sábado, 24 de octubre de 2015

UN POEMA DE:

El hombre*
  Ser feliz es tener la certeza de no estar perdido
Jorge Bucay

Si el hombre pudiera decir lo que ama

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda

Me canso de ser hombre

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin Embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas...

Pablo Neruda (de Residencia en la tierra )

No cojas la cuchara

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica, te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: Morir.

Gabriel Celaya

Mujeres Necias
Réplica a Sor Juana

Mujeres necias que acusáis
al hombre sin estilo,
sin ver que sois el motivo
de aquello que condenáis

Sin con ansia sin par
Solicitáis sus dineros
¿por qué queréis que sean sinceros
si los invitáis a defraudar?

Combatís su infidelidad
y más tarde con prepotencia
decís que fue debilidad
lo que hizo la paciencia

Deseáis con obstinada necedad
encontrar al que queréis,
de pretendiente a un sheik
y en la seducción a Simbad

Con el caballero y el patán
observáis idéntica actitud:
despotricando con acritud
contra uno y otro por igual

Aprobación no se ha ganado
pues si en halagaros ha fallado
es un grosero y malcriado,
y si os complace, un arrastrado

Siempre tan necias juzgáis
que con igual balanza
jugáis con uno por su alabanza
y a otro por su desdén culpáis

¿Pues cómo ha de ser aquél
que vuestro corazón ansía
cuando el obsequioso hastía
y el indiferente es cruel?

Dejad así de exhibiros
y entonces sí, con motivo
podréis acusar de lascivo
a quien pretende seduciros

Bien justificáis mi poema
que es falsa, mujer, vuestra belleza
pues en vuestra bella naturaleza
conjuntáis Lucifer, pecado y condena

Lorenzo da Firenze

Amo a los hombres y les canto

Amo a los hombres
Y les canto.
Amo a los jóvenes
Desafiantes jinetes del aire,
Pobladores de pasillos en las Universidades,
Rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes.
Amo a los obreros,
Esos sudorosos gigantes morenos
Que salen de madrugada a construir ciudades.
Amo a los carpinteros
Que reconocen a la madera como a su mujer
Y saben hacerla a su modo.
Amo a los campesinos
Que no tienen más tractor que su brazo
Que rompen el vientre de la tierra y la poseen.
Amo, compasiva y tristemente, a los complicados
Hombres de negocios
Que han convertido su hombría en una sanguinaria
Máquina de sumar
Y han dejado los pensamientos más profundos, los
Sentimientos más nobles
Por cálculos y métodos de explotación.

Amo a los poetas -bellos ángeles lanzallamas-
Que inventan nuevos mundos desde la palabra
Y que dan a la risa y al vino su justa y proverbial importancia.
Que conocen la trascendencia de una conversación
Tranquila bajo los árboles,
A esos poetas vitales que sufren las lágrimas y van
Y dejan todo y mueren
Para que nazcan hombres con la frente alta.
Amo a los pintores -hombres colores-
Que guardan su hermosura para nuestros ojos
Y a los que pintan el horror y el hambre
Para que no se nos olvide.
Amo a los solitarios pensadores
Los que existen más allá del amor y de la comprensión sencilla
Los que se hunden en titánicas averiguaciones
Y se atormentan día y noche ante lo absurdo de las respuestas.

A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana,
Con un amor que es más grande que yo toda,
Que me supera y me envuelve como un océano
Donde todo el misterio se resuelve en espuma...

Amo a las mujeres desde su piel que es la mía.
A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas,
A la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora,
A la que llora por un niño que se ha dormido para siempre,
A la que lucha enardecida en las montañas,
A la que trabaja -mal pagada- en la ciudad,
A la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas
En la pancita caliente del comal,
A la que camina con el peso de un ser en su vientre
Enorme y fecundo.
A todas las amo y me felicito por ser de su especie.
Me felicito por estar con hombres y mujeres
Aquí bajo este cielo, sobre esta tierra tropical y fértil,
Ondulante y cubierta de hierba.
Me felicito por ser y por haber nacido,
Por mis pulmones que me llevan y me traen el aire,
Porque cuando respiro siento que el mundo todo entra en mí
Y sale con algo mío,
Por estos poemas que escribo y lanzo al viento
Para alegría de los pájaros,
Por todo lo que soy y rompe el aire a mi paso,
Por las flores que se mecen en los caminos
Y los pensamientos que, desenfrenados, alborotan en las cabezas,
Por los llantos y las rebeliones.
Me felicito porque soy parte de una nueva época
Porque he comprendido la importancia que tiene mi existencia,
La importancia que tiene tu existencia, la de todos,
La vitalidad de mi mano unida a otras manos,
De mi canto unido a otros cantos.
Porque he comprendido mi misión de ser creador,
De alfarera de mi tiempo que es el tiempo nuestro,
Quiero irme a la calle y a los campos,
A las mansiones y a las chozas
A sacudir a los tibios y haraganes,
A los que reniegan de la vida y de los malos negocios,
A los que dejan de ver el sol para cuadrar balances,
A los incrédulos, a los desamparados, a los que han
Perdido la esperanza,
A los que ríen y cantan y hablan con optimismo;
Quiero traerlos a todos hacia la madrugada,
Traerlos a ver la vida que pasa
Con una hermosura dolorosa y desafiante,
La vida que nos espera detrás de cada atardecer
-Último testimonio de un día que se va para siempre,
Que sale del tiempo y que nunca volverá a repetirse-.
Quiero atraer a todos hacia el abrazo de una alegría que comienza,
De un Universo que espera que rompamos sus puertas
Con la energía de nuestra marcha incontenible.
Quiero llevaros a recorrer los caminos
Por donde avanza -inexorable- la Historia.
Porque los amo quiero llevarlos de frente a la nueva mañana,
Mañana lavada de pesar que habremos construido todos.

Vámonos y que nadie se quede a la zaga,
Que nadie perezoso, amedrentado, tibio, habite la faz de la tierra
Para que este amor tenga la fuerza de los terremotos,
De los maremotos,
De los ciclones, de los huracanes
Y todo lo que nos aprisione vuele convertido en desecho
Mientras hombres y mujeres nuevos
Van naciendo erguidos
Luminosos
Como volcanes...

¡Vámonos,
Vámonos,
Vámonos!

Gioconda Belli





* Matthieu Ricard


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