El gobierno del presidente Peña Nieto sabe presionar a los medios, me consta. Me consta también que es un gobierno con el que se puede dialogar, si lo que se está buscando es información. Me consta, por ejemplo, la furia que les provocaba el cuestionamiento que hacíamos de las estadísticas que, según ellos, marcaban la baja de la incidencia delictiva. Pero de esas fricciones, choques y discusiones surgió hace unos días, por ejemplo, su aceptación de cambiar la metodología con que contaban los secuestros. No sé si de buen o mal grado, pero reconocieron públicamente que su forma de medir era incompleta, incorrecta.
Desconozco si la administración de Peña Nieto presionó a la familia Vargas para que echaran a Carmen Aristegui y equipo de MVS. Aunque no le encuentro lógica ni beneficio a una acción de ese tipo, tampoco la descartaría.
Palabras más, palabras menos, los empresarios han expresado que estaban hartos de las conductas de la conductora y por eso le mostraron primero la puerta de salida y luego le dieron una sonora patada.
Son los empresarios que, con decisión y generosidad, le abrieron las puertas a Aristegui después de su despido de W Radio en 2008, precedido igualmente por una batahola de hechos no probados, pero contados para hacer creer que se trataba de una incontrovertible censura. Los empresarios que se embarcaron con ella en un capítulo más bien vergonzoso en 2011, que quisieron hacer pasar por la persecución de la única opción crítica en los medios electrónicos mexicanos, su porrista el senador Javier Corral dixit (¿Qué pensarán de esa frase decenas de periodistas y reporteros que día con día se esfuerzan por buscar dar una nota y en ocasiones lo consiguen?).
Por eso era importante escuchar a Aristegui ayer. No sobre el lío con sus patrones. Me interesaba saber si presentaría una narrativa documentada de cómo el poder gubernamental había intervenido en su despido. Pero una vez más, y es la tercera que ocurre, solo ofreció ambigüedad, fraseología, supersticiones. Teoría de la conspiración. Rollos sobre una supuesta red de fuerzas corruptoras que la persiguen para acabarla en radio (no en la televisión de paga ni en la prensa escrita o la red).
Dijo que todo apunta a que Los Pinos estuvo detrás del despido… que los hechos la hacen pensar… que no tiene evidencias, aunque los hechos le sugieren… que hay señales ominosas y manotazos autoritarios… que se trata de un conflicto forzado, un conflicto escalado…
Como en 2008 y 2011, cero información sobre la hipotética censura. En fin, cada quien su cuento. Ojalá regrese pronto. Anima la competencia por las mañanas. Ahí la estaremos esperando.
MENOS DE 140 El PRI sigue pensando que puede ganar siete de nueve gubernaturas, no Michoacán ni Baja California Sur.
Leído en
http://www.vanguardia.com.mx/columnas-aristeguiysuinagotableteoriadelaconspiracion-2288795.html
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