Digna. Intachable. Irreprochable.
Así fue Margarita Zavala como
primera dama durante el sexenio
de Felipe Calderón. Siempre con la palabra precisa, el gesto perfecto, el tono
adecuado. Siempre con la sensibilidad
que a su esposo parecía faltarle con demasiada frecuencia. Por ello los aplausos merecidos y el respeto generado a lo
largo del gobierno calderonista y después de él. Margarita tiene un lugar que
se ha ganado gracias a la discreción. Y
después de los excesos de Marta Sahagún, un papel acotado y recatado por
parte de la pareja presidencial era justo lo que el país necesitaba. Margarita
fue y ha sido eso. La esposa discreta. La
esposa leal. The Good Wife, como la serie de televisión del mismo nombre.
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