El martes, al final de una comida con un grupo de periodistas, le pedimos a Luis Videgaray una opinión sobre la mariguana. “¿Ustedes piensan que dentro de 25 años estará prohibida en México?”, nos respondió con una pregunta retórica el secretario de Hacienda.
A partir de esa pregunta de Videgaray he tratado de comprender las palabras del presidente Enrique Peña Nieto y su equipo sobre la resolución de la Suprema Corte de Justicia. A partir de la idea de que si el Gobierno sabe que la despenalización de la mariguana se dará inexorablemente, y quizá pronto, por qué no celebrar la “resolución Zaldívar”, tomar la delantera ante los Poderes Judicial y Legislativo y perfilar una política pública sobre lo inevitable: la mariguana estará en nuestras vidas, en nuestras casas.
Pero no. La posición del Gobierno ha sido un incansable repetir que la Corte no legalizó la mariguana, que la decisión no protege ningún acto de comercio o suministro, que se trata de un amparo acotado al autoconsumo y que lo mejor que podemos hacer es ponernos a debatir sobre el tema. Además de exhibir falta de imaginación política, me parece que está dejando ir una extraordinaria oportunidad para proyectarse como una administración liberal del siglo 21.
El presidente Peña Nieto ha reaccionado en contra del creciente 40 por ciento de la población que quiere aprender a convivir con la más mexicana de las drogas. Ha reaccionado como lo pintan sus detractores: insensible, dogmático, autoritario.
–¿Tienen preparada una iniciativa para regular el consumo y la producción de la mariguana? –le pregunto al consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos.
–No. Sería muy apresurado que el criterio de cuatro ministros llevara a una modificación legal inmediata. Lo que sí hay que hacer es analizar todos los puntos de vista, partiendo de la base de que la propia Corte dice que la mariguana sí daña la salud y la salud pública. Porque lo único que dijo la Corte es que la prohibición absoluta para cuatro personas para sembrar para autoconsumo era excesiva.
–¿No es una oportunidad formidable para diseñar una política pública?
–Lo que creo es que este razonamiento constitucional que hace la Corte sobre el libre desarrollo de la personalidad es una oportunidad muy importante para que escuchemos a médicos, psiquiatras, psicólogos, sociólogos. De ese debate vendrá necesariamente la construcción de una política pública de normas que nos permitan encontrar la mejor regulación.
Mientras, el ministro Arturo Zaldívar recorría los medios con una sencilla aclaración: con cuatro amparos más como este, el criterio será general.
Y ocurrirá. Ante un gobierno ultramontano que pateará el bote para no mirar una “realidad terca”. Un gobierno que, comenzando por el presidente Peña Nieto, promedia menos de 50 años de edad. Qué desperdicio de oportunidad.
MENOS DE 140
¿La orden de Los Pinos fue bajar al máximo el perfil de la visita de Raúl Castro? Si es así, enhorabuena: los dictadores no dan lustre.
Leído en
http://www.vanguardia.com.mx/articulo/el-toque-que-el-presidente-pena-nieto-no-se-quiere-dar
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