En Michoacán, Luisa María Calderón, “La Cocoíta” -aspirante por segunda vez al gobierno de Michoacán más otra si sumamos la campaña de su hermano felipe quien también quedó en tercer lugar en busca de la gubernatura-, optó por concordar con el perredista Silvano Aureoles Conejo con tal de evitar que el PRI permaneciera en el poder tras los escándalos de los Vallejo, una gran decepción por cierto, y las evidencias del poder del narco para poner, quitar o arreglar entuertos. ¿A quiénes favorecen en el fondo: Al priísta que marcha solo a los dos unidos para desbarrancar al primero? La estrategia, creo, dará buen resultado y el PRD con Aureoles volverá a ser el partido dominante... con el empujón de la panista, cófrade del ex presidente. Por cierto, también el priísta Ascensión Orihuela Bárcenas salió de las marginadas filas de Manlio, en plena bancarrota.
En Guerrero, la izquierda dominante durante dos sexenios -con alianzas claro-, le hará un flaco favor al PRI y su candidato Héctor Astudillo Flores; pero no tanto por las secuelas de las matanzas infames sino porque, al presentar varias caras, sobre todo la de Morena y el PRD, además de Movimiento Ciudadano, servirán muy bien a los intereses del priísta que sacará ventaja de su minoría con apenas presencia del PAN.
En San Luis Potosí, con una amplia cultura del voto heredada por las cruzadas inolvidables del doctor Salvador Nava, la panista Sonia Mendoza Díaz tiene el camino despejado sobre todo gracias a la pésima labor del mandatario local actual, Fernando Toranzo Fernández, quien a trueque de la ausencia de obras públicas benefició a su familia y a él mismo con un descaro absoluto: Acumuló veinticinco propiedades, compró un yate anclado en Manzanilla y se traslada siempre, cuando quiere pescar, en el helicóptero oficial sin que nadie lo señale como en otros casos. Los peculados del PRI y la prepotencia inaudita del mandatario de esta filiación le sirven el caldo gordo a la panista a cambio de aplastar el futuro de su correligionario Juan Manuel Carreras López.
En Baja California Sur, como hemos explicado, la moneda está en el aire porque los partidos no tienen importancia: Cada quien se brinca para donde quieran impulsarlo como ocurrió con el actual mandatario, Marcos Alberto Covarrubias, un perredista acendrado -lo parecía- que acabó representando al PAN cuando le hicieron a un lado en su partido de origen. Y, claro, ahora el PAN y el PRI disputan con mayor fuerza un territorio que había sido del PRD. La ventaja es ligera para el priísta Ricardo Barroso Agramont, por su larga trayectoria como político-empresario; pero no descarto al panista Carlos Mendoza Davis quien puede escalar, por inercia, el Palacio de Gobierno.
En Querétaro la pelea es muy cerrada, sobre todo después de que al priísta Roberto Loyola Vera, hermano del panista Ignacio, el bravucón, le fueron exhibidas sus propiedades y sus fondos, además de utilizar dinero de más para publicitarse lo que pondrá a trabajar a lo que quede del INE. Por ello, el propio priísmo ha sido el factor fundamental para la crecida del panista Francisco Domínguez Servién quien marcha en caballo de Hacienda.
Lo de Colima y Campeche son los casos extraños de esta revoltura. En la primera entidad las vendettas y crímenes, como el del ex gobernador Silverio Cavazos, no parecen suficientes como para hacer torcer la balanza hacia otro partido porque, sencillamente, el candidato panista, Jorge Luis Preciado Rodríguez, ha acumulado señalamientos y denuncias por sus malos pasos durante un largo trayecto; y de allí que el abanderado del PRI, José Ignacio Peralta, muy a pesar de las pésimas actuaciones de Mario Anguiano Moreno y, más atrás, de Fernando Moreno Peña, ladrón de cuidado y presunto autor del crimen contra Cavazos, se lleve la delantera; y en el segundo, el siempre acomodaticio Alejandro Moreno Cárdenas, amigo muy personal que fuera de Roberto Madrazo, luego de Juan Camilo Mouriño y actualmente de peña nieto, no parece tener sino las escasas intemperancias de Layda Sansores, la hija del peor cacique del sureste junto con cercera de Yucatán, y permanente viajera entre distintas opciones partidistas; creo que sólo le falta el PNA.
El caso de Nuevo León parece definido a favor de Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, “El Bronco” -cualquiera otra cosa olería a chanchullo vulgar-, quien aunque no es monedita de oro ni mucho menos -algunos le califican con los peores nominativos por cuanto es irrespetuoso, de hablar caliente y bravucón-, significa la posibilidad de que un independiente gané el Gobierno de una de las entidades con mayor presencia en el país por delante de la priísta farandulera, Ivonne Álvarez García, y del panista que levanta la pasión ni de sus cercanos, Felipe de Jesús Cantú Rodríguez si bien a éste le apoya el comité ejecutivo nacional del PAN.
Cambiaron, pues, los momios en unos cuantos días. El Pan puede ganar Sonora, San Luis Potosí, Querétaro y hasta Baja Californa Sur; el PRD, dividido y casi desmantelado, podría aspirar a una victoria en Michoacán y si ocurre un milagro en Guerrero en donde tantos rencores existen. Finalmente el PRI tiene “seguras” Colima y Campeche, puede pelear Michoacán, Baja California y Guerrero y lo demás está perdido; finalmente, Nuevo León es el prietito en el arroz de los institucionales que no desean cambios aunque en este caso “El Bronco” haya tenido una militancia en el PRI de cuatro décadas y despejar las mañas será muy complejo aunque, desde otra perspectiva, puede abrir una puerta importante para el ejercicio democrático.
El PRI parece irse a pique a unos días de las elecciones y cuando todos estimaban una ventaja en, cuando menos, cinco estados del país. No ha sido así, por supuesto, porque la impopularidad del presidente peña y los excesos de sus gobernadores han tirado todo prestigio por la borda y de eso se aprovechan sus opositores aún cuando sus divisiones, en principio, parecían ser favorables para el partido en el poder central.
Pero lo grave, en todo caso, es la posible pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados lo que vendría a ser un severo valladar para el presidente en sus relaciones interinstitucionales. Ya no le será tan sencillo imponer sus decisiones unilaterales como en un principio hizo con las impopulares reformas sacadas de la manga de Aurelio Nuño y Luis Téllez Kuenzler.
Y, desde luego, no debe descartarse la tendencia hacia la abstención como un signo de posicionamiento político contra el gobierno. Insisto: Dejar las casillas vacías evitará la foto esperada por el peñismo: Las urnas repletas y filas en orden, como pruebas para los observadores del exterior. Sin la afluencia pretendida, la ilegitimidad de los electos estará por verse y el gobierno de peña se acercará a la posibilidad real de un referéndum sobre la propia gobernabilidad de una administración repelente para 85 de cada cien mexicanos.
No he dejado de votar nunca; ahora creo que es necesario sin que ello implique dejar las manos libres a los atracadores. Ésta es una falacia: Sin votantes no pueden presumirse votos ni porcentajes mayoritarios de concurrencia. Sería una bofetada al establishment y, la verdad, tengo muchas ganas de desfogarme desdeñando la parodia manchada, para colmo, por el racismo. Prefiero guardar mi voluntad antes de que sigan burlándose de ella como ha ocurrido en los comicios fraudulentos desde siempre. Y con ello, tendremos más elementos para exigir la salida de peña del gobierno. Créanme, votar no sirve para nada en los tiempos actuales, salvo para que se rían de los incautos y los medrosos.
Web: http://www.trinchera.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/en-las-ultimas-1433309421
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