Hubo una licitación internacional para construir un puente que cruzara el mar Mediterráneo para evitar, así, que los refugiados sirios murieran ahogados al intentar llegar a Europa. Como la construcción sería financiada por todos los países que forman parte de la ONU, se decidió crear un comité especial para coordinar los trabajos. Una vez establecido, lo primero que hizo el presidente del comité fue entrevistarse con cada uno de los constructores que querían el contrato. El primero en llegar fue el chino. –Dígame, señor Chin–Gong, ¿cuál es su propuesta? –Yo contluil puente sencillo sin adornos, pero funcional, en dos años, por 600 millones de dólares: 200 millones para materiales, 200 millones para mano de obra y 200 millones para mía. Entró entonces el italiano: –Io construyo el puente de mármol de Carrara y decorado con bellas figuras renacentistas por sólo 2 mil millones: mil para materiales, 500 de mano de obra y 500 para mí. Finalmente pasó el mexicano: –Mire, no nos hagamos, yo le hago la chamba por 2 mil 600 millones: mil millones para usted, mil millones para mí... ¡y contratamos al chino!
Hay quienes dicen que la corrupción es una cuestión cultural del mexicano y que es imposible erradicarla, por lo que, más bien, deberíamos aprender a convivir con ella. Quienes dicen eso, no tienen la menor idea de lo que realmente nos cuesta la corrupción a todos –sí, a todos– los mexicanos.
Según un estudio que dio a conocer ayer el IMCO, cada año se registran ¡¡¡200 millones de pequeños actos de corrupción!!! Eso significa que todos –sí, otra vez todos– los mexicanos cometemos, por lo menos, una transa una vez al año. Obviamente personajes como el director de Pemex o el director de CFE cometen, ellos solos, los que les corresponden a cientos de mexicanos.
Y lo más grave es que todos terminamos pagando estas transas, pues al haber corrupción, eso significa que quien le está pagando por debajo del agua al funcionario, espera recuperar su “inversión”. Y ahí es cuando, por ejemplo, se inflan los precios por la construcción de carreteras o de escuelas; o, claro, la compra de televisiones para el apagón analógico. Así que aquello de que “el que no transa no avanza”, es una mentira. En realidad, con cada transa, México es el que no avanza.
REPROBADOS
Iban en su nave espacial un alien y su hijito cuando, de pronto, comenzaron a acercarse a la Tierra. El pequeño aliencito le dice asustado a su papá: –Papá, papá, ¿qué es eso? –Eso, hijito, es un satélite. No tengas miedo. –¿Y de dónde es? –De Rusia. –¿Y cómo sabes eso?
–Mira, fíjate, ahí tiene la bandera blanco, azul y rojo y dice “??????”, que es como se escribe en ruso. –¡Aaah! ¿Y ese otro? –Ese es de Estados Unidos. –¿Y cómo sabes? –Pues porque su bandera tiene las barras y las estrellas y dice “USA”. –¡Aaah! ¿Y ese que va allá, papá? –Ese es un satélite mexicano. –¿Cómo lo sabes? –Porque trae la bandera verde, blanco y rojo con el águila devorando una serpiente y dice “puto el que lo lea”.
Por lo visto, en las escuelas mexicanas se han tomado muy en serio eso de que “puto el que lo lea”, pues de acuerdo con los resultados de la prueba que aplicó la SEP, nuestro sistema educativo no sólo está reprobado, sino que está para llorar. Cada año se gastan miles de millones de pesos, ¿para qué? Para darle a millones de niños una educación pésima que no les garantiza su futuro. Los niños de México merecen algo mejor.
¡Nos vemos el jueves!
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/la-tierra-de-las-mil-transas-1447144350
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