lunes, 21 de septiembre de 2015

Jesús Silva-Herzog Márquez - Desintegrar la indignación

No hay institución democrática que sea inmune a la perversión. Cualquier regla, cualquier instituto, cualquier principio del pluralismo puede torcerse en beneficio del autócrata. Lo vio brillantemente aquel abogado francés que denunció las tretas del bonapartismo original imaginando la conversación de un ingenuo Montesquieu con Maquiavelo, el sabio. Maurice Joly supo muy pronto que el tirano puede encontrar respaldo en el voto. En aquel diálogo de muertos en el infierno, vio que se puede desarmar al congreso para hacerlo inofensivo sin necesidad de clausurarlo. Que la prensa puede ser domesticada sin meter a nadie en la cárcel. Si es cierto que la democracia es el gobierno de la opinión, será cierto también que es el gobierno de las apariencias.



Lea la columna completa aquí  http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=331180




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.