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La fuente de estos nuevos datos es un miembro de los servicios secretos alemanes que conoce muy bien los movimientos de los nazis en Oriente Próximo. Brunner estaría enterrado en Damasco. El centro dedicado a la persecución de criminales de guerra nazis, que actualmente tiene en marcha la llamada Operación Última Oportunidad, destinada a capturar a los últimos ejecutores del Holocausto vivos, considera que está muerto al 99%, aunque no puede confirmar al 100% la información porque no tiene pruebas materiales de su fallecimiento.
“Podemos decir que es el último gran criminal de guerra, el último jerarca nazi que ha fallecido”, agrega el cazador de nazis Zuroff, que este lunes se encontraba de viaje en Noruega. En su último informe anual, el Centro Simon Wiesenthal le definió como “el más importante criminal nazi que no ha sido procesado y que podría estar todavía vivo, aunque la probabilidad de que haya muerto aumenta cada año, dado que nació en 1912”. “Fue visto por última vez en 2001. Consideramos que debe ser mencionado en las listas de más buscados del Holocausto”, agrega el documento.
Considerado uno de los lugartenientes de Adolf Eichmann, el que fuera el ejecutor de la Solución Final (sobre el que Hannah Arandt escribió su famosa frase de la “banalidad del mal”), fue el responsable de la deportación de 128.000 personas en cuatro países europeos: Austria, Grecia, Eslovaquia y Francia, donde fue el jefe del campo de Drancy, el lugar desde el que los judíos franceses eran deportados a Auschwitz para ser asesinados. En 2001, fue condenado a cadena perpetua en ausencia en París por la deportación de 352 niños en el verano de 1944. Así le define el centro de información sobre el Holocausto que mantiene el Museo de la Tolerancia: “El Hauptsturmführer de las SS Alois Brunner perteneció al pequeño grupo que ayudó a Adolf Eichmann a llevar a cabo la Solución Final”.
La versión francesa de Slate cita entrevistas concedidas por Brunner en los años ochenta. En una explica que abandonó Alemania hacia Egipto en 1954 con un falso pasaporte y que finalmente acabó en Siria. En otras espeluznantes declaraciones, al Chicago Sun-Times, aseguró: “Los judíos merecían morir. No tengo remordimientos. Volvería a hacerlo”.
El Centro Simon Wiesenthal recuerda que el Mossad logró enviarle dos cartas bomba, en 1961 y 1980, a causa de las que perdió un ojo y la mano izquierda. También le relaciona con la llamada Red Gehlen, formada por antiguos jerarcas nazis que fueron utilizados por Estados Unidos para espiar a la URSS. Este episodio del final de la II Guerra Mundial, hasta ahora poco conocido, es objeto de un libro de investigación, recientemente publicado en EE UU con críticas muy positivas: The nazis next door. How America Became a Safe Haven for Hitler's Men, de Eric Lichtblau.
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