A 47 días de la elección presidencial son muchos los que suponen –con
el corazón más que con la razón–, que la elección presidencial está
resuelta y que el ganador será el candidato de Morena.
Sin
embargo, casi todos los analistas serios consideran que aún no hay nada
para nadie y que una tendencia de opinión en dirección a que todo está
resuelto, en realidad perjudica al puntero, más que beneficiarlo. ¿Por
qué?
Porque si permea la idea de que el candidato de Morena es imbatible,
el motor del voto masivo a favor de ese candidato se habrá quedado sin
gasolina; sin la esperanza que mueve a todo votante. Muchos dirán:
“¿para qué voto, si ya está segura la victoria?”.
Otros, como el presidente del INE, Lorenzo Córdoba, tienen claro que
–a pesar de las encusetas–, son muchas las posibilidades de que la
presidencial del 1 de julio sea una contienda cerrada y, por tanto, se
deben tomar todas las precauciones del caso.
Dicho de otro modo, que no es ocioso que se tomen todas las
previsiones ante un escenario similar al de julio de 2006, cuando lo
cerrado de la contienda colocó en el bote de basura la credibilidad de
todo el proceso electoral, al tiempo que el derrotado lanzó gasolina
parta desacreditar toda la elección.
Por eso, frente a la sensatez del presidente del INE –que comparten
muchos de sus pares–, no tardaron en aparecer los “morenistas” enojados
que ante toda posibilidad de una derrota del candidato de Morena dicen
que se trata de una señal de que se prepara un un fraude monumental.
Es decir, que ante la menor insinuación de que pudiera ser derrotado
el puntero en las nada confiables encuestas, los fanáticos responden con
“el sambenito” del fraude y reiteran su intolerancia crónica: “habrá
madrazos si pierde López Obrador”.
¿Cómo debemos entender esa amenaza latente?
1.- Queda claro que buena parte de la estrategia del candidato de
Morena es hacer creer a las mayorías que su victoria ya es irreversible.
¿Y por qué estimula esa creencia? Porque ante la eventualidad de una
derrota será más fácil convencer del supuesto fraude.
2.- Si tomamos en cuenta las amenazas y advertencias de que “habrá
madrazos” si AMLO pierde, lo primero que debemos recordar es esa suerte
de venganza que lanzó López Obrador luego de la presidencial de 2012,
cuando ordenó el plantón Zócalo-Reforma.
3.- Se equivocan rotundamente los muchos ingenuos que
suponen que Obrador es un demócrata. Si piensan que ante una eventual
derrota el de Tabasco se quedará callado y quieto, no entienden lo que
está pasando.
4.- Y es que todos saben que si pierde, AMLO escalará el conflicto
hasta niveles de desestabilización general a través de sus grupos
violentos, como la CNTE y su ejército de redes, quienes darán una pelea a
muerte para debilitar al mayor número de instituciones. A toda costa
tratarán de imponer una victoria que –en la hipótesis de trabajo–, no
habría conseguido.
5.- Eso sin contar con la venganza que lanzaría contra todos aquellos
que –según su limitada capacidad para entender la realidad–, habría
conspirado para su derrota.
6.- No se debe descartar la hipótesis de que sus aliados del crimen
organizado –a los que se dirige con el mensaje del perdón y la
amnistía y los que presuntamente habrían financiado su campaña–, también
reaccionen contra el Estado.
7.- Y es que, en rigor, la de 2018 será, ahora sí, la última llamada
para ese animal político –en estricto sentido aristotélico–, que supone
que una fuerza divina le escrituró el Estado mexicano para su uso
personal. “La última es la vencida”, ha dicho.
Y, ante una eventual derrota, no aceptará el veredicto de las urnas sin antes destruir todo lo que pueda.
8.- A diferencia de 2006, en 2018 “el sambenito” del fraude no solo
sería reivindicado por un partido de la llamada izquierda, sino por tres
polos de lo más rancio y atrasado de la geometría política.
Morena hoy es el receptáculo de la escoria de todos los partidos y de
las peores organizaciones laborales. Su capacidad de movilización y
destrucción institucional será considerable.
Movilizaría, de igual manera, a la derecha extrema, atrincherada en
el Partido Encuentro Social y al dictatorial Partido del Trabajo, que
tiene en México muchos cuadros de choque traídos de Venezuela,
adiestrados en el fomento del caos.
9.- Y, en prevención de un retroceso en las preferencias de sectores
clave, los asesores del candidato de Morena le recomendaron bajar el
nivel de exposición. Y la primera señal de que ya no puede seguir
cometiendo errores y exhibiendo horrores fue la cancelación de su
participación en la reunión de consejeros de BBVA Bancomer y antes en el
encuentro “10 Por la Educación”.
Es decir, si AMLO pierde sería el caos. ¿Y si gana..?
Al tiempo.
Leído en https://www.laotraopinion.com.mx/que-pasaria-si-amlo-pierde/
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