En días recientes el presidente del gobierno Español,
Mariano Rajoy, ofreció disculpas a los ciudadanos por los últimos casos
de corrupción que afectan a su hogar político, el Partido Popular. Ante
el pleno del senado, el primer mandatario afirmó: “entiendo y comprendo
la indignación de los ciudadanos. Pido perdón en nombre del PP a todos
los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a
quienes en apariencia han abusado de ellos”.Este mea culpa
llegó tras el arresto de más de 30 empresarios y funcionarios públicos
que se coludieron para adjudicar indebidamente obras públicas, algo que
en nuestro país es sumamente común (el ya famoso “diezmo”) y que, sin
embargo, aquí jamás conduce a arrestos y mucho menos a una disculpa
pública de un gobernante o del presidente de un partido.
Muy por
el contrario. La corrupción es ya algo tan común y cotidiano que los
partidos no sienten la obligación de aceptar que se trata de un yerro
cuando sus militantes roban dinero público. No es un asunto de siglas:
si algo tienen en común PAN, PRI y PRD es que todos cuentan con
militantes que en otro país serían incómodos, pero que en el nuestro
hasta exhiben con cinismo la fuente de su poder.
Del lado de las
autonombradas izquierdas, podemos poner como ejemplo el caso del
Gobierno del Distrito Federal: su contralor reveló que este año “3 mil
361 servidores públicos han sido sancionados administrativamente por
cometer actos de corrupción”. Esto, que sin duda es un logro, al mismo
tiempo revela lo extendida que se encuentra la deshonestidad entre la
burocracia. Más serio aún es el caso de los aliados de Andrés Manuel
López Obrador hoy envueltos en escándalos relacionados con la
delincuencia organizada, los cuales el tabasqueño busca superar no
hablando con la verdad y aclarándolos, sino lanzando acusaciones a sus
adversarios.
En los medios también está muy presente la propuesta
del PAN y el PRI de crear un sistema “radical e integral” contra la
corrupción. La pregunta a los panistas sería, ¿a quién van a proponer
para presidirlo? ¿A César Nava? ¿A Yunes? Se trata de una institución
tan corroída por ese mal que resultaba una paradoja ver en la
presentación del mencionado sistema a Ricardo Anaya, protagonista de la
controversia de “los moches”, jamás aclarada a cabalidad.
Los
mismos priistas cuentan entre sus filas a tal cantidad de militantes
envueltos en escándalos que carecen de credibilidad ante los ciudadanos
para atajar esta amenaza social, especialmente porque han fallado en
operar la propuesta presidencial de crear la Comisión Nacional
Anticorrupción, uno de los compromisos primordiales del licenciado
Enrique Peña Nieto en su campaña.
Aunque en todos los partidos hay
ciudadanos honestos y congruentes, el sistema en sí mismo tiene ya tal
grado de descomposición que a sus dirigentes les es imposible
desterrarla.
Por ello, el verdadero combate a la corrupción solo
vendrá desde la sociedad, desde los grupos independientes y desde las
denuncias ciudadanas, desde aquellos mexicanos sin militancias ni
ideologías que saben que en el México de hoy el más grande acto de
patriotismo es luchar contra la corrupción.
Los derechos de autor son propiedad de los columnistas y sus periódicos; las columnas de los foristas son responsabilidad de ellos mismo; los comentarios, mentadas de madre y albures en Disqus son, también, responsabilidad de los foristas. Este lugar no tiene fines de lucro Aquí no se censura ni se modera. CUANDO SE PUBLIQUEN DATOS PERSONALES, POR SEGURIDAD, LOS POSTS SERÁN BORRADOS. Contacto: lafaunademilenio@gmail.com
RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.