Puede parecer ingenua la interrogante pero es necesaria plantearla. ¿Para quién trabaja el Gobierno? Por una parte durante su discurso inicial al asumir la Primera Magistratura, Enrique Peña Nieto puso en trance a los poderes fácticos, cuyas cabezas visibles estaban frente a él, a través de sus célebres “decisiones presidenciales”; de todas ellas solo cumplió, en ocho meses de ejercicio, la de mantener firme el timón de la reforma educativa -todavía discutida-, mientras se aprehendía a la nefasta Elba Esther Gordillo a quien no le ha salido un solo defensor ni siquiera de las filas que tanto decía controlar. Los demás, cada día, están más cómodos pese a las ofertas “sociales”, como la fallida “Cruzada contra el Hambre”, que pretendían ser ecuánimes y estabilizadoras. No fue así.
La tal “cruzada” inició en las entidades con mayores conflictos de violencia, las “tierras de nadie” muchas de las cuales resultan inaccesibles hasta para tropas y marines en este mar soterrado, la nueva Atlántida, que es México en donde los segundos tienen jurisdicción hasta en la ciudad de México so pretexto de que deben dragar los lagos de Chapultepec. Resulta ridículo, aunque sea broma lo anterior, este centralismo absurdo que contrae a los marineritos de asfalto mientras nuestras costas son descuidados al grado de que ¡hasta despareció la Isla Bermeja, en el Golfo, para posibilitar que la Unión Americana ampliara sus mares territoriales! ¿Y de esto quien responde?¿El secretario de Agricultura o el de Reforma Agraria? ¡Por favor!
Ahora resulta que el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial -en alguna etapa nacionalista y reacio a las fusiones y prestanombres-, ha iniciado una campaña de presión contra el secretario de Hacienda, Luis Videgaray caso -decepcionante, cabría agregar como tercer apellido-, para evitar que los ricos paguen sus impuestos correspondientes, porcentual y equitativamente, de acuerdo a sus ganancias. Considera que así -el pretexto de siempre- se reducirán los espacios para la inversión y la creación de nuevos empleos, sobre todo ahora que comienzan a sentirse los efectos de la crisis europea -por efecto de la de nuestra derruida “puerta de entrada”, España, cuyos corporativos le hincan el diente a nuestra economía sin el menor pudor-, y la desocupación va en aumento entre los mexicanos acaso con el ánimo de que se traslade aquí el desastre de allende el mar en donde perviven seis millones y medio de desempleados entre los hispanos.
Lo anterior nos pone en jaque y es bastante más que una advertencia. Abaratado al máximo nuestro mercado por efecto de la pésima publicidad que deriva de los enfrentamientos entre mafias -mientras se concentran en Michoacán las fuerzas públicas, en el norte se disparan los duros ajustes de cuentas entre cárteles asesinos al tiempo que solo en apariencia se descabeza a los zetas quienes ya tenían listo el reemplazo del “40” por el “42.
En fin, los ricos no quieren pagar igual que los pobres. ¡Qué para eso hay diferencias de clase, faltaba más! Así es como responden a los desafíos iniciales del señor Peña -por ejemplo los ferrocarriles de alta velocidad anunciados quedaron en el archivo mientras las poderosas familias de camioneros disfrutan de la infraestructura que rompen con su constante ir y venir incluyendo a los asesinos de las carreteras, los tráileres de doble remolque-, cuando todos los aludidos se volteaban a ver entre ellos, sorprendidos y, a la vez, midiendo los ojos del mandatario para saber en donde se situaba la delgada línea entre la democracia y la demagogia, su antítesis. Perdimos, al parecer, apenas ocho meses después, los más... mientras los menos reclaman el absurdo de rendir menos tributos por el afán de levantar sus propias empresas acosadas por los consorcios del exterior o desde éstos, a través de los repulsivos prestanombres. México, dicen, es así; pero los mexicanos jamás hemos
estado de acuerdo.
Y es esta la explicación que nos debe el señor Peña Nieto y su presunto “delfín”, Videgaray -tiene otro, Luis Enrique Miranda, quien marca de cerca al torpe hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong en la Secretaría de Gobernación, amén del efebo Manuelito Velasco Coello, de Chiapas-, sobre sus verdaderos intereses en épocas de sospechas crecientes y a sabiendas de las tremendas infiltraciones de las mafias -las políticas, encabezadas por Carlos Salinas de Gortari y Arturo Montiel Rojas, tío del mandatario en curso; y las criminales que, desde luego, trabajan para unificar un mando común, un objetivo lejano de la izquierda como están las cosas, entre los grandes “capos” intocables; puede más el crimen que la negociación-, en cada uno de los niveles del gobierno: del administrado por peña y los de sus antecesores hasta tocar a Miguel de la Madrid, ya extinto y seguro conserje del
inframundo.
