viernes, 21 de noviembre de 2014

Francisco Rodríguez - Piel delgada de habitantes de Los Pinos

Con ingenuidad ramplona y ofensiva frente a un país que clama alimento y justicia en todos los órdenes, aparecen los gritos tribales de los tiernos Atracomulcas, heridos en su “honorabilidad”, deprimidos porque les descubrieron enjuagues celosamente custodiados, pidiendo acción ejecutiva contra los “profetas del desastre”.

Sin empacho y sin malla de protección, ensayan un triple salto mortal –que puede resultar otro “arabesco lateral”– y retoman el discurso diazordacista denunciando a “fuerzas oscuras que tratan de desestabilizar al país “, ¡cuando los que lo desestabilizan son ellos!






El descubrimiento de la adquisición de una casa en Lomas de Chapultepec, de manos del contratista constructor favorito del protectorado productor de codiciados enervantes y opiáceos‎, desató los demonios que habitan en la conciencia de los pudibundos, ansiosos de defender su honradez acrisolada.


¡Qué piel tan delgada la de los integrantes de la versión remasterizada de Los Beverly de Peralvillo!‎


¿Qué no saben que en el Altiplano, los medios de comunicación, las redes sociales, la opinión pública y los retoños mandatarios deben y pueden llevarse fuerte, a diferencia de lo que sucede en sus provincias?


¿No les enseñaron sus ancestros –formados en los closets de la Casa del Risco, mansión de Isidro Fabela en el capitalino San Ángel–, que los recios manejos del hombre son consustanciales a la vida política?


¿No recibieron los roces consustanciales a las condiciones agrestes de ingreso que se utilizaban en el Grupo?‎ ¿No fueron advertidos?
¿Por qué se llaman a sorprendidos?


Las reglas del juego en el que se inscribieron fueron redactadas de consuno con sus ancestros políticos, los herederos de Gustavo Baz, Carlos Riva Palacio, Adolfo López Mateos, Carlos Hank González, Juan Monroy, Juan Fernández Albarrán y un largo etcétera.


Favorecerse de los réditos y de la renta económica del país, trae aparejada la obligación de –como decía Adolfo Ruiz Cortines‎– “tragar sapos sin hacer gestos” y no ejecutar ridículos “panchos” a las primeras de cambio, cuando el juego está empezando. No se vale. ¡Están peor que los gazmoños panistas!

¿Y LA LEY NO LES APLICA A ELLOS?

No hay “honorabilidad” que valga, cuando a alguien lo descubren con las manos, literalmente, en la masa. No se puede acudir a la protección del “decoro” o la “privacidad”, cuando está en juego la gobernabilidad del país.


La zona del confort de la “molestia” en la vida personal, no es para que sea habitada por personas que tienen el encargo ciudadano de ser y parecer.


Hay que pensar antes de actuar. Esas son cuestiones del derecho civil, de los daños morales y perjuicios a los pobres particulares. No son conceptos del derecho político que, en este caso, aplica. Aunque no lo sepan allá en el rancho.


Y, ojo, en materia fiscal, de delincuencia organizada, de tráfico de influencias, hablan apoyándose en la Ley de “actos relacionados”, pero no para que les aplique a ellos. A ellos no. A los demás, sí.
¡Ah, y no revolver las paridas con las preñadas!, como eso de recibir regalos de mercachifles que aparentemente dependen de los favores del mandatario. No dejar que los patos le tiren a las escopetas. No permitir que la televisora los absuelva de pecado venial. ¡Qué pena!
Recibidos el sábado anterior a porta gayola por un público dolido por la crisis económica y ciertamente exigente de que se solucione la sarracina en que se ha convertido el territorio nacional,‎ la familia real de Los Pinos se siente ofendida e injustamente conculcada .


Lo primero, ir corriendo a Cuautitlán –fuera de México, como dice el refrán– para ser homenajeado por un gobernante local, Eruviel Ávila, escogido a modo y sujeto desde el inicio de su “mandato” a un escrutinio merecido por sus relajados y atrevidos modos de mando.
Y ahí, entre los besos y abrazos de las mujeres precaristas, obtener el cuerpeo y el afecto multitudinario de la masa informe para gritar a los cuatro vientos que nada detendrá el avance del país. Que los desestabilizadores atentan contra su “proyecto” de Nación.

¡QUÉ CHULA IDEA DE NACIÓN!

¡Chula su idea de Nación! Desarrollada en los dos primeros años para abdicar de la soberanía, exigir la llegada salvífica de los inversionistas extranjeros para extraer a tambor batiente los bitúmenes, y recoger los “moches” que solucionarán los problemas familiares de nuestros dirigentes, de aquí a su enésima generación futura.


¡Chula su idea de Nación!, a través de la cual el Virrey Videgaray colecciona galardones internacionales con cargo a nuestros impuestos, seca la economía nacional, hambrea a la población, destruye la planta productiva y aterroriza a los contribuyentes con su cínica actitud y ofensivo copete.


La exagerada y desbocada voracidad temprana, destruyó para siempre la credibilidad y confianza que la gente tenía en la restauración Atracomulca. Ningún dinero, ni operación política alcanzará para empezar siquiera a pretender levantar el tiradero.


¡Chula idea de Nación al garete!, en la que ninguna autoridad interviene para meter orden a un puñado de revoltosos que lucran en las carreteras con el dolor de las familias agraviadas, que saquean e incendian la escasa tranquilidad y las ínsulas de paz.


¡Chula su idea de Nación!, en la que los cautivos teleauditorios deben fumarse a toda hora del día las insoportables apariciones en pantalla de Oso..rio Chong y pasar el martirio ajeno de sus lagunas disléxicas ‎.
En la que vemos cómo se agigantan los problemas y se empequeñecen los responsables de la procuración de la justicia, de la movilidad, la habitabilidad, la seguridad y la integridad de sus habitantes, entre otras cuestiones urgentes de resolver.


Los causantes cautivos de los chichimecas no nos espantamos de la adquisición por cualquier medio, de una casa del tamaño que esta sea. Nos ofende lo que están –¿o estaban?– haciendo con el patrimonio nacional. La casa es lo de menos.


El desprendimiento mexicano indica que pueden disponer de ella o sus “derechos” como mejor les acomode.


El juicio público ya es irreversible. La moral no se puede despercudir. No existen lavaderos de mentiras.


Se perdió la oportunidad. No hubo golpe de timón. Ni penitencia. Sólo más mentiras y soberbia. ¡Lástima de investidura!


Lo que vimos, en fin, solo fue una nueva versión de Lo que callamos las mujeres. ¡Al cabo, para eso están!, piensan ellos.

Índice Flamígero: Del apoyo de los gobernadores reunidos en la Conago habla hoy el diputado sinaloense Manuel Cárdenas Fonseca en su artículo periodístico: “Fue para ellos mismos”. ¿Por andar en las mismas? Y remata: “El Presidente sabe –eso espero– que un gobierno tirano podrá controlar vidas momentáneamente, pero nunca los pensamientos, jamás las mentes”. + + + Y de la genial pluma de El Poeta del Nopal tomo como propio el siguiente epigrama: “Sin ser un provocador, / algún incendio he causado, / pues mi valioso legado / no vendo al mejor postor; / puedo mirar sin temor / a las personas de frente, / nadar a contracorriente, / gritar sin alzar la voz / y ante el fanatismo atroz / trato de ser muy paciente; / (pero si algún pe…nitente / insulta mi inteligencia / suelo perder la paciencia / y estallar, literalmente)”.


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