Asumiéndolos como la principal amenaza a las de por sí disminuidas posibilidades de que el panismo continúe en el poder, Felipe Calderón desarrolla una guerra en varias vertientes contra el PRI y su virtual candidato presidencial, Enrique Peña Nieto.
Por un lado, FCH se suma a una de las partes en tensión en el proceso interno del tricolor, promoviendo la tesis de que existen dos polos en el PRI, uno mexiquense y otro sonorense, adjudicando al primero la responsabilidad de que no prosperen presuntas reformas democráticas, en especial la relacionada con la que permitiría a alcaldes y legisladores volver a presentarse a las urnas de manera inmediata al término de su gestión (de manera concordante, grupos de activistas ciudadanos y directivos del partido blanquiazul advierten que a la hora de las urnas recordaránel voto priísta que impidió tales placebos reformistas, como si en un límpido historial de trabajo solamente ese insólito lunar mereciera castigo y como si solamente la bancada de tres colores hubiera cometido agravios dignos de sanción a la hora de votar).
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