Rosario Robles es la pieza que aporta la Presidencia de la República para que el PRI gane la elección más importante del próximo año, la del Estado de México.
La Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano del gobierno federal emplea su capacidad y experiencia política en pos de conservar el padrón electoral más importante a nivel nacional, con saldo a favor del tricolor.
Del éxito de su encomienda depende proyecto posterior, su propia candidatura al gobierno de la Ciudad de México.
Robles Berlanga tiene el capital político necesario. Por un lado el afecto y la cercanía con el Presidente Peña Nieto, por otro su conocimiento de las redes mexiquenses y capitalinas para operar clientelas, programas y apoyos dirigidos no a la compra de votos, sino al convencimiento de importantes núcleos sociales de influencia.
Sabe cómo ganar una elección así de compleja y es consciente de que para ello necesita jugar en equipo. La encargada presidencial para el Estado de México debe hacer mancuerna con el gobernador Eruviel Ávila, quien lleva la otra mitad de la ecuación; de él depende conciliar a los interesados y aportar capacidad operativa en el mapa electoral de la entidad.
Ana Lilia Herrera, senadora con licencia y secretaria de Educación estatal, apunta firme a la candidatura priista. Carlos Iriarte, el líder del PRI local, hace lo suyo, mientras Ernesto Nemer, procurador del consumidor, y su esposa, Carolina Monroy del Mazo, no se descartan y juegan a ser factores de decisión y negociación interna.
El diputado federal Alfredo del Mazo, cachorro político de exgobernador, no pierde ilusión, tanto que advierten que si de nuevo lo dejan fuera puede declararse en rebeldía partidista.
Luis Videgaray, mexiquense al fin de cuentas, provoca desde la sombra, fuertes calores políticos; no se descarta como factor sorpresa para la elección del próximo año.
Lo cierto es que las redes de poder que el exsecretario de Hacienda tendió desde su proximidad con el Presidente Peña Nieto están prácticamente intactas y eso se cuenta poco, pero cuenta mucho.
La larga sombra que aún proyecta Videgaray Caso abarca posiciones de gabinete y de staff presidencial, su propio relevo en Palacio Nacional da fe de ello. El cambio de titular del SAT a favor de su excoordinador de asesores, Osvaldo Santín, es un reposicionamiento de la oficina de tributación nacional a un nivel más operativo, no como una limpia y menos como una derrota del caído.
Mientras la economía nacional es azotada por el superdólar de super-Trump, por los recortes presupuestales y la violencia y la inseguridad que tocan a sacerdotes en Veracruz o a ciudadanas españolas en Toluca, la política lucha por sobreponerse a la coyuntura, mirar para adelante, hacer cálculos y combatir futuras derrotas, por más anticipadas que se miren desde la tribuna popular.
urdiales@prodigy.net.mx
Twitter: @CarlosUrdiales
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