jueves, 30 de junio de 2016

Raymundo Riva Palacio - La hora del populismo

La salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea inyectó oxígeno a personas y grupos que aunque antagónicos en muchas políticas, comparten la idea que su mundo funcionará mejor si las naciones se aíslan. Ese fue el grito por el llamado Brexit, reforzado por otros, como el virtual candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, que lo llamó la recuperación de la independencia de los británicos, y reforzó el lunes su llamado a la cremación del Tratado Norteamericano de Libre Comercio, en la víspera de la octava cumbre de los líderes de Canadá, Estados Unidos y México en Ottawa, que no tenía previsto en su agenda hablar sobre el desafío que les ha caído.

El voto británico, aunque millones se sientan hoy arrepentidos, galvanizó también el apoyo de la extrema derecha en Europa que lo respaldó estruendosamente. En un mundo globalizado, aunque se luche por fragmentarlo, todo está conectado. En México, desde una posición de izquierda, hay quien ve en el conservadurismo de otros, la fortaleza de sus argumentos. Andrés Manuel López Obrador, el jefe de Morena y puntero en las preferencias electorales para 2018, es su cara más poderosa. No hay que olvidar que en política, los extremos se suelen encontrar. En un artículo publicado el domingo pasado en The New York Times, el ex primer ministro británico, Tony Blair, explicó:










“Si no logramos repeler a la extrema derecha y a la extrema izquierda antes de que tomen a las naciones de Europa en este temerario experimento, esto terminará de la manera que siempre termina una acción tan imprudente en la historia. En el mejor de los casos, en desilusión; en el peor, en una división rencorosa”. El dilema británico, no es único. Sam Tanehaus, el ex editor del Book Review del Times, escribió un ensayo sobre varias obras bajo el sugerente título “¿Por qué el populismo ahora?”. En él, afirmó, en el contexto de la campaña electoral en su país: “La profunda división en nuestra política parece provenir por el desgaste de los guardianes del orden político contra aquellos para quienes ese orden frena o margina”.

Tanehaus reproduce una párrafo textualmente de un libro: “Los seguidores de los demagogos vienen principalmente de los adultos de clases medias, actualmente en un estado sin precedentes de frustración y temor, amenazados por la humillación, la falta de patrimonio y la pobreza”. Lo interesante de la cita que su autor Arthur Schlesinger Jr., la escribió en su libro La Era de Roosevelt: Las Políticas del Trastorno en 1960, y se refería a la elección de 1936 en Estados Unidos, en la secuela de la Gran Depresión, cuando comenzaba a aparecer un ánimo de descontento populista, que llevó en 1934 al gobernador de Louisiana, Huey Long, a encabezar el movimiento “Distribuyan Nuestra Sociedad de Bienestar”, con el argumento que aquellos años de crisis económica, habían sido producto de la creciente disparidad entre los ricos y los pobres. Long siempre habló de los “pobres del campo”, un discurso que alimentó la cultura de la lucha de clases.

El voto por el Brexit y las reacciones en cadena del conservadurismo, de derecha e izquierda, han convertido el tiempo biológico en tiempo histórico. López Obrador no ha externado una posición sobre el Brexit, pero es como los británicos la semana pasada y Trump: quiere cancelar el TNLC y regresar el modelo de sustitución de importaciones. En febrero de 2014, a punto de arrancar su segunda campaña presidencial, López Obrador se lanzó en un mitin en San Luis Potosí en contra del TNLC –que ya había elaborado en su plataforma electoral de 2006-, al asegurar que había eliminado empleos y generado pobreza.

Revestido de xenofobia, este fue el argumento de los promotores del Brexit, que persuadieron a los baby boomers en la Gran Bretaña, que piensan que la migración dañó su economía e ingresos, y ha sido central en la campaña presidencial de Trump, que le ha generado apoyos de los sectores blancos, protestantes y más racistas de Estados Unidos, que sienten que la migración y el acuerdo comercial con México, les ha robado los trabajos. Es lo mismo que alega López Obrador. Si Trump y López Obrador llegaran a la presidencia en sus países, los congresos enfrentarían sus presiones para derogar el TNLC. No hay duda. En el caso del mexicano, la postura de López Obrador tiene más vertientes.

En aquél mitin potosino dijo que todos los presidentes mexicanos desde 1983, son responsables de traición a la patria y corrupción. Los anteriores no, que incluyen a los mandatarios que más criticados han sido en los últimos 50 años, Luis Echeverría y José López Portillo, de quienes en términos económicos, abreva López Obrador. El tabasqueño no es Trump, pero toca la misma música. La coyuntura internacional favorece este tipo de posturas regresionistas. Hay quien condena estos populismos, pero a quienes lo hacen hay que sugerirles que vean lo que un número creciente de personas, en el otro lado de la geometría, piensan.

Como señaló Tanenhaus sobre los estadounidenses, “hay una revuelta de resentidos contra la política y la economía contemporánea”. Dos elecciones en México, en 2015 y 2016, demuestran que eso también se aplica aquí. Es la hora del populismo. Pero no se aplique peyorativamente. Si esa ideología se anida entre los electorados, es porque las mayorías se han rebelado a la marginación acumulada durante décadas.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa



Leído en http://www.ejecentral.com.mx/la-hora-del-populismo/



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