miércoles, 6 de febrero de 2013

Lo que Madero nunca entendió.

Gustavo Madero es coautor de la derrota del PAN del año pasado. 

Más aún: pasará a la historia como el líder en cuyo mandato Acción Nacional no sólo perdió la elección presidencial, sino que se derrumbó hasta el tercer lugar. De dos veces ganar la presidencia, los panistas fueron enviados al sótano de las fuerzas políticas reales. Decir esto un semestre después de la elección parece obvio, pero no lo es porque al PAN parece que no le ha caído el veinte de que se volvió el colero de la política nacional. 

¿Entendieron los blanquiazules por qué les pasó tal cosa? No estamos ciertos de ello. Porque dado que Gustavo Madero y Cecilia Romero prefirieron conservar sus chambas antes que asumirse como coautores de la debacle, medio año después del 1 de julio el PAN sigue en ánimo de pleito interno, discutiendo si apoyaron o no debidamente a su candidata presidencial, si les conviene o no estar en el Pacto por México, si tienen o no listo el discurso para presentarse ante los electores en los próximos comicios.

 Sin importarle el clarísimo mensaje de rechazo de la ciudadanía a su partido en las urnas, Madero se negó a dar un paso al lado. Con ello, una facción se quiso sentir más importante que el conjunto. No se vivió ningún tipo de reconformación de equilibrios, indispensable para fijar un nuevo punto de partida. Los panistas están igual de atorados que hace un año, cuando cada quien quiso salvarse ante lo que veían como una campaña destinada al fracaso.



 De poco servirán hallazgos y diagnósticos de comisiones de notables nombrados para evaluar la salud del paciente si las conclusiones de las mismas no se traducen en consecuencias. Perder sin pagar costos hace dos veces lamentable la derrota; si nadie sale, si no hay sanción ni siquiera de manera simbólica a los que lo hicieron mal, entonces quién podrá decir que terminó una etapa, que se ha aprendido la lección, que se está listo para comenzar de nuevo. 

Si permanecen los que condujeron a los suyos hacia el precipicio, incluso si fue porque no pudieron impedir influencias como la del anterior Presidente de la República, cómo creerles que están listos para salir del hoyo. Aunque en su momento fue visto como natural o demasiado cantado, hay que recordar que tras la derrota de julio, la izquierda se dividió. A partir de eso, un nuevo partido está en proceso de obtener su registro, mientras que Andrés Manuel López Obrador, dos veces candidato del PRD a Los Pinos, ha dejado la organización que incluso presidió, y finalmente la actual dirigencia del partido del Sol Azteca ha capoteado reclamos de algunas de las otras tribus. 

Pero con todo, los perredistas pueden decir que incluso ellos, que por lo demás el 1 de julio avanzaron en Tabasco, Morelos y en el Congreso, han saldado algunas cuentas de los comicios del año pasado. Pero la dirigencia del PAN se niega a enfrentar su derrota. Madero no entendió el 2 de julio, ni lo entiende seis meses después, lo elemental: que no se puede ser juez y parte. Madero no quiso comprender que así como Josefina Vázquez Mota es calificada como un desastre de candidata, así como el ex presidente Felipe Calderón es visto como autor de una injerencia indebida, también deben ser otros los que evalúen su labor como presidente del PAN y que para ello es condición indispensable que él ya no ocupe la principal silla del edificio de avenida Coyoacán. 

Lo que Madero no entendió es que el mejor servicio que podía hacerle a su partido era dejar que otros limpiaran la casa, que voces nuevas intentaran convencer a la sociedad que se desencantó de los panistas que ya comprendieron dónde fallaron. La permanencia de Madero ha impedido que la ciudadanía comience a creer que el blanquiazul está listo para pedir una nueva oportunidad. 

Madero no entendió que él no puede ser el líder de la resurrección cuando fue coautor de la serie de fracasos que sepultaron al PAN en el tercer sitio, algo que no pasaba desde 1988, año en que, sin embargo, Manuel Clouthier y los panistas dieron una gallarda pelea, pero en 2012 ni eso vimos en el PAN de Gustavo Madero.

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