martes, 23 de agosto de 2016

“Carmen”, entre comillas - Alicia Alarcón

Leí a un maestro mío en Twitter decir que si la investigación de Aristegui sobre la tesis de Peña hubiera salido en el NYT o en otro lugar de prestigio, nadie se burlaría. 

Claro que no habría burla.

La investigación entonces tendría un rigor periodístico y hubiera tenido un tiempo clave para contrastar toda la información. Si no, el editor del NYT jamás la habría sacado por mucha carnita que tuviera, porque en caso de falsear hechos, se arriesgaría a una demanda y a publicar una disculpa. Eso se llama ética periodística. Y cuidar tu reputación.

En una investigación seria, tendríamos todos estos datos: Sabríamos exactamente en cuánto tiempo se hizo. Quién fue su asesor y su lector de tesis. Sabríamos si hubo algo raro en la universidad –alguna donación, un edificio nuevo, acervo para la biblioteca– que hubiera coincidido con la titulación. Se podría seguir un poco el camino del dinero. Sabríamos también (porque hubieran entrevistado a los involucrados en la tesis) si hubo irregularidades, sabríamos del examen profesional por los sinodales y los secretarios. Hubieran entrevistado a compañeros cercanos. Hubieran pedido el registro a la UP y las actas. Hubieran entrevistado a las autoridades escolares. Hubieran preguntado a expertos sobre el material y si la duda del plagio es correcta. Y se hubieran tardado meses en presentarla hasta tener un contraste con el involucrado. No de último momento como lo hicieron. Habría narrativa, datos, conclusiones. Habría lo que se llama blindaje. Por ningún lado podrían rebatir una investigación.

Sí. Si hubiera estado en el NYT o en el Washington Post, hubiera sido más serio y contundente.

No demerito el trabajo de investigación de Aristegui y su equipo. Bastante difícil es en este país poder descubrir cosas, porque los malos siempre cubren muy bien sus pasos. Pero existe una forma de narrativa a la que nos quieren acostumbrar por aprovechar coyunturas. La de la verdad a medias. La de soy periodista reconocida por dos trancazos mediáticos, entonces soy la dueña de la verdad. La de los comerciales de Facebook con titulares falsos para generar tráfico como Fui amante de Peña y tengo videos y vender el espacio a precio de oro. La de polarizar a una población con un tema que al final no acaba de aportar nada concluyente, pero que la gente se cree hasta la última frase porque es lo que quiere creer.

La investigación de Aristegui solo nos da una idea de la poca ética y descuido recurrente del personaje. Al hacer una investigación por encima, les damos los argumentos a los malos para que se laven las manos. Es gravísimo el hecho de que cualquiera haga mal su trabajo de tesis, la presente y se reciba por encima de las normas de una universidad.  Sin embargo, aquí no se concluye eso. Solo se hace propaganda poniendo adjetivos descalificadores y comparación de párrafos, sin sacar jamás que la información ahí está en la bibliografía, pero mal expresada en el contenido. Se adelanta a la recién tomada posición de una televisora para ser más equitativa y con menos línea institucional para poder evidenciar que quizás no sean tan independientes del gobierno federal. Y de paso, genera un tema más para seguir diluyendo la ya baja popularidad de Peña. Es un ganar-ganar. No importa si no es concluyente, el trancazo ya existe.

Ahí está el caso de Duarte y Animal Político. Se hizo una investigación profunda y puntual que nadie ha podido rebatir. Se blindaron por todos los lados posibles. No había forma de echarlo para atrás.

En el caso de Peña y su tesis, la discusión se centra entre sí el plagio es plagio aunque estén citados los autores en la bibliografía pero no en los párrafos que corresponden con las debidas comillas. Cada quien tiene una opinión sobre la validez de un error de redacción (que no de estilo) y su repercusión en la ya nula ética e integridad del presidente. El vocero de Los Pinos se apura a contestar con un boletín que parece más plática de café entre dos amigas peleadas. Sin embargo, al ser una investigación deficiente, tienen todo para poder rebatirla y dejar a Aristegui como reina del golpeteo.

Lo que es cierto, es que la investigación deja más dudas de las que aporta. Acaba pareciendo un infomercial y en lugar de presentar una narrativa con datos y hechos, solo pone la etiqueta de plagio; sin realmente hacer un análisis de sus dichos. La ética (inexistente) de Peña ya es un hecho. Lo que sucede en este medio, es que muchos traen su propia agenda y necesitan estar en el candelero para poder seguir vendiendo noticias a modo. Lo que se llama entre periodistas el chayote. Un reportaje cocido a fuego lento, generalmente no es apto para estos tiempos de inmediatez, de pago rápido con un golpe certero y necesidad de reflector de la periodista en cuestión, que ya lleva varios meses sin destacar en nada. Si no se capitaliza rápido, se pierde la oportunidad de tener rating y generar tráfico a los sitios digitales que podrían transformarse en un buen flujo de lana a futuro.

Efectivamente, hay párrafos inconclusos, cercenados (como dicen ellos), hay errores garrafales y omisiones. Habla totalmente de una grave ilegalidad. Sin embargo, en sí mismo, no hay plagio, los autores ahí están, sin el rigor de las citas. Lo que hay es una corrupción enorme por parte de la autoridad escolar al darle un título de abogado a un chamaco que por su mal trabajo, yo hubiera reprobado. Y denunciado a los asesores. Y llenado un expediente. Pero no sabemos cuántos dineros se repartieron para que al flamante chamaco Peña lo convirtieran en abogado sin merecerlo.

Este país es surrealista y contradictorio. Pedimos la verdad en muchos casos. Pero cuando nos presentan una versión incompleta de cualquier hecho, si es en detrimento del personaje odiado, la aceptamos sin profundizar. El día que aprendamos a argumentar, a de verdad leer, a que los periodistas blinden sus investigaciones para que no haya lugar a dudas y que podamos combatir a los malos realmente con la verdad completa, no al ahí se va y nos envuelvan en sus intereses, entonces podremos hablar de un periodismo con la madurez suficiente para poder presionar a líderes corruptos y generar comunidad alrededor de los temas para poder presionar a tener respuestas. Enseñar a la audiencia a que no se quede solo con lo que le presentan. Que tenga un pensamiento más crítico y curioso, no comparativo ni desde el hígado. Tenemos ejemplos claros de investigaciones con rigor que no han podido ser rebatidas y han llevado a sanciones importantes. Solo con la verdad se combate la ilegalidad. Y los malos, lo saben. Solo los buenos parece que no lo entienden.

http://twitter.com/AliciaAlarcon

Fuente: http://themexicantimes.mx/carmen-entre-comillas/

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