lunes, 31 de agosto de 2015

Jesús Silva-Herzog Márquez - El arte del médico

El médico, el médico de veras, no es un científico, es un artista. Si al científico le importa la verdad y podría decirse que sólo eso le importa, el médico se empeña en hallar el camino al bienestar, al alivio. Naturalmente, el médico necesita de la ciencia y se sirve de ella. Su trabajo, no hay quien lo dude, cultiva conocimiento cotidianamente. Su meta, sin embargo, es otra. Cuando Paul Valéry se dirijió a los cirujanos que lo invitaron para abrir uno de sus congresos, el poeta los llamó “ministros de la voluntad de vivir.” Hay en ustedes, les dijo, “un artista en estado necesario.” Su materia no es el lienzo o el mármol sino la carne viva. El cirujano es un artista, dice Valéry porque “su obra no se reduce a la ejecución uniforme de un programa impersonal de actos.” Quien interviene el cuerpo para sanarlo no puede actuar como el mecánico en la línea de producción. En la receta, la cirujía o la terapia está el paciente único, irrepetible y la inteligencia imaginativa del doctor.



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