lunes, 10 de octubre de 2011

Carlos Puig: Los zetas no existen


En Ciudad Victoria, Tamaulipas, una profesora universitaria, madre de familia, me cuenta esta historia: en la escuela de su pequeño hijo, cuando recitan el abecedario omiten la última letra. “Es que dice la maestra que es la letra de los malosos”, le comenta el niño a su mamá.
Lo que sucede en esa escuela, de otras maneras, se repite en el resto de la capital de Tamaulipas. En restaurantes, en salones de fiestas, en escuelas o en universidades no se pronuncia la letra prohibida. El miedo ha borrado la “zeta” del vocabulario, pero no del ánimo de los habitantes de esta ciudad vapuleada por el crimen organizado.
No hace mucho tiempo Ciudad Victoria estaba en el centro de la estrategia para un mejor futuro del norte de México. Se construyeron o renovaron carreteras para comunicarla de manera eficiente con Monterrey, Reynosa, Matamoros; con el mar rumbo a Tampico, con el sur por Querétaro y la Ciudad de México. De poco sirve tanta carretera, hoy intransitable por el miedo de toparse un retén de zetas o de sus adversarios, los del Golfo.

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