Es casi absurdo que las naciones pobres, saqueadas y satélites, subvencionen a las ricas, imparables y ambiciosas. México, por ejemplo, vende barato su petróleo, dentro de la estrategia estadounidense para abatirlo sin merma de sus propias reservas y mantener con ello su hegemonía, cuando menos, un siglo más de acuerdo a las expectativas de quienes proyectan el andad de la gran potencia, a cambio de recibir productos refinados caros y volatizar de esta manera sus ganancias. Una mentira tan grande como la reducción de la pobreza por un simple decreto de Fox o la posición en la ONU, para combatirla, de Ernesto Zedillo quien prohijó la miseria colectiva de los mexicanos aplicando, a rajatabla, los lineamientos del Fondo Monetario Internacional. Lo demás es obra de la amnesia colectiva, tan dañina como los incondicionales que tienen aspecto de caballos de pica, en las corridas de toros, que salen al combate con los ojos vendados para no huir ante el peligro.
Por vergüenzas no paramos. Curiosamente, desde que se inició la batalla en contra de Carlos Slim Helú, prominente inversionista en el ramo de las telecomunicaciones, de manera por demás curiosa se colapsó la inversión en esta materia, como si los cómplices desde adentro hicieran su trabajo para aislar a los competidores del multimillonario que pelea la cumbre, con Billy Gates, entre las mayores fortunas del planeta. No hablamos, claro, de cualquier cosa. El hablador, el “pato” Donald Trump, al parecer, se quedó con su torre en Nueva York pero sin el apoyo de su jefe Slim, ya ni siquiera figura entre los mayores multimillonarios y es motivo de torpedos desde la Casa Blanca.
¿Cómo podrían explicar los altos funcionarios mexicanos el contraste terrible entre algunos de los mayores millonarios del planeta y una de las sociedades, la mexicana, más aplastada por los saqueos y las distancias de clase, depauperada además por el mal llamado neoliberalismo“social”?
Es necesario que el señor peña nieto asuma sus responsabilidades a cabalidad. Pero esto, a las alturas que vamos, ya parece imposible. Está con los ricos y los poderes fácticos a los que combatió verbalmente cuando asumió la Presidencia y no con la mayoría de los mexicanos. Es aristócrata y nunca fue visionario. Para él la cuestión central era ganar la crónica de su sexenio, su propia historia, pero ya la perdió. Y sólo suya es la responsabilidad.
Debate
De los “desaparecidos”, entre veintidós mil y treinta mil durante el magro régimen anterior, pasamos a los abducidos, esto es quienes no dejan rastro como si hubieran entrado al “Triángulo de las Bermudas” o hubieran llegado, de manera soterrada, debajo del agua, claro, a la Isla Bermeja, desaparecida por la Unión Americana para ampliar sus aguas territoriales y “conquistar” con ello, sin el menor diferendo siquiera, nuestras reservas petroleras.
No hay otra explicación cuando en los casos de desaparecidos a quienes se les observa en videos -como el caso del antro Heaven del Distrito Federal-, no se dejan rastros; o, peor aún, cuando sin filmes de por medio, seis personas se esfuman en Lagos de Moreno, Jalisco, en el corazón de donde tomó más fuerza la Cristiada, acaso como un aviso de que “la tierra de nadie” se extiende peligrosamente por el territorio nacional. ¿O acaso los sofisticados sistemas de espionaje y los bancos de datos de voces, orgullo de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública, amén de los búnkers que ya nadie utiliza, con millones de pesos de inversión, fueron solo parte de la opereta calderonista todavía impune? El señor Peña ya dejó en la impunidad a su antecesor y sus testaferros para burla de los mexicanos y del propio mandatario en funciones. Seguimos estacionados en el pasado.
Claro, queda la posibilidad de que los extraterrestres, encabezados por fox y las muchas faldas de marta, su consorte, hubiesen hecho de las suyas en las narices de los ahora comisionados de seguridad que estos y sus principales colaboradores sean imitaciones de los originales, como si se tratara de la película “Cocoom”. Los mexicanos ya no somos tan ingenuos para asimilar un cuento de estas dimensiones; para colmo, baja el nivel de lectura escandalosamente, como muestra de la estrategia triunfante en pro de la ignorancia y la subsecuente manipulación. Díganme, amables lectores, de cuál lado están.
Web: http://www.trinchera.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/los-ricos-no-pagan-1435646926
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