A pesar de su destreza en escenarios y discursos, el candidato panista-perredista Ricardo Anaya Cortés volvió a perder la oportunidad de ofrecer una propuesta de alternativa a los modelos neoliberal del PRI-Meade-Salinas-Peña y populista de López Obrador.
El problema de Anaya es personal, de individualismo metodológico: se niega a operar como una propuesta de grupo y de coalición; inclusive, en su entorno hay entre quejas y decepción porque a nadie hace caso el candidato ni toma en cuenta ninguna sugerencia y en la alianza hay enojo porque no ha encarnado una propuesta: en los debates y en su campaña hay un abuso de egolatría.
López Obrador presenta apenas una leve alternancia de discurso, porque la élite con la que gobernará es la misma que se hizo en el PRI y ayudó en las dos presidencias del PAN. Y Meade no sólo representa la continuidad de proyecto neoliberal Salinas-Peña y del grupo mexiquense.
Si la crisis nacional es de agotamiento del viejo sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional, entonces el futuro del país se moverá entre la continuidad PRI-Meade-Salinas-Peña, la alternancia populista de élite con el priísmo lopezobradorista y la indefinición de Anaya.
Aquí se ha insistido en que la única y última oportunidad de Anaya para desprenderse del segundo sitio, dejar atrás a Meade y acercarse a López Obrador radica en rescatar la idea original del Frente al conseguir un programa común entre el PAN y el PRD basado en la construcción de un nuevo proyecto de nación, el cambio de régimen político como paso para la instauración de una verdadera república y el gobierno de coalición como clave de gobernabilidad.
En esta posibilidad de catapultarle a Anaya el marco político de reforma nacional para encarar la crisis se localiza Miguel Ángel Mancera, quien le dio al Frente la argumentación de gobierno de coalición. Pero extraña que Anaya siga marginando a todos los ideológicos y reformistas del PAN, del PRD y sin partido como Mancera. Lo peor es que Mancera tiene a cargo la agenda de gobierno de coalición, pero Anaya se ha dedicado a marginarlo como si temiera una sombra a su candidatura.
La fuerza política de Anaya no se encuentra en su juventud, su discurso o su papel como debatiente imbatible; el porcentaje de votos acreditado a ese perfil ya tocó su techo; para cerrar la brecha con López Obrador debe ahora definir su propuesta de reforma de sistema/régimen/Estado, de gobierno de coalición y de construcción de un grupo político localizado en el centro-progresismo del espectro nacional.
Las propuestas de Mancera han ido convenciendo a sectores sociales en cuanto a una reforma sin ruptura, al alejamiento de la restauración del viejo régimen priísta con López Obrador y a la continuidad del modelo económico neoliberal dominante desde 1983 que ofrece sólo más pobreza y desigualdad. Sin embargo, Anaya debiera usar el capital político de Mancera en la construcción de una opción de gobierno.
Hasta ahora Anaya ha sido la figura personal y ya no subirá tendencias. La propuesta de cambio de régimen y de gobierno de coalición de Mancera le daría los puntos para darle competitividad a su candidatura ante López Obrador y dejar atrás al PRI-Meade-Peña.
Política para dummies: La política es un oficio de estrategias, no de individualidades.
Si yo fuera Maquiavelo: “Considero capaces de poder sostenerse por sí mismos a los principados que o por la abundancia de hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos”.
Sólo para sus ojos:
http://indicadorpolitico.mxEl problema de Anaya es personal, de individualismo metodológico: se niega a operar como una propuesta de grupo y de coalición; inclusive, en su entorno hay entre quejas y decepción porque a nadie hace caso el candidato ni toma en cuenta ninguna sugerencia y en la alianza hay enojo porque no ha encarnado una propuesta: en los debates y en su campaña hay un abuso de egolatría.
