El Partido Liberal ganó las elecciones federales realizadas el domingo pasado en Canadá. De tener solo 36 asientos en la Cámara de los Comunes, los liberales ahora tendrán 184, lo que les permitirá formar un gobierno de mayoría sin la necesidad de aliarse con ningún otro partido. El Partido Conservador del primer ministro saliente, Stephen Harper, ganó solo 99 escaños, 60 menos de los que obtuvo en las elecciones de 2011, mientras que el Nuevo Partido Democrático se quedó con 44, que son 51 menos que las que consiguió hace cuatro años.
El factor que explica el crecimiento desmesurado del Partido Liberal en solo cuatro años se llama Justin Trudeau, de 43 años de edad, hijo mayor del finado Pierre Trudeau, quien fue primer ministro canadiense de 1968 a 1979 y de 1980 a 1984. En 2008 fue electo por primera vez al parlamento canadiense y en 2013 se convirtió en el líder de los liberales. En solo dos años Justin hizo que su partido accediera al poder después de que en 2011 apenas obtuvo el 18.9% de los votos. Por eso, dentro de pocos días se convertirá en el vigesimotercer primer ministro de su país.
Pese a su apellido famoso, Justin no es visto como un político por los electores en vista de que gran parte de su vida la ha dedicado a la academia y a la defensa de causas sociales. No pasó desapercibido el hecho de que dudó en aceptar el liderazgo de su partido por el temor de no dedicarle el tiempo suficiente a su esposa, quien es una conductora de televisión, y a los tres pequeños hijos de ambos.
Al elegir a un gobierno liberal dirigido por un político que no es percibido como tal, los votantes se sublevaron contra la clase política representada por Harper, un veterano con casi 30 años de carrera, 10 de ellos al frente del gobierno canadiense.
La revuelta de los ciudadanos contra la clase política acaba de verse en Canadá; se está viendo en Estados Unidos, en donde dos hombres que nunca han ocupado un cargo público –Donald Trump y Ben Carson- encabezan las encuestas de preferencias entre quienes se declaran republicanos; la vimos el 6 de junio pasado en México, cuando un candidato independiente ganó la gubernatura de Nuevo León sin que a nadie le pareciera importar que militó durante 33 años en el PRI.
2015 podría ser recordado como el año del inicio de la revuelta de millones de ciudadanos contra la clase política de sus respectivos países. Revuelta que se origina en la falta de capacidad de los políticos para resolver el creciente número de problemas económicos, sociales y políticos que afectan la vida de millones de personas, y en la percepción de que los políticos solo usan sus cargos para enriquecerse mientras que gran parte de la población enfrenta cada vez más carencias.
Habrá que ver si Trudeau y el flamante gobernador de Nuevo León no terminan actuando igual que los que los antecedieron. Mientras eso sucede o no, los no políticos podrán seguir beneficiándose de la revuelta de los votantes.
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