El líder izquierdista asegura que someterá a consulta las grandes reformas, ofrecerá empleo a 2.300.000 jóvenes y aumentos a los pensionistas y trabajadores públicos. "Vamos a construir aquí, en la tierra, el reino de la justicia y la fraternidad”, dice
La carrera a la presidencia de México ya ha empezado. Andrés Manuel López Obrador, el gran caudillo de la izquierda mexicana, lanzó este domingo las bases del programa con el que en 2018 concurrirá por tercera vez a los comicios.
La propuesta, de fuerte contenido estatalista, promete “construir aquí,
en la tierra, el reino de la justicia y la fraternidad”. Para ello, el
líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha diseñado un
plan de 50 puntos que pone en cuestión las principales apuestas del presidente Enrique Peña Nieto
y abre las puertas a una revisión penal del pasado. En esta línea,
López Obrador, de 62 años, se compromete a someter a consulta popular
las principales reformas estructurales, incluido el fin del monopolio
estatal del petróleo, y retirar los fueros al presidente y altos cargos
para que puedan ser juzgados por corrupción.
El programa, autocalificado de “austeridad republicana”, no se olvida
de los principales caladeros de voto. Para cada uno tiene su oferta. A
2.300.000 jóvenes en busca de trabajo les promete empleo con sueldo, a
los pensionistas les dobla la asignación y a los trabajadores públicos
les aumenta el salario. Sin entrar en demasiados detalles
macroeconómicos, gran parte de este gasto lo sostiene a partir de los
ahorros que devengará su paquete anticorrupción (medio billón de pesos) y
su apuesta por reactivar la economía agraria y la "soberanía
alimentaria". En este “proyecto de nación” se muestra conciliador con
Estados Unidos y propugna una vuelta a los modos tradicionales de la
política exterior mexicana.
Todo ello conforma un bagaje electoral, a veces moderado y otras de
tono casi eucarístico, que ofrece un inmejorable perfil del candidato y
su ideología profunda. No hay mención al aborto ni al matrimonio
homosexual. Pero sí a “una manera de vivir sustentada en el amor a la
familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad”.
Estos son los principales puntos del proyecto de López Obrador.
Presidencia y corrupción: juicio al jefe de Estado y revocatorio popular
Frente a la corrupción brilla el más puro López Obrador. Maximalista y
jacobino, no deja espacio para la negociación. Es todo o nada. “La
honestidad es nuestra tabla de salvación. Vamos a convertir esta virtud
en forma de vida y de gobierno. Nuestra propuesta es acabar con la
corrupción, no solo reducirla, sino erradicarla por completo. […]
Expreso de forma categórica que cuando triunfe nuestro movimiento no
habrá impunidad”.
Las consecuencias de este declaración de principios pueden hacer
temblar a los dirigentes presentes y pasados. El documento propugna “la
retirada de los fueros al presidente y los altos funcionarios públicos” y
una reforma constitucional que permita juzgar por corrupción al jefe de
Estado en funciones. A esta medida le acompaña otra bomba de relojería:
someter la continuidad presidencial a consulta popular tras dos años de
mandato. “El pueblo es soberano: así como otorga un mandato puede
retirarlo. El pueblo pone y el pueblo quita”.
Este afán de pureza se completa con una llamada a contención general
del gasto corriente, con recortes en sueldos de los altos funcionarios
(a la mitad en el caso del jefe del Estado), venta de la flotilla
gubernamental de aviones y helicópteros, y cancelación de las pensiones
de los expresidentes. Un plan que, a juicio de Morena, permitirá ahorrar
medio billón de pesos. “Estoy convencido de que así como abolir la
corrupción significará toda una revolución social pacífica, la
austeridad republicana se convertirá en ejemplo de rectitud, moralidad y
en la principal fuente para financiar el desarrollo”.
Consulta popular sobre las reformas estructurales
La gran aportación del mandato de Enrique Peña Nieto pende de un
hilo. Las reformas estructurales en energía, educación, impuestos y
empleo serán sometidas a consulta popular si vence López Obrador. Este
anuncio es pura nitroglicerina. Los cambios fueron aprobados gracias un
histórico pacto entre las grandes fuerzas parlamentarias e incluyen
medidas de tanto calado como el fin del monopolio estatal del petróleo o
la prohibición de la compra-venta de plazas docentes. Su reversión
supondría un giro radical en la construcción del Estado mexicano y, en
cualquier caso, abren una espita de inseguridad en los grandes
desarrollos que les acompañan, sobre todo, en la desfalleciente
industria petrolera.
