domingo, 25 de agosto de 2013

Jorge Zepeda Patterson - CNTE, ¿hora de reprimir?

La tentación es enorme. Portadas de los diarios y noticieros de televisión muestran a los maestros de la CNTE flagelar las calles de la capital, agraviar a sus habitantes y desafiar abiertamente a las autoridades. Cientos de personas que perdieron su avión ofrecen testimonios desgarradores: el joven que desperdició sus ahorros y la oportunidad de vida al llegar tarde al vuelo a Tijuana y al empleo que le esperaba en California; la mujer que acudía a una terapia desesperada; el empresario que no llegó a cerrar un negocio en Chiapas; la chica que perdió sus vacaciones.

Los desplazamientos de millones de capitalinos han resultado afectados a lo largo de la última semana. Los comentaristas de radio, prensa y televisión claman contra el hecho de que un grupo político sea capaz de boicotear al poder legislativo; un atentado inadmisible a la democracia, dicen. Otros aseguran que este será el “Atenco” de Peña Nieto, similar al caso de los macheteros que impidieron a Fox construir su aeropuerto para la capital. Otros acusan a Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la capital, de ser un blandengue, incluso cómplice involuntario, por su incapacidad o negativa a reprimir a los protestantes y dar garantías a  los poderes federales para actuar con independencia de la presión de provocadores.
Y sin embargo, mal harían autoridades locales y nacionales si intentan resolver el problema a palos. Por razones éticas, desde luego, pero también por razones de cálculo político.





Por razones éticas: Un movimiento social no puede ser sofocado con la represión indiscriminada (y sin duda, pese a la caricaturización, lo del CNTE es un movimiento social y no sólo por los 10 mil que lograron traer a la capital). Atacar a la multitud es generar víctimas aleatorias, algunas de las cuales podrían pagar con su vida el crimen de defender lo que creían era su derecho.

Por razones de cálculo político: Generar mártires es un pésimo negocio político; produce un efecto bumerang y con frecuencia hace las veces de gasolina sobre el fuego que intenta apagarse. Mubarak lo descubrió muy tarde, luego de echar al ejército a la plaza Tahrir, en el Cairo.  

Lo que hasta ahora es un conflicto unilateral y puntual, podría convertirse en una efervescencia multilateral por obra y magia de la represión indiscriminada. Las exigencias de los maestros fácilmente podrían contaminar otras reivindicaciones que están en plataforma de salida. El 8 de septiembre Andrés Manuel López Obrador intentará una marcha multitudinaria para protestar por la apertura de Pemex a la iniciativa privada. Los grupos de autodefensa han proliferado justamente en zonas donde la CNTE es poderosa (Oaxaca ,Guerrero y colindancias con Michoacán); ya están armadas y predispuestas contra los cuerpos de seguridad. Y, finalmente, la economía en retroceso es una pésima noticia para las cuentas nacionales, pero una tragedia para la microeconomía de los mexicanos de a pie. Eso y la disminución de remesas procedentes de Estados Unidos, empeorarán las condiciones de los que menos tienen. En suma, un caldo de cultivo para una escalada social de alcances insospechados.

Que la represión sea desaconsejable no significa que los poderes y la ciudad deban ser rehén de todo grupo que opte por la violencia para conseguir sus fines (y sí, admitámoslo, pretender colapsar el aeropuerto es un acto de violencia indiscriminado en contra del resto de la comunidad). Pero sí significa que el Estado deba operar con todos los recursos políticos y económicos antes de acudir a la “violencia legítima”, como dicen los clásicos. 
Ricardo Raphael, especialista en temas de educación, señaló que la Ley del Servicio Profesional Docente, mal llamada de “Evaluación”, origen del conflicto, es una iniciativa apresurada, llena de parches y mal comunicada por el gobierno (ver http://bit.ly/1f6g7Rb). El proyecto de ley tendría que ser reformado para incorporar un verdadero servicio profesional de carrera, de tal forma que constituya un aliciente para los profesores y no sólo un aparente castigo para el sindicato.

Por otro lado, el Estado requiere de un trabajo de inteligencia entre los cuadros del CNTE. Como en toda organización existen matices de concepción y radicalidad. Si en algún momento va a aplicarse la ley para castigar a los más violentos, las autoridades necesitarán operar con una gran mano izquierda para negociar con las porciones moderadas. Una batalla frontal con la toda la organización como tal es absurda. 

Finalmente, no podemos dejar de lado que la CNTE surge en una región históricamente abandonada por el crecimiento; la más atrasada del país. Hoy buena parte de ese territorio escapa al control del Estado por la proliferación de poderes ilegales. Ninguna negociación será de largo plazo si no se atenúan las duras condiciones que viven los habitantes de estas zonas y no se detiene la acumulación de agravios económicos, políticos y sociales que experimentan.

@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net


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