López Obrador presenta apenas una leve alternancia de discurso, porque la élite con la que gobernará es la misma que se hizo en el PRI y ayudó en las dos presidencias del PAN. Y Meade no sólo representa la continuidad de proyecto neoliberal Salinas-Peña y del grupo mexiquense.
Si la crisis nacional es de agotamiento del viejo sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional, entonces el futuro del país se moverá entre la continuidad PRI-Meade-Salinas-Peña, la alternancia populista de élite con el priísmo lopezobradorista y la indefinición de Anaya.
Aquí se ha insistido en que la única y última oportunidad de Anaya para desprenderse del segundo sitio, dejar atrás a Meade y acercarse a López Obrador radica en rescatar la idea original del Frente al conseguir un programa común entre el PAN y el PRD basado en la construcción de un nuevo proyecto de nación, el cambio de régimen político como paso para la instauración de una verdadera república y el gobierno de coalición como clave de gobernabilidad.
En esta posibilidad de catapultarle a Anaya el marco político de reforma nacional para encarar la crisis se localiza Miguel Ángel Mancera, quien le dio al Frente la argumentación de gobierno de coalición. Pero extraña que Anaya siga marginando a todos los ideológicos y reformistas del PAN, del PRD y sin partido como Mancera. Lo peor es que Mancera tiene a cargo la agenda de gobierno de coalición, pero Anaya se ha dedicado a marginarlo como si temiera una sombra a su candidatura.
La fuerza política de Anaya no se encuentra en su juventud, su discurso o su papel como debatiente imbatible; el porcentaje de votos acreditado a ese perfil ya tocó su techo; para cerrar la brecha con López Obrador debe ahora definir su propuesta de reforma de sistema/régimen/Estado, de gobierno de coalición y de construcción de un grupo político localizado en el centro-progresismo del espectro nacional.
Las propuestas de Mancera han ido convenciendo a sectores sociales en cuanto a una reforma sin ruptura, al alejamiento de la restauración del viejo régimen priísta con López Obrador y a la continuidad del modelo económico neoliberal dominante desde 1983 que ofrece sólo más pobreza y desigualdad. Sin embargo, Anaya debiera usar el capital político de Mancera en la construcción de una opción de gobierno.
Hasta ahora Anaya ha sido la figura personal y ya no subirá tendencias. La propuesta de cambio de régimen y de gobierno de coalición de Mancera le daría los puntos para darle competitividad a su candidatura ante López Obrador y dejar atrás al PRI-Meade-Peña.
Política para dummies: La política es un oficio de estrategias, no de individualidades.
Si yo fuera Maquiavelo: “Considero capaces de poder sostenerse por sí mismos a los principados que o por la abundancia de hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos”.
Sólo para sus ojos:
- Recuerde revisar todos los días el sitio www.seguridadydefensa.mx para enterarse de los juegos geopolíticos de poder.
- Adquiera el libro La silla endiablada, de Carlos Ramírez, para informarse de los perfiles de los candidatos presidenciales, en las secciones de libros de las tiendas Sanborns en todo el país.
- Si un indicador del desarrollo es el empleo, Sinaloa acaba de darlo: la tasa de desocupación de 2.4%, contra 3.1% a nivel nacional. Y el dato se completa con la referencia de la ONG México, ¿cómo vamos? sobre la reducción de la pobreza en el estado y su lugar 2 con menor pobreza. El gobierno priísta de Quirino Ordaz debería ser presumido por el candidato presidencial Meade.
- Deprimente la forma en que Margarita Zavala de Calderón está vendiendo su apoyo a algún candidato, claro, al mejor postor, al que le ofrezca más. Con ello confirma que nunca tuvo una seriedad ideológica y que su panismo es acomodaticio. Allá sus seguidores si apoyan en tráfico de votos con algún candidato.
- Famosas últimas palabras: “Esperan que muera para valorarme”: futbolista Hugo Sánchez.
carlosramirezh@hotmail.com
@carlosramirezh
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