Pese a su alto voltaje, la propuesta encubre una rectificación de los
planteamientos iniciales. En los primeros momentos de la legislatura,
el líder de Morena se manifestó decidido a retirar sin contemplaciones
las reformas estructurales. Ahora ha matizado su posición. “De entrada,
confieso que soy partidario de revertirlas. Tengo suficientes razones
para sostener que no benefician al pueblo, sino que lo perjudican. Sin
embargo, no responderemos a una imposición con otra imposición. Por
ello, se consultará a la gente si las reformas se mantienen o se
cancelan y se respetará la decisión de la mayoría”, señala el documento.
Cooperación y respeto mutuo con Estados Unidos
López Obrador muestra cautela con Estados Unidos. En plena era Trump,
bajo la amenaza de las deportaciones masivas y la ruptura del tratado
de libre comercio, el líder de la izquierda apuesta por un cambio
tranquilo. Política de buena vecindad y beneficio mutuo son las palabras
clave. En este marco, López Obrador propone dar prioridad a la
cooperación para el desarrollo frente a la tradicional colaboración
policial y militar. “Crear empleos en México es la alternativa”, señala.
Un razonamiento muy extendido en los organismos internacionales y que
busca el apoyo económico del gigante del norte.
“No es con asistencia castrense, labores de inteligencia, envíos de
helicópteros y armas, como se remediará el problema de la inseguridad y
la violencia en nuestro país. Tampoco se detendrá el flujo migratorio
con muros, redadas, deportaciones o militarización de la frontera. Los
mexicanos que van a ganarse la vida a Estados Unidos lo hacen por
necesidad, no por gusto. Lo arriesgan todo para tener un trabajo y
mitigar su hambre y su pobreza”, afirma el texto.
En este mismo tono mesurado se expresa López Obrador a la hora de
delinear su política exterior. Un apartado en el que abomina de “las
posturas protagónicas” y regresa a las fórmulas clásicas de la
diplomacia mexicana: no intervención, proscripción del uso de la fuerza y
reconocimiento de la autodeterminación de los pueblos.
Política de endeudamiento cero
La deuda se ha vuelto un indicador de la mala salud de la economía
mexicana. Ya supera el 50% del PIB y los analistas coinciden en que bajo
la amenaza de Trump irá en aumento. López Obrador pone el dedo en la
llaga y apuesta por una política de endeudamiento cero. Para lograrlo
confía ciegamente en la austeridad y su política anticorrupción.
Erradicar esta lacra bastará, según el líder de Morena, para congelar
los impuestos y evitar nuevos endeudamientos.
Empleo con sueldo para 2.300.000 jóvenes en paro
Las encuestas indican que ganará quien capitalice el voto joven. Para
este caladero, que representa el 30% del electorado, López Obrador ha
diseñado una doble oferta. En primer lugar promete reintegrar a los
300.000 estudiantes rechazados por las universidades públicas y dotarles
de una beca de 2.290 pesos al mes. En segundo lugar, ofrece a los
2.300.000 jóvenes que buscan sin éxito trabajo un programa nacional para
contratarles como aprendices con un ingreso equivalente a 1,5 veces el
salario mínimo.
Aumento de las pensiones al doble y mejora de los sueldos públicos
El Estado del Bienestar es una de las grandes aspiraciones de López
Obrador. Pese a los enormes problemas financieros que atraviesan las
arcas públicas, el dirigente de Morena anuncia que duplicará y
universalizará la pensión a adultos mayores (1.100 pesos mensuales como
mínimo), que aumentará el salario mínimo y que mejorara el sueldo de los
trabajadores públicos, incluyendo a maestros, médicos, policías y
soldados.
No al aeropuerto internacional de Ciudad de México
López Obrador no se anda con rodeos en infraestructuras. Rechaza la
construcción del aeropuerto de la Ciudad de México, la mayor obra de la
era Peña Nieto (9.000 millones de dólares) y como sustitutivo propone
dos pistas nuevas en el aeródromo militar de Santa Lucía. También lanza
la idea de conectar la capital con la frontera norte mediante trenes de
gran velocidad y propugna un amplio programa de construcción de vivienda
destinado a generar medio millón de empleos.
Prohibición de los transgénicos y fomento de la agricultura como “valor moral”
López Obrador cultiva un perfil de político cercano al pueblo. A ello
ha contribuido su amor por el campo y sus propias dotes como
agricultor. En cuanto puede, se retira a su quinta de La Chingada
(Tabasco) y desde allí narra sus desvelos cosecheros. Esta clave,
fundamental para entender su personalidad pública, ocupa un lugar
preeminente en el documento programático. No sólo propone como objetivo
la “soberanía alimentaria”, prohibir los transgénicos o reforestar un
millón de hectáreas, sino que eleva el ideal agro a “una forma de vida
sana, con valores morales y espirituales”. “Regresar al campo significa
fortalecer una identidad cultural de la más alta calidad humana”. López
Obrador en estado puro.
Leído en http://internacional.elpais.com/internacional/2016/11/21/mexico/1479684210_316541.html
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