Tal como yo y muchos otros lo pronosticamos, Manlio Fabio Beltrones será el próximo presidente nacional del PRI. Y no acertamos en nuestro pronóstico porque seamos unos iluminados o tengamos acceso a información privilegiada o gocemos de la confianza del presidente Enrique Peña Nieto o la suerte esté de nuestro lado. Le atinamos, o por lo menos yo le atiné, porque no hay otro priísta que lo iguale en experiencia, que tenga su amplia red de contactos dentro y fuera de su partido o que pueda presumir del número de priístas influyentes que le deban algún favor o ayuda. En suma, porque aparte de Enrique Peña Nieto, no hay militante del PRI que tenga el peso específico propio que tiene el sonorense.
El primer priísta del país decidió la sucesión de César Camacho, el actual presidente nacional del PRI, de la misma manera en que en 2011 decidió su propia sucesión: pragmáticamente. En 2011, como gobernador del estado de México llegó a la conclusión de que Eruviel Ávila, a pesar de no ser su delfín, era el único priísta que garantizaba el triunfo de su partido en las elecciones para gobernador mexiquense que se realizaron ese año; y ahora, en 2015, se convenció de que Beltrones es el único priísta capaz de maximizar las posibilidades de triunfos de su partido en las elecciones que en 2016 y 2017 se llevarán a cabo en diversos estados del país. Resulta increíble que algunos comentaristas aseguraran que el sucesor de Camacho Quiroz sería Aurelio Nuño, olvidando que, fuera de su cercanía con Peña Nieto, el jefe de la Oficina de la Presidencia no posee una base de poder propio, que el poder que ejerce es por obra y gracia de su jefe, quien de un día a otro puede retirárselo.
Otros comentaristas en verdad creyeron que el próximo presidente nacional priísta sería el gobernador de Chihuahua, César Duarte, olvidando algunos de los escándalos que han caracterizado su gestión, entre ellos el de sus sociedad con un banco o la debilidad de su imagen entre las bases priístas.
Otros más aseguraron que sería el secretario de Agricultura y exgobernador de Coahuila (1999-2005), Enrique Martínez, olvidando los escándalos que caracterizaron su gobierno, escándalos que la oposición seguramente se encargaría de recordarnos en caso de que hubiera sido el elegido.
Caray, hasta hubo quienes creyeron que el exjefe de la policía del DF, Enrique Jackson, sería el elegido. Sin comentarios.
Peña Nieto decidió a favor de Beltrones porque, como lo anoté antes, no había otro que pudiera con el pesado paquete que dentro de algunos días le tocará cargar.
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