No es correcto que Lorenzo Meyer defienda un país donde él no podría hablar con la libertad que practica aquí en su país.
Me pareció triste la participación de ayer de Lorenzo Meyer en el noticiero de Carmen Aristegui defendiendo el modelo chino. Ese fue mi sentimiento debido al respeto que le tengo al profesor-emérito de El Colegio de México, mi alma máter. Creo que Meyer se equivocó. No es correcto que defienda un país donde él no podría hablar con la libertad que practica aquí en su país. Es imposible pensar que un crítico del gobierno participe en uno de los noticieros más escuchados en China. Simple y sencillamente, el Lorenzo Meyer chino no existe porque, en el mejor de los casos, está silenciado por la censura o, en el peor, se encuentra en la cárcel o el exilio.
¿Es China un modelo a seguir para los mexicanos? ¿Nos conviene un paradigma de éxito económico sin democracia ni libertades?
Yo no lo creo. Yo no estoy dispuesto a sacrificar libertades políticas a cambio de bienestar económico. Yo sí le doy valor a los derechos humanos como principios de organización social. Por eso, más que defender el modelo chino, hay que criticarlo por el autoritarismo en el que viven más de mil 300 millones de personas.
Ayer Meyer, en cambio, ensalzó el modelo chino. A partir de un artículo que recientemente publicó The New York Times (supongo que se refería a “China’s Economic Empire” de Heriberto Araújo y Juan Pablo Cardenal), el prestigioso académico mexicano se pronunció a favor de un capitalismo de Estado. En este sentido, se lamentó de la fuerza del Estado en México que es tan endeble que las televisoras “lo doblan”. Y dijo: “Ya quisiera ver que al Estado chino lo doblaran”. Pues no lo doblan porque en China las televisoras son del Estado y en pantalla sale la programación que deciden los censores del Partido Comunista.
No sorprende que en ese momento la propia Aristegui haya cuestionado a Meyer si estaba defendiendo a China. El académico se enredó argumentando que no había modelos a seguir y, para muestra, ahí estaba el reciente fracaso de España. La conductora del programa volvió a preguntarle qué defendía entonces, a lo que Meyer respondió que China sí tenía un proyecto nacional, que venía de miles de años, pero que había sufrido contratiempos en los últimos tres siglos. Pero ahí estaban los chinos, de nuevo, con un poderoso Estado, recuperando su lugar en el mundo con mucho orgullo. México, en cambio, carecía de proyecto.
Quizá México no tenga un Gran Proyecto Nacional, así con mayúsculas. Pero, por primera vez en nuestra historia, tenemos una democracia con libertades políticas. Y eso, que no existe en China, hay que celebrarlo.
Lo que sí existe en China es una política donde los padres no pueden decidir con libertad cuántos hijos tener; donde el Estado (ése que tanto admira Meyer) censura internet; donde las fuerzas armadas reprimen con tanques a los estudiantes que se manifiestan; donde sólo se permite un partido político: el Comunista; donde los miembros de ese partido son la élite que ha acumulado fortunas multimillonarias gracias a ese “capitalismo de Estado”; donde están prohibidas ciertas religiones, los sindicatos independientes y las organizaciones no gubernamentales. Eso es lo que ocurre en China. Y no lo digo yo. Lo dicen todas las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El informe 2013 sobre China de Human Rights Watch así lo resume:
“El gobierno sigue siendo un sistema autoritario de un solo partido que pone restricciones arbitrarias a la libertad de expresión, asociación, religión; prohíbe sindicatos independientes y organizaciones de los derechos humanos; y el partido mantiene el control de todas las instituciones judiciales. El gobierno también censura la prensa, el internet, y la industria editorial, además de tener políticas altamente represivas en áreas de minorías étnicas en Tíbet, Xinjiang y Mongolia interna”. Recomiendo la lectura del informe completo (www.hrw.org/world-report/2013/country-chapters/china) a todos aquellos que, como Meyer, ven grandes atributos en el modelo chino.
Es cierto: México tiene mil y un problemas con su modelo económico y otros tantos en su régimen democrático-liberal. Pero es un despropósito hablar bien de China como si debiéramos imitarlos. Al revés, hay que criticarlos por su régimen autoritario con todo y sus éxitos económicos. Ese es el tipo de comentarios que esperamos de alguien de la estatura intelectual de Meyer. En este sentido, quiero pensar que lo que dijo ayer fue un mero dislate que nos ocurre a todos los que estamos en el negocio de opinar.
Fuente: Excélsior 4 jun 13
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