Un viejo y querido maestro de periodismo solía recomendar a sus estudiantes abrir los diarios –en la obligada lectura matutina– en la llamada “nota roja”.
Decía el talentoso profesor que antes de buscar las notas y los editoriales políticos, económicos o deportivos, lo recomendable era visitar la realidad de los ciudadanos de a pie.
Y luego de conocer y entender esa realidad –la que muestra la “nota roja”–, la política, la economía y los espectáculos serían vistos por el periodista con otros ojos; los ojos críticos del periodismo. La enseñanza de ese viejo profesor era sabiduría. Nunca le faltó razón.
Luego entendimos –con el ejercicio diario del periodismo político–, que la verdadera sección política de diarios e informativos está en la nota roja; en accidentes, muertes, asaltos, secuestros, levantados, desaparecidos; en la proliferación de la violencia y del crimen organizado; en la respuesta y represión de las instituciones del Estado a los embates del crimen.
¿Y por qué la “nota roja” es la verdadera sección política de diarios e informativos?
Porque buena parte de las tragedias sociales y humanas que reporta la “nota roja” se pudieran evitar si políticos, gobiernos y gobernantes hicieran bien su trabajo. En otras palabras, porque en la práctica la nota roja es la galería de los fracasos, los errores y los horrores de la política, los políticos y los gobiernos.
Y viene a cuento el tema porque resulta estremecedor que el miércoles 11 de noviembre un niño de apenas 5 meses de edad –y que era conducido por sus padres sobre una vieja carreola–, cayó a una coladera sin tapa en los barrios de Iztapalapa, con un resultado fatal.
El menor se ahogó en las aguas negras sin que la familia pudiera rescatarlo.
Pero más cuestionable es que el desperfecto en la infraestructura urbana –coladera sin tapa–, había sido reportada cinco meses antes, sin que a ninguna autoridad delegacional o capitalina le importara reparar el desperfecto, a pesar de que ya habían caído al lugar otro niño –que fue rescatado a tiempo–, y el conductor de una motocicleta, junto con su transporte.
Lo cierto es que a pocos políticos, gobiernos y gobernantes les importa lo que pasa en colonias como Agrícola Pantitlán, Aviación Civil y Pantitlán, en donde viven algunos de los mexicanos más pobres de las zonas urbanas. Esas colonias son verdaderas regiones olvidadas, en donde la política y los políticos aparecen sólo en tiempos electorales para hacer las promesas de siempre.
Eso sí, como la tragedia fue reportada profusamente por informativos mexicanos e internacionales, sólo tres horas después del niño ahogado, el Gobierno del Distrito Federal tapó el pozo. ¿Por qué el Gobierno delegacional respectivo o el GDF nada hicieron con una coladera sin tapa que durante cinco meses fue un peligro para los ciudadanos? ¿Por qué esperaron a que sobreviniera la tragedia?
La respuesta la conocen todos.
Porque los jefes delegacionales y los jefes de Gobierno del DF no llegan a esas posiciones para servir a los ciudadanos sino para servirse de la política para sus ambiciones personales, políticas y económicas; porque lo último que importa es atender las exigencias básicas de los ciudadanos; sea drenaje, pavimentación, alumbrado público, seguridad y agua.
Tragedias como la del niño ahogado en una coladera –y que no mueven la solidaridad de nadie, la movilización de nadie, el reclamo de nadie–, son la mejor prueba de que en la “nota roja” de diarios e informativos se puede ver todos los días el fracaso de la política y los políticos.
Al tiempo.
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/morir-en-una-coladera-1447748706
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