente a Donald Trump la ilustró el caso especial del columnista Dana Milbank, del The Washington Post: el 2 de octubre de 2015 escribió que Trump perdería la nominación republicana “o me comeré esta columna”. Trump ganó y Milbank literalmente se tuvo que comer su columna en chilaquiles el 15 de mayo pasado.
En lugar de analizar las razones sociales de la base electoral de Trump o de identificar la recomposición del Partido Republicano o de indagar la situación de la derecha estadunidense, la prensa liberal pasó del equilibrio informativo a la militancia irracional… y perdió no sólo en el juego electoral sino en credibilidad.
El error de la prensa liberal estadunidense fue la militancia en lugar de la investigación. Y en su afán por parar a Trump a base de periodicazos, esa prensa se vio obligada a esconder el perfil conservador, derechista, autoritario, militarista e imperial de Hillary Clinton y el Partido Demócrata, además del hecho inocultable de que la candidata demócrata copió parte de la agenda republicana.
La elección presidencial abrió de nueva cuenta --aunque sin que le entraran de lleno al asunto-- el debate sobre la prensa militante y la prensa analítica. Por ejemplo, los comentaristas destrozaron a Trump porque dijo que el crimen había aumentado en los EE.UU., aunque sin revisar las cifras. Sean Kennedy y Parker Art revelaron en el Post que en efecto había aumentado la inseguridad en 2014-2016.
El famoso especialista en medios Howard Kurtz, en Foxnews, dijo que ante las evidencias de tendencias electorales los críticos de Trump había comenzado apenas a justificar sus críticas no fundamentadas, aunque “la inclinación en contra de un candidato en una elección presidencial no puede justificarse”. El problema es que la parcialidad en el manejo de la información --sobre todo en la televisión-- destruyó los principios de equidad y equilibrio en el contenido. Los analistas que violaron esas reglas, agrega, hoy se arrepienten porque no entendieron la magnitud de la ira y la frustración social que alimentó el repudio a Trump. Estos analistas analizaron a Trump en función de su rechazo a las “reglas normales” de la política, es decir, los modos del establishment.
La polarización entre la prensa liberal y la prensa conservadora ha beneficiado electoralmente a Hillary Clinton porque las denuncias en su contra que perfilan incapacidad para conducir la Casa Blanca fueron escondidas en los grandes medios: la corrupción en la fundación Clinton, los intereses rusos y árabes en el financiamiento de la campaña de Hillary, las decisiones torpes de ella como secretaria de Estado, el caso de los mails que recibió exoneración negociada por Bill Clinton, la crisis en Libia que condujo al linchamiento del embajador por decisiones equivocadas de Hillary Clinton.
La prensa liberal militante no ha analizado el hecho de que tres exdirectores de la CIA, con la autorización de la propia agencia, hayan apoyado públicamente a Hillary Clinton violando el papel de esa agencia de no meterse en asuntos internos, y menos político-electorales.
Y todo se puede resumir en la frivolidad del columnista Milbank al opinar contra Trump por razones personales y no de análisis y apostar que se comería su columna si ganaba Trump la convención republicana. Y en lugar de auto criticarse por errores analíticos, se comió la hoja de papel de la página del Post en chilaquiles mexicanos.
Política para dummies: La política es el oficio de la sensatez, no del espectáculo.
Sólo para sus ojos:
Como cada año, la cercanía del informe presidencial vuelve a calentar el ambiente con presuntos cambios en el gabinete presidencial.
Dicen en Veracruz que el gobernador saliente Javier Duarte va a anunciar la formación de un grupo político para combatir a su sucesor Miguel Angel Yunes Linares. Ello quiere decir que ante la pasividad presidencial y la incapacidad del PRI, en algunas zonas del país hay ya indicios de guerras civiles políticas entre priístas.
En los pasillos del poder se considera un fracaso la gira priísta del nuevo líder partidista enrique Ochoa Reza, un poco porque no lo conocen, otro porque carece de experiencia en el manejo de élites priístas y mucho más porque los priístas no estuvieron de acuerdo con su nombramiento.
Reveladora y demoledora la encuesta de aprobación presidencial del diario Reforma: 23% entre ciudadanos y 18% entre líderes; y dicen los que saben que podría seguir cayendo.
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