La expresión anterior –que poco dice a los citadinos–, es propia de la “Ley del Revólver” y del crimen organizado. Es decir, que en rancherías y pueblos de México –sobre todo del norte–, el crimen de un hijo, hermano o primo, se paga con la vida de un hijo, hermano o primo.
La sangre se lava con la misma sangre, dicen los rancheros. Pero de igual manera lo dice el crimen organizado. Y ese fue el caso, por ejemplo, de Humberto Moreira, a quien bandas criminales mandaron matar a un hijo, en venganza porque el gobierno de Rubén Moreira habría ultimado al hijo de un poderoso capo.
Vale el ejercicio memorioso porque las primeras pesquisas sobre el frustrado asesinato de los hermanos David y Ricardo Monreal apuntan en esa dirección. Y claro, se puede dar crédito o no a la versión de la venganza –y se pueden aventurar tantas hipótesis como se quiera–, pero los datos de los que se dispone hasta hoy indican que el empresario chilero, Arturo Guardado, mandó matar al senador David Monreal, en venganza por la desaparición y presunto crimen de su hermano, Juan Carlos Guardado.
En abono a esa hipótesis, también se sabe que en el intento de asesinato de los Monreal participaron dos hermanos agraviados. ¡A ver, a ver, más despacio! Todos saben que presunto autor intelectual del frustrado crimen de Monreal es Arturo Guardado. ¿Pero qué creen? Que uno de los sicarios detenidos y confesos, es nada menos que hermano del chofer –también desaparecido y presuntamente muerto–, de Juan Carlos Guardado. Por partida doble, habrían pretendido cobrar “hermano muerto, con hermano muerto”.
Más claro. Resulta que la tarde del 2 de febrero de 2011, Juan Carlos Guardado salió de Fresnillo, Zacatecas, con dirección a Mazatlán, Sinaloa. Viajaba en una camioneta marca Cheyenne, color negra, con placas ZD39740, del estado de Zacatecas, que era conducida por Francisco Vázquez Delgado.
El destino era el centro de rehabilitación Oceánica, de Mazatlán, en donde debían recoger a uno de los hermanos Guardado, sometido a un tratamiento de adicciones. El trayecto era de ocho horas, pasando por la sierra de Durango. La madrugada del 3 de febrero de 2011, Juan Carlos Guardado se comunicó por celular al teléfono de una novia, localizada en Durango, a la que le avisó que estaba por entrar a la ciudad.
Nunca se supo más de Juan Carlos Guardado y de su chofer, Francisco Vázquez Delgado. Luego de las primeras indagatorias la autoridad federal detectó que en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, había sido vaciada la tarjeta de crédito de Juan Carlos Guardado. Después de eso, nada. Por eso, familiares de los Guardado, sobre todo Arturo –hoy detenido como presunto autor intelectual del intento criminal contra los Monreal–, contrataron investigadores privados, acudieron con el senador Ricardo Monreal –compadre de Arturo Guardado–, para pedir ayuda federal, la cual obtuvieron y, en el extremo, se contactaron con la bandas “de los malosos de letra”; Los Zetas. Nada supieron de Juan Carlos Guardado y de Francisco Vázquez Delgado.
De manera repentina, hace casi un año, un hombre que se identificó con el mote de “El Venado” se comunicó con la familia Guardado. Dijo saber el paradero de Juan Carlos. Pidió 4 millones de pesos para hablar. Arturo Guardado pidió “una prueba de vida” y recibió santo y seña de la ropa que vestía Juan Carlos al momento de su desaparición. Esperanzado entregó 2 millones de pesos a la señora Socorro Hernández, trabajadora de La Feria de Fresnillo y supuestamente conocida de David Monreal. La señora desapareció con el dinero y nadie más la volvió a ver.
Desde entonces, Arturo Guardado se distanció de los Monreal y difundió la especie de que su hermano Juan Carlos había sido asesinado por meterse a la política y por estar cerca de los Monreal.
Lo curioso del asunto es que cuando la PGR detiene a tres sicarios que planeaban matar a los Monreal, uno de ellos –no sabemos el nombre–, es hermano del desaparecido Francisco Vázquez Delgado, chofer del también desaparecido Juan Carlos Guardado. Y ese mismo sicario, quien pretendía vengar la muerte de su hermano Francisco Vázquez Delgado, identifica a Arturo Guardado como autor intelectual del complot.
Más aún, cuando la PGR detiene a Arturo Guardado en un hotel de la Central de Abastos, el empresario se comunica con otro de sus hermanos para informarle que está siendo secuestrado. Le pide que se comunique con el contador de sus empresas. ¿Y qué creen? Que el contador se llama Guillermo Huízar y es el actual secretario de la Contraloría del gobierno de Zacatecas. Más, fue secretario de Finanzas del gobernador Ricardo Monreal.
Pero la historia aún no termina.
Fuente: El Universal 10-abr-13
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