Históricamente los ex presidentes de México han sido, muchos de ellos, un dolor de cabeza para sus sucesores. Con excepciones contadas, la mayoría de los hombres que dejaron el poder tuvieron que ser
“reconvenidos” en el mejor de los casos, y en otros hasta exiliados, por el hecho de no haber entendido que el poder había terminado para ellos y que, por más que su “delfín” haya ocupado La Silla, ellos ya no mandaban y que el mando no se comparte.
La regla de oro no escrita entre ex presidentes, del silencio prudente fue pulverizada por Fox en los últimos cinco años. Lo mismo dentro que fuera del país, el ex mandatario suele hacer fuertes comentarios, duras
críticas e imprudentes declaraciones sobre la situación del país o incluso sobre la actuación de su sucesor. ¿A algún ex presidente se le había tolerado tal nivel de intromisión e imprudencia política? ¿Por qué
Felipe Calderón, que no es precisamente el más ecuánime ni el más sereno de los presidentes ha soportado tal nivel de impertinencia de su antecesor, sobre todo cuando al actual mandatario se le conoce por su
carácter impulsivo y su sabida mecha corta?
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