Resultaría mezquino regatear el mérito de Cuauhtémoc Cárdenas en la
construcción no sólo del PRD –el más importante partido de las
izquierdas– sino de la democracia mexicana.
Sería una ruindad escatimar el lugar de Cárdenas en la historia como
promotor de la alternancia, la pluralidad y la transición democrática
que acabó con el partido único, “la dictadura perfecta” y el partido de
Estado.
Sin embargo –y a pesar de los méritos de Cárdenas– también es cierto que
nadie puede ser omiso, voltear para otro lado, decirse amnésico y
fingir demencia sobre la realidad que acompañó a Cárdenas y al partido
que fundó para tratar de ser alternativa al PRI corrupto, autoritario y
nada democrático.
¿Y cuál es la realidad que nadie debe olvidar, ignorar o negarse a ver?
Es una realidad que ha estado a la vista de todos durante los últimos 25 años y que se explica en dos momentos.
El primero –por doloroso y triste que resulte– es que, en los hechos, el
PRD que fundó Cárdenas fracasó rotundamente en los primeros 25 años de
su vida. ¿Por qué? Porque el PRD nunca fue alternativa al viejo PRI y en
no pocos casos se convirtió una mala copia del PRI, debido a su
corrupción, nula cultura democrática y proclividad a los caudillos que
con el tiempo terminaron en caciques. Guerrero e Iguala son la mejor
prueba.
¿Se han preguntado la razón por la que el PRD sólo ha tenido dos
candidatos presidenciales? La respuesta está en los caudillos y los
caciques autoritarios, nada democráticos y corruptos que controlaron el
PRD en más de dos décadas. Y es que el PRD no podía ser de otra manera
–a pesar de que en sus siglas lleva el sello de la revolución
democrática–; porque lo construyeron la herencia del PRI vertical,
corrupto, autoritario y nada democrático, y la herencia del Partido
comunista, vertical, corrupto, autoritario y nada democrático.
Está claro que el problema del PRD no está en Iguala, tampoco en los
videoescándalos y menos en el narcodiputado Julio César Godoy. No, el
problema está en su genética. Nació con el síndrome de la
antidemocracia, el caudillismo, el caciquismo y la corrupción; todas
herencia del PRI.
Y por eso, porque se convirtió en mala copia del PRI –y a pesar de que
el PRD de Cárdenas resultó fundamental para la transición democrática–,
al final de cuentas el PAN capitalizó la nueva puerta democrática y
logró echar al PRI del poder presidencial. En cambio, el PRD, como el
chinito, “se quedó milando”.
El segundo momento es que, a pesar de que el PRD lleva en sus siglas la
propuesta de encabezar una “revolución democrática”, lo cierto es que en
el PRD de Cárdenas y de López Obrador lo menos que existió fue
democracia. Ya dijimos que no es novedad que, en los hechos, Cárdenas y
López jugaron el papel de caudillos todopoderosos, se engolosinaron con
el juego de la divinidad política, propia del viejo PRI y del más viejo
comunismo. Y al final devinieron en groseros caciques.
Durante dos décadas, en el PRD de Cárdenas o el de López, no había lugar
para otras figuras capaces de pensar, imaginar o competir por la
candidatura presidencial, por un PRD independiente, sin el control de
uno o el otro cacique; los que regalaban candidaturas, puestos,
posiciones o decretaban la muerte de carreras políticas. ¿De verdad no
se acuerdan de todo eso los perredistas, los periodistas?
Tampoco se debe olvidar el “parricidio político” que a partir del año
2000 cometió AMLO al matar, políticamente, a Cárdenas. Como buen animal
político, López sabía que para destronar al rey león que era Cárdenas,
debía quitarle la manada –es decir el partido–, y luego matar a toda su
descendencia. Sólo así podría controlar a la manada y el futuro del
clan, que era la candidatura presidencial. Y sin cargo de conciencia lo
hizo. Y fue dos veces candidato presidencial.
También por eso, cuando el PRD quedó en manos de Rosario Robles –hija
predilecta de Cárdenas y amenaza para los intereses de AMLO rumbo a
2006–, el tabasqueño se encargó de matar políticamente a Robles, igual
que desde el año 2000 había matado a Cárdenas, su padre político.
Rumbo a la presidencial de 2012, llegaron “Los Chuchos” a la jefatura
del PRD. AMLO logró mangonear esa elección, pero ya no pudo sostener el
control del partido y se fue, luego del fracaso de 2012.
Lo curioso es que nadie en el PRD quiere ver que el regreso del PRI al
poder, en 2012, es el verdadero y gran fracaso cultural y político del
PRD; el partido que nació para echar al PRI del poder. Lo demás es
politiquería, porque la política no es de ángeles o demonios; es de
humanos que buscan el poder. Y el PRD ni morirá ni se debilitará. Al
tiempo
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/caudillos-y-caciques-1417084463
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