Dos virtudes tiene el libro De frente, del senador Carlos Navarrete: una prosa sencilla y atractiva, y capacidad para ordenar y narrar momentos de la historia reciente que uno imaginaría ocurrieron, pero, me parece, no habían sido documentados de esta manera.
Lo hace con la pírrica reforma de Pemex de 2008, el descongelamiento de la relación pública del PRD con el presidente Calderón y, de manera especial, con las dramáticas semanas del conflicto poselectoral de 2006.
Son episodios que, quiérase o no, giran en torno de Andrés Manuel López Obrador, con quien Navarrete ha tratado de ser muy delicado en De frente.
La noche previa a la toma de posesión de Felipe Calderón, cuenta Navarrete, entonces ya coordinador de los senadores del PRD, fue alertado por el coordinador de los diputados del partido, Javier González Garza, de que varios legisladores se habían pertrechado en el salón de plenos de San Lázaro con bombas lacrimógenas. López Obrador los presionaba para que el “espurio”, el “pelele”, no rindiera protesta.
“—Nos llegó el momento, Andrés. ¿Cómo quieres que lo impidamos? ¿Qué hacemos mañana? —le preguntó Javier”.
“—Ustedes saben, Javier —le contestó—. Yo lo único que quiero es que no haya normalidad mañana, que no sea un acto normal, porque en el país no hay normalidad política, el país está en la incertidumbre. Lo demás, ustedes decídanlo con los grupos parlamentarios”.
Así se daban las órdenes. Que no haya normalidad, porque con normalidad Calderón se afianza, sería frase de batalla de López Obrador en los siguientes meses. Navarrete la fue entendiendo a su manera. Hasta convertirse en un “traidor” a la causa del “presidente legítimo”.
Buena historia, buen libro.
Lo mismo en http://impreso.milenio.com/node/9058383
Agredecimiento a Zurupo que ayer posteó la columna del día de ayer de este periodista.
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