sábado, 10 de diciembre de 2011

Raymundo Riva Palacio- De políticos y narco



PRIMER TIEMPO: Al cuarto para las 12, la revelación. Mucho tiempo tardó el secretario de Seguridad Pública Federal Genaro García Luna para cumplir una cita y corregir un capítulo de la historia que le han construido para desacreditarlo. Pero finalmente, después de casi una década de que fue perseguido por Alejandro Gertz Manero, afrontó públicamente lo que ha venido arrastrando desde que como secretario de Seguridad Pública del presidente Vicente Fox, lo persiguió para meterlo a la cárcel. ¿Qué llevó a Gertz Manero a perseguir a García Luna, a su entonces jefe Wilfrido Robledo y a otros funcionarios que hoy combaten, exonerados plenamente de la acusación de quien manejaba la seguridad pública foxista, a la delincuencia? Nadie sabe sus motivaciones, pero tampoco nadie trata de explicarlas. García Luna tampoco. Lo que sí recordó, al presentar su libro sobre el nuevo modelo de seguridad, es que fue él quien destruyó el sistema policial. El sanguíneo diputado del Movimiento Ciudadano destrozó el esquema de cooperación multipartidista para combatir a los delincuentes, y descabezó la jefatura que se encargaba del combate al narcotráfico. Gertz Manero siempre lo ha refutado con gritos y amenazas que buscan intimidar, y siempre ha lanzado acusaciones a sus sucesores que no pudo encarcelar. García Luna decidió ponerle un freno. Más allá de los calificativos que le endilgó, citó la documentación sobre sus resultados en el tiempo que fue secretario: cero detenidos por secuestros, cero detenidos por narcotráfico, cero detenidos por delincuencia organizada, un récord paupérrimo de quien ahora quiere ser senador. García Luna dijo que pensaban que era imposible que el esquema policíaco construido durante años, fuera destruido. Pero con Gertz Manero eso sucedió al perderse capacidad humana, corromperse el sistema y contaminarse el sistema penitenciario. El terrible paso de Gertz Manero por la Secretaría no podía concluir sin la cereza: a quien se le escapó Joaquín El Chapo Guzmán de la cárcel, fue a él, a nadie más. Gertz Manero tiene ahora la palabra. Que se defienda, pero no con sus acostumbrados gritos, sino con datos en la mano, si es que puede.

SEGUNDO TIEMPO: Una semana completita de apriete de tuercas. Comenzó el domingo, siguió el lunes, y el martes, miércoles, jueves y viernes. El presidente Felipe Calderón y su gobierno no dejaron de denunciar la presencia del narcotráfico en las elecciones. Calderón tomó el ejemplo de Michoacán para fortalecer su reclamo, y cuando se le fueron encima los partidos, declaró con frescura que él no señalaba a nadie, y que cada quien que así lo quisiera, se pusiera el saco. El PRD, que tantas deudas pendientes tiene en Michoacán por sus militantes bajo sospecha de vínculos con el narcotráfico, prefirió adoptar un bajo perfil. El PRI saltó a la cancha para enfrentarse al Presidente, quien reviró que cualquier partido debería de alarmarse por lo que sucedió en Michoacán, donde 50 aspirantes a cargos de elección popular, del PRI, PRD y PAN, no pudieron contender por las amenazas del narcotráfico. Tapizaron de críticas a Calderón, pero no reculó. Al contrario, profundizó sus críticas y urgió a todos los actores políticos a sumarse a la denuncia, con un fraseo que sugirió que aquellos no lo hicieran, podrían ser cómplices, cuando menos, por omisión. Como tantas veces antes, sus adversarios no han terminado de leer las amenazas en sus palabras. En camino vienen varias averiguaciones previas sobre lo que sucedió en las elecciones en Michoacán, donde el tema de la narcopolítica se empieza a preparar para una nueva función. La PGR no terminará pronto, sino en tiempos que coincidirán con las campaña presidencial. Ya hubo un Michoacanazo y, a decir por las palabras presidenciales, se avecina otro. Calderón ya pintó la raya de la discusión pública de los próximos meses: narco y políticos, sin importar a quién afecte, y sin reparar a quién embarra.

TERCER TIEMPO: Cuando se ponen histéricos, no piensan. Las denuncias sobre la participación directa de los cárteles de la droga en las recientes elecciones en Michoacán, pusieron a bailar al PRI, que respondió desde diferentes trincheras al presidente Felipe Calderón, que sin mencionarlos por nombre, sugirió que fueron quienes ganaron, no los que perdieron, los beneficiados de las acciones de los criminales. El primer gallo tricolor en responder fue Enrique Peña Nieto, urgido de dejar atrás su pifia literaria, quien respondió a Calderón para encontrar sólo su desprecio. Le mandó al subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación para que se hiciera cargo de la escaramuza. Es decir, peso ligero para minimizar al peso pesado del PRI. Habló Cristina Díaz en su calidad de presidente interina del partido, y nadie se dio cuenta de su nada. Luego lo hizo Pedro Joaquín Coldwell, nuevo líder nacional del partido, pero fue blandengue. Los priistas traen movido el centro de gravedad y no reaccionan con inteligencia. Si se revisan los resultados en Michoacán, si bien ganó el PRI la gubernatura, el partido que más avanzó electoralmente fue el PAN, y en la región de Tierra Caliente, donde se centraron parte de las amenazas del narco, los panistas arrebataron espacio a sus adversarios y el PRD, que dominaba la zona, aumentó su predominio. Los datos electorales contradicen a los dichos presidenciales. Pero los priistas no reaccionan. La batalla que escogieron fue la que les propuso el Presidente, el de la retórica, no la del contraste; la del grito, no la de la reflexión. Bajo esos términos, no hay duda que quien va ganando es el inquilino de Los Pinos, y sus víctimas políticas están vestidas con el uniforme tricolor. Bienvenidos, pues, a 2012.

Leído en http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=102290

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