Luego del más reciente espectáculo mediático del candidato presidencial perdedor -en el que anunció que su objetivo es pedir la invalidez de la elección presidencial-, ya no existen dudas que lo último que le importa al terco Andrés Manuel López Obrador es la democracia, la transparencia y la legalidad.
Y es que sin pudor alguno -y sin pruebas contundentes-, acusa que no hubo elecciones limpias y tampoco libres ya que -según su chabacano punto de vista-, prevalecieron la compra y la coacción del voto, la ilegal intervención de gobernadores del PRI, la manipulación de las encuestas, la incapacidad del IFE para fiscalizar los gastos de campaña de Enrique Peña Nieto y… una larga lista de supuestas e imaginarias irregularidades.
Sin embargo, todo indica que la mancuerna que han forjado López Obrador y Ricardo Monreal creen que los ciudadanos son idiotas, desmemoriados o, de plano, un montón de imbéciles. ¿Por qué? Elemental, porque si se revisan con cuidado -una a una-, las denuncias que habrían cometido el PRI, el IFE, encuestadoras, televisoras y el mismísimo Satán, llegaríamos a la conclusión de que las izquierdas cometieron todas y cada una de las trapacerías de las que acusan.
En pocas palabras, que AMLO y Monreal nos regalan una impecable imagen de ellos mismos, mirándose al espejo, cuando denuncian una larga lista de irregularidades y violaciones legales y constitucionales, cometidas por “los otros”, en el proceso electoral del pasado domingo 1 de julio. Y claro, si de invalidar la elección se trata, tendrán que invalidar todas las elecciones del DF, las federales, las de gobiernos como Tabasco y Morelos y, sin duda, las de Congreso. Pero vamos por partes.
ESPEJO DE LA RISA
La compra y la coacción del voto son, según AMLO, una de las más groseras irregularidades de la elección presidencial. Y en efecto, tiene toda la razón. Pero también es cierto que AMLO ya no recuerda que él mismo creó una de las más acabadas maquinarias de compra y coacción del voto, que operó como reloj suizo en el DF, al grado de convertir a Miguel Ángel Mancera en un fenómeno electoral. Aquí la pregunta es si AMLO promoverá la invalidez del voto en el DF.
Pero, además, recurrió al grosero montaje de las tarjetas Soriana que, hoy se sabe, son una farsa ya que ninguna de las que exhibió en sus grotescas conferencias de prensa, sirven para cargar dinero. Pero ya viene una demanda millonaria de Soriana, cuyo precio en la bolsa se desplomó, gracias a las mentiras de AMLO y de Monreal.
AMLO acusa a los gobernadores del PRI por la ilegal intervención en la elección, claro, a favor del partido tricolor. Pero en ningún momento recuerda la grosera intervención del gobierno de Marcelo Ebrard, quien se convirtió en el principal promotor de la campaña de Mancera. ¿Qué, ahí no se vale la indagatoria? ¿O será que tampoco sabe -o no quiere ver-, que en el caso de Morelos, por ejemplo, el PRI fue el que hizo posible la victoria de las izquierdas? O todos coludos, o todos rabones, ¿o no?
Dice AMLO que el IFE no fiscalizó el exceso de gasto de campaña de Peña Nieto. Y pudiera tener razón. Pero el candidato perdedor oculta que el IFE tampoco fiscalizó el grosero “pase de la charola” de Mandoki con empresarios, a favor de AMLO; que tampoco fiscalizó la entrega de dinero de Julio Scherer Ibarra a Jesús Zambrano para la campaña de AMLO y, sobre todo, nunca fiscalizó los millones de pesos que le regaló a las izquierdas el pillo de Martín Esparza, a cambio de una candidatura al Senado. ¿Qué, eso no debe ser fiscalizado?
Dice AMLO que el proceso electoral fue inequitativo. Y en este caso también tiene toda la razón. Sólo que prefiere no recordar que él mismo, AMLO, tiene 10 años en campaña, usando dinero público y privado para esa campaña y, lo peor del caso, que nadie sabe las cuentas de ese dinero. ¿Qué pasó, señores Andrés y Monreal, esa es una muestra contundente de la inequidad electoral? ¿O no?
MIENTE ANTE EL ESPEJO
Y claro, se quejan de la manipulación y la propaganda en que se habrían convertido las encuestas. Y también aquí pudiera tener toda la razón. Está claro que las encuestas fallaron y que en algunos casos pudieran haber sido utilizadas como instrumentos efectivos de propaganda. Sin embargo, el señor AMLO nos debe a todos los ciudadanos y electores una explicación sobre ese tema.
¿Qué no es cierto que él mismo mintió con el resultado de sus propias encuestas? ¿Acaso en 2006 no dijo, de manera mentirosa, que las encuestas lo favorecían con 10 puntos, cuando no era cierto? ¿Qué no en la elección presidencial del pasado1 de julio dijo que iba arriba que Peña Nieto? ¿Qué no es cierto que utilizó sus propias encuestas como instrumentos mentirosos de propaganda?
Y claro, algunos de sus fieles escuderos han sembrado una cauda de mentiras en los medios propagandísticos al servicio de AMLO -como es el caso de un insultante artículo del pillo Carlos Ímaz y de su esposa-, quienes impunemente engañan, mienten e inventan. Lo que no saben es que todas esas dizque irregularidades que se habrían cometido en la elección, son la práctica común en las disputas dentro del PRD.
¿Por qué creen que en el PRD se acabaron las elecciones abiertas? Sí, porque las tribus eran un espejo de lo peor del viejo PRI; un cochinero incapaz de controlar. Por eso recurrieron a las encuestas, las mismas que nadie respeta. ¿Señor Andrés, dónde está la encuesta que muestre que usted le ganó a Marcelo Ebrard la candidatura presidencial? No la mostraron, porque AMLO no ganó; porque es un experto en hacer de la política el reino del engaño y la mentira. ¿Cara o cruz?
SE ACUERDAN
Hace seis años, el cómputo de actas cerró cuatro días después de la elección. Los mexicanos esperaron hasta el 6 de julio para enterarse que el virtual ganador -con 35.89% de los votos-, era Felipe Calderón.
Sin embargo, en una lógica similar a la vista en los últimos días, Andrés Manuel López Obrador -que en 2006 también fue derrotado en las urnas-, aseguró que había muchas irregularidades, convocó -igual que hizo ahora- a asambleas informativas en el Zócalo, y negó que Felipe Calderón pudiera aspirar al cargo de presidente pues no tenía la autoridad moral.
A partir de ese momento, la discusión se centró en el proceso de impugnación que encabezó el dos veces candidato presidencial de los partidos de izquierda. Se exigió el recuento de voto por voto, Obrador llamó a una movilización nacional y el 12 de julio de 2006 se instaló el primer plantón de protesta en el Zócalo capitalino.
Sin embargo, al tiempo Andrés Manuel y los suyos dilapidaban su capital político, los ganadores ya echaban a andar el cambio de estafeta. Felipe Calderón colocó a Juan Camilo Mouriño y Josefina Vázquez Mota al frente de su equipo de transición. Mientras que el vox pópuli especulaba sobre la dinámica del nuevo Congreso y los coordinadores de las distintas bancadas.
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