lunes, 8 de abril de 2013

Lydia Cacho - Jóvenes ¿matan por amor?

Ella tenía veinte años, se llamaba Darcy y cuando se dio cuenta de que lo que le hacía Omar, su novio de 21 años, se llamaba violencia en el noviazgo, rompió con él. Pero el joven decidió que Darcy era suya. El 25 de marzo la raptó y después la asesinó en su camioneta y tiró su cuerpo en la calle. Las cámaras de seguridad del Distrito Federal grabaron los hechos. Los padres de Darcy de inmediato fueron a la fiscalía antisecuestros, sabían que era Omar el que se habría llevado a su hija, pero la fiscalía los ignoró por la política de que deben pasar 48 horas para comenzar a buscar a personas desaparecidas, incluso cuando hay evidencia de que su vida está en alto riesgo.

Hace unos días Omar fue detenido y confesó haber ultimado a su ex novia “por celos”. Darcy no es la única chica que perdió la vida en manos de un chico moderno que creyó, como millones de hombres siguen creyendo, que el amor permite la apropiación de la voluntad y el cuerpo de la pareja. Y aunque ciertamente millones de chicas hacen escenas de celos y también creen que sus novios son una especie de propiedad privada, no hay casos documentados en que ellas los maten por terminar una relación. Lo más común en chicas que sufren de lo que en psicología se denomina celotipia (una forma patológica de celos que genera arranques de ira, angustia, desesperación y deseo de venganza por falta de obediencia), es que ellas se suiciden o caigan en depresión profunda. Sin embargo, para los hombres que creen no poder controlar sus impulsos violentos, la salida es la crueldad extrema, la violencia física y en muchos casos la muerte.



El último estudio llevado a cabo por InmujeresDF arrojó que 90% de las mujeres jóvenes dijo haber sufrido violencia en el noviazgo. El 30% de ellas entre 12 y 29 años dijeron vivir violencia de pareja actualmente y que los celos son el factor principal de las discusiones, pero consideran que es el “precio del amor”. Los jóvenes de entre 13 y 25 años que ejercen violencia con sus novias revelan vivir en familias donde la violencia física es una constante y no hay contención emocional, donde el padre pone el ejemplo de control de las mujeres a través del abuso de poder y hostilidad. Son jóvenes, según la Organización Mundial de la Salud, que tienen amigos sexualmente agresivos que les impulsan a controlar a las jóvenes a través de los afectos y el placer.

Aunque las jóvenes ya no admiten creer, como antaño, que los hombres tienen derecho a maltratarlas y controlarlas, lo cierto es que los principios del amor romántico han cambiado muy poco en los últimos 40 años, desde la liberación sexual de las mujeres gracias a la píldora anticonceptiva. Lo cierto es que el discurso del amor romántico sigue siendo profundamente sexista, basado en convertirse en una sola entidad (las medias naranjas). Las chicas mexicanas comienzan su vida sexual a los 13 años en promedio, lo mismo que ellos. Generalmente para llegar al sexo pasan por una etapa de enamoramiento plagado de confusión que difícilmente distingue el deseo sexual y su despertar; el cariño real, que implica el cuidado y respeto a las necesidades de la pareja, puede confundirse con la necesidad de ser aceptadas, aceptados, y con la presión o bullying para perder la virginidad.

La muerte de Darcy, como la de miles de mujeres asesinadas en manos de sus ex parejas o parejas, es una tragedia. No podemos seguir contabilizando el creciente número de actos violentos en el noviazgo y los indicadores que muchos padres y madres tienen de que sus hijas están en riesgo. Sin duda habrá que promover el proyecto de educación para el amor en las secundarias; y debe incluir educación sexual/erótica. Aunque suene ridículo no lo es, educar para el amor es un asunto profundamente político, porque implica enseñar a las personas a relacionarse con honestidad, a descubrir sus herramientas emocionales y a comprender la igualdad como indispensable en el amor. No podemos seguir esperando que ellas salgan corriendo cuando es demasiado tarde, y que ellos se conviertan en asesinos o maltratadores cuando podían ser hombres amorosos e igualitarios.

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