Federico Berrueto. |
Peña Nieto ha recibido una andanada de ataques. El PAN lo ha hecho muy mal y AMLO golpea las reglas electorales que los suyos aprobaron por unanimidad y que lo dejan en desventaja en las prerrogativas. Debiera reclamar a los diputados y senadores del PRD que aprobaron la reforma electoral; por cierto, los del PT y entonces Convergencia, por interés propio, alertaron de las trampas y la inequidad implícita en el cambio legal.
La mala campaña negra del PAN ha perjudicado a su candidata. En la pretensión de bajar a Peña Nieto, AMLO ha sido el beneficiario. Los estrategas del PAN ignoran que la competencia es de tres. Piensan jugar a las vencidas con Peña. Es muy probable que las encuestas que se estén levantando en estos días registren que Josefina Vázquez Mota ya esté debajo de López Obrador. No reaccionan en el PAN y cuando lo hagan será tarde, al menos para ser un digno segundo lugar. Sorprende, porque Josefina realizó una extraordinaria campaña al interior del PAN; aunque unos dicen que quien ganó, en realidad fue, como en la elección de gobernador en Michoacán, el anticalderonismo. De ser así, hubiera prevalecido Creel, no Vázquez Mota; ella triunfó porque los panistas la vieron con mejores elementos y perspectivas para la competencia constitucional.
El coordinador de la precampaña y de la campaña, Roberto Gil Zuarth, ha mostrado capacidad y talento donde quiera que ha estado. Es de lo mejor del PAN y de la nueva generación de políticos. Seguramente le afecta el poder acotado por la “sabiduría” de los “expertos” que están llevando al pozo a su candidata. Gustavo Madero y Ramírez Acuña dejan la campaña cuando más se les necesita. Un mal mensaje, mucho más en el caso del primero. Inaudito que el dirigente nacional de un partido gobernante arroje la toalla en plena campaña. Un golpe brutal contra la candidata en el momento más difícil de su periplo para la Presidencia.
Que un partido gobernante pierda una elección no es lo más común, pero es propio de toda democracia. Que pierda por mucho, también puede acontecer. Lo que es singular es que pierda doble, es decir, pierda frente a su adversario histórico y pierda, también, frente a su adversario ideológico. Estar debajo del PRI puede resultar penoso, pero no trágico. Tener menos votos que el PRI y que el PRD significa perder el privilegiado lugar de ser el opositor. Es un tema nada menor para el futuro del PAN.
Que AMLO tuviera el segundo lugar es un mensaje confuso. Así es, porque no hay coherencia orgánica ni institucional en su candidatura, ni siquiera ideológica. AMLO alude al populismo, no a las coordenadas que la izquierda democrática. Lo de él es el movimiento, es un proyecto político con base en su persona; en el fondo es una propuesta providencialista que mucho dice de la cultura política y del déficit cívico al hacer del rencor social, razón y argumento.Los partidos, el Congreso, las reglas y las instituciones todas son un obstáculo por vencer frente a la esperanza que ofrece un líder sin otro límite que el que él decida imponerse.En la actual circunstancia, la seducción populista no da para mucho, en el mejor de los casos, para un segundo lugar.
Quienes van abajo apuestan fuerte al debate. Es explicable. Pero las preferencias tienen otra dinámica. Se procesan de manera mucho más compleja. Se entiende que cada candidato, a su manera, ande en búsqueda de su propio milagro. AMLO dice que después del debate vendrá lo mejor; Josefina está a la espera de que le cumplan sus asesores de que la campaña negra le lleve al primer lugar y no al tercero; Peña Nieto quiere ganar con mayoría el Congreso y quitarle al PAN Morelos, Jalisco y Guanajuato.
Los electores también andan en lo suyo. Lo de ellos es más básico, más elemental. Que este primer domingo de julio no se vuelva continuidad de la pesadilla en la que se tornó la esperanza de aquel julio del 2000, que el milagro esperado, ahora sí, deje algo de la alternancia en la Presidencia.
Leído en: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145969
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