Diez días antes de la desaparición, en Iguala, de 43 estudiantes de la
Normal Rural de Ayotzinapa, el presidente Barack Obama envió una
notificación al Congreso estadounidense en la que se declaraba
“particularmente preocupado” por los altos índices de cultivo de amapola
en México. En ese documento, fechado el 16 de septiembre de 2014, Obama
definió a nuestro país como “el principal proveedor de derivados de opio a Estados Unidos” y sostuvo que en solo cuatro años los decomisos de heroína en la frontera con México habían aumentado 324%.
No me gusta escribirlo, pero Obama tenía razón. A solo diez días de
aquellas declaraciones, 43 normalistas fueron secuestrados en la ciudad
de Iguala. Según las versiones disponibles, esos estudiantes fueron
brutalmente torturados y más tarde desaparecidos. Hasta donde sabemos,
el responsable es uno de los grupos criminales que disputan el control
de esa localidad.
¿Qué se estaba peleando (o que se está peleando) en Iguala? ¿Qué explica
la barbarie expresada en la cruenta e imparable aparición de fosas y
cuerpos calcinados? ¿Hablamos solo de un alcalde en malos pasos, de un
gobernador inepto —y tal vez cómplice—, de un puñado de partidos
inescrupulosamente entregados solo al cálculo electorero? O hablamos de
algo más.
Porque además de cuerpos calcinados, impunidad y corrupción sin freno,
las fosas halladas en Iguala indican la existencia de algo que de
momento ha permanecido en segundo plano. Algo que hace, sin embargo, que
la gente sea capaz de desollar al prójimo con tal de no perder.
Al referirse al principal proveedor de derivados de opio los Estados
Unidos, Barack Obama estaba hablando, en realidad, de la ciudad de
Iguala. Iguala es el “escurridero” a donde va a parar la producción de
adormidera del estado de Guerrero. Y el estado de Guerrero produce el
98% de la amapola del país. Es decir, de esos derivados de opio que
tanto perturban al presidente Obama.
El gobierno mexicano sabe que la goma de opio cosechada en Teloloapan,
Arcelia, Totolapan, Coyuca de Catalán, Pungarabato y Cuetzala, entre
otras regiones, es acopiada en Iguala. Y que de ahí parte, debidamente
empaquetada, hacia la frontera norte.
El Departamento de Estado reportó en 2012 que la mitad de incautación de
heroína en Estados Unidos estaba ocurriendo en la frontera con México.
De este lado del Bravo, el cultivo de amapola se había disparado de modo
espectacular: la mexican black tar o heroína negra —un producto más
barato y menos refinado que la heroína blanca, aunque más potente—,
invadía el mercado estadounidense.
Todavía en 2007, el cultivo ilegal más extendido en el país fue el de la
mariguana. Ese año, la Sedena detectó plantíos de mariguana en 23 mil
hectáreas: la amapola, en cambio, solo fue detectada en 11 mil. La cifra
doblaba a la del área de siembra amapola.
Las cosas cambiaron muy rápidamente. En 2008, suelo cultivado con
mariguana solo era 28% mayor al cultivado con amapola. En 2009 la
diferencia se redujo a 8%, y en 2011 el ejército advirtió que la amapola
se había impuesto como droga favorita de los narcotraficantes mexicanos:
fueron detectadas 19% más hectáreas dedicadas a su cultivo que al de la
desbancada mariguana.
Finalmente, en 2012, la Sedena encontró que los plantíos de amapola
superaban en 40% a los de mariguana. Una vuelta completa en cinco años.
Hoy, el Departamento de Estado señala a México como el segundo mayor
productor mundial de adormidera.
Aunque los cárteles mexicanos siguen traficando mariguana y cocaína, su
consumo en el país vecino ha decrecido. Para el gobierno mexicano, una
de las razones de este cambio obedece a la nueva política de salud
pública emprendida por Estados Unidos: para combatir la resistencia de
los enfermos a agentes infecciosos que provocan el 85% de los
fallecimientos en el mundo, el gobierno de aquel país adoptó la
resolución WHA51.17 de la Organización Mundial de la Salud, que propone
reducir y limitar al máximo el consumo de antibióticos. Esto habría
aumentado del otro lado de la frontera la demanda de analgésicos, muchos
de los cuáles son preparados a base de opiáceos. Así que la heroína
mexicana habría encontrado un segundo mercado.
La adormidera crece en lugares desérticos, en donde el aire es seco. De
ese modo son los alrededores de Iguala. Se afirma que en aquella zona
los sembradores llegan a obtener dos cosechas por año. No existen
estadísticas sobre la producción, tampoco sobre el precio de la goma de
opio en México; la anécdota indica, sin embargo, que al comenzar su
camino, el precio de la mexican black tar es de 300 dólares el kilo. De
acuerdo con una estimación del Departamento de Estado, en 2009 la
cosecha total de los productores mexicanos tuvo “un valor potencial” de
unos 17 mil millones de dólares.
¿Cuánto vale Iguala? Los normalistas de Ayotzinapa son víctimas de todas
las cosas que por estos días nos han sido reveladas. Pero son víctimas
también de la guerra de la amapola.
De esa guerra no nos habla aún el gobierno.
/@hdemauleon/
/demauleon@hotmail.com /
Fuente: http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2014/10/109430.php
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