Hoy por hoy, Cordero está arriba de Madero en la mayoría de las encuestas.
No exageramos: el próximo 18 de mayo se juega el 2018 para el Partido Acción Nacional (PAN). Allí está su futuro.
¿Por qué?
Porque un camino tendría el panismo con Gustavo Madero al frente, y otro, muy diferente, recorrería con Ernesto Cordero.
Pero vayamos con calma.
El 18 de mayo el PAN se juega el futuro en su elección interna. O se reelige Madero o Cordero será el nuevo presidente.
Y si bien el próximo mandato panista —gane quien gane— será por un periodo de transición por un año tres meses, ya que la elección del siguiente presidente blanquiazul coincidiría con las elecciones federales de 2015, entonces sí con tres años en el cargo con opción a reelección y bajo la cual se elegiría al próximo candidato presidencial del PAN, resulta innegable que quien triunfe el 18 de mayo configuraría la hoja de ruta panista para las presidenciales de 2018.
Si gana Gustavo Madero, pavimentaría el camino para que un candidato afín al chihuahuense se postulara para 2015 y el “maderismo” mantuviera así el control partidista, relegando a un segundo plano a Felipe Calderón y a sus hombres y mujeres.
Con la hegemonía de Madero y su grupo al frente del PAN, y con un nuevo presidente ligado a esa corriente en 2015, desde ahí se construiría la plataforma para impulsar a un candidato presidencial “maderista” para 2018.
¿Nombres de aspirantes presidenciales del PAN con el grupo “maderista” a la cabeza?
Van dos, de momento: el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y el compañero de fórmula de Madero para el 18 de mayo, el diputado con licencia Ricardo Anaya, a quien, desde ahora, se comienza a “vender” dentro de un ala del panismo como un político moderno, de perfil “peñista” y como opción viable para 2018. Ya veremos.
Pero hay algo más que no debemos ni podemos perder de vista:
Alguien le ha metido en la cabeza a Gustavo Madero la peregrina idea de que puede ser candidato presidencial del PAN en 2018. Y lo peor: él cree que puede ganar.
Y esas opciones —Madero o alguien cercano a él como candidato presidencial— son el sueño del priismo para intentar repetir en la Presidencia en 2018.
Esa sería parte de la ruta del PAN con Madero y su grupo triunfando el 18 de mayo, como primera escala, y un año tres meses después, en 2015, para luego entrar de lleno a la carrera presidencial.
Sin embargo, Madero y compañía tienen enfrente a un rival que vencer dentro de poco más de un mes, y se llama Ernesto Cordero pero, sobre todo, lo que representa: el calderonismo y su propia hoja de ruta para 2018.
Hoy por hoy, Cordero está arriba de Madero en la mayoría de las encuestas. La única que le da el triunfo a Madero es Mendoza, Blanco y Asociados, aunque sólo por cuatro puntos. Cuasi empate técnico. Aquí la pregunta es: ¿a quiénes se está encuestando: a estratos de los 225 mil afiliados al PAN que en realidad son los que van a votar o a simples simpatizantes? Eso deberían aclarar las encuestadoras para determinar qué tan confiables son.
Supongamos que las encuestas son confiables y, efectivamente, Ernesto Cordero gane la presidencia del PAN el próximo 18 de mayo. ¿Qué cambiaría entonces? Todo.
Primero: el calderonismo estaría de regreso y Madero —a quien en el círculo calderonista desprecian— sería enviado a la congeladora y, como están las cosas dentro del PAN, su derrota implicaría prácticamente desintegrar sus posibilidades políticas a futuro aunque, ya lo sabemos, en política no hay derrota definitiva.
Segundo: con Cordero presidente del PAN y con la indiscutible experiencia, tablas y colmillo de Felipe Calderón, sería muy difícil que perdieran el control en 2015 y, por tanto, en 2018, desmontando, de paso, el tinglado político de Gustavo Madero.
Tercero: ¿Con quién cerrarían filas los calderonistas ya con el PAN bajo su control, neutralizando a Madero y a su grupo, y relanzándose para 2018?
Hay un solo nombre: Margarita Zavala, quien ya anunció que en 2015 buscará, y seguramente obtendrá, una diputación federal.
Con Cordero al frente, y con el siguiente presidente panista “calderonista” en 2015, apuntemos desde ya a Margarita Zavala como la segunda candidata presidencial del PAN, ahora, para 2018.
Zavala es una política de carrera con innegable prestigio, bien vista dentro y fuera del panismo, con enormes posibilidades de ser una candidata viable y con probabilidades reales para sacar, de nuevo, al PRI de Los Pinos.
Y eso es, precisamente, lo que el priismo no quiere: a Margarita Zavala como candidata porque la ven como una amenaza real para su perpetuidad en el poder.
Pero esa es otra historia que ya abordaremos en estos Archivos del poder.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/04/15/954121
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