Nunca he creído en las historias contadas por los cazadores ni por los apostadores ni, mucho menos, por los políticos, auténticos profesionales del embuste. A propósito, recuerdo una anécdota narrada por un cazador que me hizo saber cómo en Tanganica se había encontrado, de golpe, con un elefante tan grande, pero tan grande, que sólo la fotografía pesaba más de 40 kilos…
Si el amable lector que pasa su mirada generosamente por estas líneas cree semejante efeméride africana, entonces también debe creer que del penal de Almoloya, de alta “facilidad” reconocida en todo el mundo, se haya podido construir un túnel de 1 kilómetro y medio de longitud y 15 metros de profundidad, sin que nadie se haya percatado: ni los presos ni las autoridades ni los reclusos, absolutamente sordos y ciegos, porque sacaron más de 3 toneladas de tierra sin producir ni una briznita de polvo ni un triste decibel de ruido. He ahí pequeñas muestras de la magia de este gran escapista, un genial ilusionista como El Chapo Guzmán, cuya sola presencia produce sordera entre quienes lo rodean. El Chapo, un personaje de virtudes poco vistas si se olvida su lamentable profesión, sería la envidia de Harry Houdini, de David Blaine, de David Copperfield, de Criss Angel y del gran Cardini.
El Chapo, hoy nuevamente el prófugo más famoso del mundo, obviamente mecsicanou, se comunicaba con telepatía con sus libertadores del mundo exterior, sin recurrir a señales de humo que, desde luego, estaban prohibidas ni echaba mano de celulares, cuyas señales electrónicas eran interrumpidas por sofisticados aparatos de tercera generación tecnológica. Sentado en su celda cerraba los ojos, crispaba los párpados y se frotaba las sienes para que el túnel se hiciera solito, sin ruido, sin levantar polvo. Por esa razón no puso un letrero en la prisión con la siguiente leyenda: “Disculpe las molestias que le ocasiona esta obra: no fue necesario: Nada por aquí, nada por allá y…”
El Chapo burló cámaras, aduanas, bardas perimetrales, torres de vigilancia externas e internas sin que nadie percibiera su fuga muy a pesar de la colocación de un brazalete preventivo para su localización dentro del penal y un sistema de vigilancia de circuito cerrado monitoreado las 24 horas los 365 días del año desde Almoloya y desde el centro de control de la Policía Federal, pues sí, “il grande Giocchino”, nombre artístico de Joaquín, no le pide nada a Houdini, quien salía del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, se zafaba de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos y de toda suerte de esposas, (me refiero a las que se ponen en las muñecas), cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo. ¿Esto último es magia? ¡No, claro que no!: Houdini jamás hubiera podido escapar de Almoloya, en esa prisión hubiera muerto de viejo…
La consagración de El Chapo como ilusionista, antes de que lo contraten en Las Vegas, consistiría en ejecutar 2 trucos inmediatos: uno, librarnos con un suspiro de la gigantesca vergüenza que pesa sobre casi todos los mexicanos, al sabernos exhibidos en el mundo entero como incapaces o corruptos, o ambos calificativos juntos y, dos, lograr con un sólo chasquido de dedos la desaparición fulminante del escenario político de un chino que ni siquiera sabe contar cuentos chinos y de sus ayudantes, uno más incapaz que el otro…
Twitter: @fmartinmoreno
Leído en
http://www.excelsior.com.mx/opinion/francisco-martin-moreno/2015/07/15/1034754?mc_cid=720bb2bf7a&mc_eid=4eb37ac89c
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