miércoles, 13 de julio de 2016

Eduardo Ruiz Healy - Bantú, otro asunto que debe avergonzarnos

Los responsables de alguna negligencia en la muerte de Bantú, si es que la hubo, deben ser sancionados.

Ella se comunica mediante un lenguaje de signos, utilizando un vocabulario de más de mil palabras. También entiende el inglés hablado y con frecuencia lleva a cabo conversaciones ‘bilingües’, respondiendo con señas a las preguntas formuladas en inglés. Está aprendiendo las letras del alfabeto y puede leer algunas palabras impresas, incluyendo su propio nombre. Ha obtenido puntajes de entre 85 y 95 en la Prueba de Inteligencia de Stanford-Binet [lo cual significa que su coeficiente intelectual, en términos humanos, es entre promedio bajo (80-89) y promedio (90-109)].











“Ella demuestra una clara conciencia de sí misma al involucrarse en comportamientos auto-dirigidos frente a un espejo, como el hacer caras o examinarse sus dientes, y por su uso apropiado del lenguaje auto-descriptivo. Miente para evitar las consecuencias de su propia mala conducta y anticipa las respuestas de los demás a sus acciones. Se involucra en el juego imaginario, tanto cuando está sola o acompañada. Ha producido pinturas y dibujos que son representacionales. Recuerda y puede hablar de eventos pasados de su vida. Entiende y ha utilizado correctamente las palabras relacionadas con el tiempo como ‘antes’, ‘después’, ‘más tarde’ y ‘ayer’.

“Ella se ríe de sus propios chistes y de los que cuentan los demás. Llora cuando se lastima o queda sola, grita cuando está asustada o enojada. Habla sobre sus sentimientos utilizando palabras como ‘feliz’, ‘triste’, ‘miedo’, ‘disfrutar’, ‘ansioso’, ‘frustrar’, ‘loco’ y, con bastante frecuencia, ‘amor’. Se aflige por lo que ha perdido -un gato favorito que ha muerto, un amigo que ha desaparecido. Puede hablar de lo que sucede cuando uno muere, pero manifiesta inquietud e incomodidad cuando se le pide hablar de su propia muerte o la muerte de sus compañeros. Ella muestra una dulzura maravillosa con gatos y otros animales pequeños. Incluso se ha expresado empatía por los demás que sólo se ven en las fotografías”. Así, en los tres párrafos iniciales de su trabajo The Case for the Personhood of Gorillas, las investigadoras Francine Patterson & Wendy Gordon, presentaron en 1993 a Koko, una gorila occidental de llanura nacida en el zoológico de San Francisco, California, el 4 de julio de 1971, que fue adiestrada por Patterson y otros científicos de la Universidad de Stanford para poder hablar con humanos. Para comunicarse, Koko utiliza poco más de mil signos basados en el lenguaje de señas estadunidense (ASL) y comprende aproximadamente 2 mil palabras de inglés hablado.

Bantú, el gorila de montaña que murió la semana pasada en el Zoológico de Chapultepec bajo circunstancias aún no aclaradas, pertenecía a otra subespecie que la de Koko, pero como poseía características similares, mismas que son descritas en el sitio del World Wildlife Fund (WWF) (www.worldwildelife.org): “Los gorilas muestran muchos comportamientos y emociones similares a las humanas, como la risa y la tristeza. Incluso hacen sus propias herramientas para ayudarse a sobrevivir en el bosque. De hecho, los gorilas comparten 98.3% de su código genético con los humanos, lo que los convierte en nuestros primos más cercanos después de los chimpancés y los bonobos”.

Se estima que en Uganda, Ruanda y la República Democrática del Congo quedan unos 880 gorilas de montaña, lo que signifca que es una subespecie en peligro de extinción. La muerte de Bantú representa un duro golpe a la subespecie a la que pertenecía este gorila nacido en México en 1991. Nuestro país se queda sin gorilas de la montaña machos y solo con tres hembras, lo que anula cualquier posibilidad de reproducción.

Este caso debe ser esclarecido. Los responsables de alguna negligencia, si es que la hubo, deben ser sancionados. Bantú puede haber sido víctima de un asesinato imprudencial, pero asesinato al fin de cuentas.

Este es un asunto más que debe causarnos vergüenza a los mexicanos. De por sí, el haberle dado al gorila el nombre de un importante grupo étnico que habita la parte central y sureña de África ya muestra la poca sensibilidad de los burócratas que así decidieron llamarlo.



Leído en http://www.criteriohidalgo.com/a-criterio/bantu-otro-asunto-que-debe-avergonzarnos-ye5i



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