domingo, 13 de enero de 2013

Jorge Zepeda Patterson - Sánchez Cordero, Cassez y Wallace


Como serie de televisión, el final de temporada será protagonizado en gran medida por tres mujeres fuertes, pero radicalmente distintas: la ministra Olga Sánchez Cordero, la activista Isabel Miranda de Wallace y la bella prisionera Florence Cassez. 
Por distintas razones la trayectoria de estas tres mujeres revela los alcances y limitaciones de la justicia mexicana, sus avances y retrocesos. Cada una de ellas, por derecho propio ofrece un panorama de los claroscuros de la vida pública. Ahora los caminos de las tres se entrecruzarán en lo que, todo indica, será el capítulo final de una tormentosa historia.
Isabel Miranda de Wallace representa, a mi juicio, lo mejor y lo peor del activismo ciudadano en materia de seguridad. Nadie puede escatimarle el valor a esta mujer, que le llevó a desafiar la corrupción e ineptitud en las investigaciones sobre el secuestro de su hijo. Fue una ciudadana que no aceptó un no por respuesta y lo llevó hasta sus últimas consecuencias. Al final, terminó convertida en detective y fiscal de los asesinos del hijo, exhibió a las autoridades y les obligó a impartir justicia.




Pero Miranda Wallace fue incapaz de vivir su propio éxito. Convertida en celebridad y sin experiencia política, fue presa fácil del halago de Genaro García Luna y posteriormente del propio presidente Calderón. Agradecida por el enorme protagonismo que le concedieron las altas esferas, la señora terminó convertida en vocero oficioso, que no oficial, de la defensa de las políticas de seguridad del sexenio anterior. En particular, fue el alfil utilizado en contra de Florence Cassez, para descalificar a los críticos de las irregularidades jurídicas del caso. Nunca alcanzó el escaño al senado que ella buscaba, pero obtuvo por el PAN la candidatura a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, con desastrosos resultados.
El arribo de la ministra Olga Sánchez Cordero a la Suprema Corte en 1995 fue interpretado como uno de los primeros pasos para lograr un poder judicial con mayor independencia del Ejecutivo. La trayectoria de la abogada por la UNAM y sus intervenciones en la Corte pronto contrastaron con el oficialismo de ministros como Guillermo Ortiz Mayagoitia y Salvador Aguirre Anguiano, siempre prestos a votar a favor de la “institucionalidad”. Olga Sánchez en particular, aportó a la Corte el punto de vista de sectores minoritarios de la población, en particular en temas de género, tradicionalmente ninguneados por la misoginia de los ministros.
Por ello fue una sorpresa su voto negativo en el caso de Lydia Cacho y a favor del gobernador Mario Marín. El caso había dividido a la Corte en dos bloques, claramente diferenciado entre el grupo oficialista y el grupo con mayor distancia crítica. Cuatro ministros votaron a favor de la activista y se daba por sentado que el de Olga Sánchez sería el quinto de la cuenta. No fue así. La defensa de Lydia Cacho asumió que la dura ronda de presiones efectuada sobre los ministros, y encabezada por Emilio Gamboa, había hecho mella en la abogada.
Nunca sabremos el involucramiento real de Florence Cassez en las actividades de Israel Vallarta, su novio, durante aquél aciago 2005. La puesta en escena y la fabricación de testimonios y pruebas en su contra por parte de las autoridades hacen prácticamente imposible deslindar la inocencia o culpabilidad en su caso. A estas alturas, incluso se duda que buena parte de los delitos que se imputan al propio Vallarta sean verídicos. Lo que está fuera de duda es que las irregularidades ostensibles habrían invalidado el juicio en contra de la francesa en cualquier sociedad con estado de derecho. Pero Genaro García Luna lo convirtió en un caso emblemático y arrastró al Gobierno mexicano en una vergonzosa cruzada en su contra.
Ahora Olga Sánchez Cordero es el ministro responsable de llevar el asunto en la Corte. Tiene en sus manos la posibilidad de reivindicar a la justicia mexicana en este asunto y, en cierta manera, su propia trayectoria. Por su parte, Isabel Miranda de Wallace muy probablemente realice una postrera y lastimosa defensa del calderonismo. Así lo ha hecho en el caso de la Ley de Víctimas. Lo sabremos pronto.
Florence Cassez, más allá de quien haya sido en el 2005, se ha ganado a pulso el respeto de cuantos la han conocido en la cárcel, por su entereza y su actuación impecable a lo largo de siete durísimos años. El desenlace está por llegar.
@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net 

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