lunes, 14 de abril de 2014

Denise Dresser - Alto al abuso

Un atraco. Un abuso. Un asalto. Eso es lo que revela el primer Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial.

Maestros que cobran pero no enseñan: que cobran pero no aparecen; que cobran pero ya se retiraron; que cobran pero ya murieron, por lo que alguien recibe el pago en su lugar. Miles de escuelas sin drenaje y sin electricidad y sin internet. Millones de niños mexicanos sometidos por ello a escuelas públicas que son fábricas de pobres para maquilar más pobres. Institucionalizando así el País de brechas insuperables. El País de desigualdades mayúsculas. El País donde la escuela pública no propulsa a los niños hacia adelante, sino más bien los deja atados en su lugar.

Ese lugar escandaloso en el cual hay 298 mil 174 maestros desaparecidos. Ese lugar espeluznante en el que 13.3% del total de los docentes son un misterio para la SEP y una ganancia para el sindicato. 39 mil 222 de los cuales nadie sabe qué hacen ni dónde están. 30 mil 695 maestros “comisionados” o con licencia que reciben un sueldo a pesar de que está prohibido por la ley. 113 mil 259 que laboran en otro centro de trabajo. 114 mil 998 que ya se jubilaron o fallecieron pero siguen en la nómina. Evidenciando un sistema educativo que financia clientelas en vez de educar niños. Que permite cotos en lugar de construir ciudadanos. Que lleva décadas usando el presupuesto educativo para comprar el apoyo electoral.
 
 
 
 
 

Basándose en prácticas ilegales como los cobros de maestros en dos entitades federativas, las secretarias con plaza de maestro, la colonización de dependencias por “comisionados”. Basándose en la colusión y la corrupción y la resistencia del sindicato que no permitió la entrada a los encuestadores del Inegi a muchas aulas.

Y por ello por la mayoría de los maestros en Oaxaca, Michoacán y Guerrero quedaron fuera del censo. 36 mil 046 personas se negaron a dar información sobre su labor en las escuelas. Se negaron a revelar lo que prefirieron esconder.

He allí nuestro sistema educativo, canalizador de ciudadanos de segunda. Con brechas en educación e infraestructura que se traducen en brechas de desarrollo, en brechas de oportunidades, en brechas de derechos. Con escuelas en las que sólo 51.6% del total encuestado cuenta con drenaje. Sólo 69% dispone de drenaje. Sólo hay un maestro por cada 26.3 alumnos. Y el problema no es la falta de recursos, sino quienes se los han embolsado.

Lo que más sorprende no son los datos sino la falta de indignación social ante ellos. La conformidad compartida ante la catástrofe evidenciada. La preocupación de muchos medios por el pasado de Cuauhtémoc Gutiérrez y no por el futuro de los jóvenes mexicanos. Los que forman parte de generaciones atadas, amarradas. Los que son víctimas del robo del siglo, cometido año tras año en la nómina magisterial. Los que han padecido la complicidad del Gobierno con un líder magisterial, llámese Elba Esther Gordillo o Juan Díaz de la Torre. Millones de niños mexicanos que permanecerán en la pobreza debido a la subordinación de la SEP a los dictados del SNTE o la CNTE, aún con La Maestra tras la rejas. Millones de adolescentes que no ascenderán las escaleras de la movilidad social debido a la connivencia de autoridades abusivas con dinosarurios sindicales.

Y ante el abuso, el imperativo moral de exigir que pare. La exigencia social para poner fin a un sistema claramente disfuncional. Para que el dinero de nuestros impuestos vaya a los niños y no a quienes siguen saqueando a su nombre. Para que se devuelva el dinero y que la Auditoría Superior de la Federación ejerza sus atribuciones. Para que toda la información sobre los “comisionados” sindicales sea presentada por los gobernadores y no escondida por ellos. Para que se recabe la información que falta. Para que desaparezca la figura de “comisionados” junto con los beneficios descomunales que esos fantasmas lograron acumular. Para que Emilio Chuayffet cumpla la promesa de suspender el pago a 150 mil maestros que no forman parte del censo, pero sí del presupuesto. Una bolsa de 35 mil millones de pesos al año, destinada a maestros que no lo son.

Este atraco continuará siendo hasta que ustedes -ciudadanos- pongan un alto y se sumen a www.finalabuso.org. Hasta que alguien clame que escuelas sin maestros y sin electricidad y sin drenaje y sin sillas y sin escritorios y sin piso son una realidad que ningún mexicano está dispuesto a tolerar. Hasta que las reformas educativas aprobadas atiendan problemas de infraestructura junto con problemas de enseñanza. Hasta que decidamos poner un alto al abuso.
 
 
 

1 comentario:

  1. Denise Dresser:siempre leo tu columna y todo lo que escribes me parece formidable, casi no publico comentario alguno, soy uno de tantos fieles seguidores que tienes

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Por favor, sean civilizados.