De no ocurrir algo extraordinario, esta tarde, cuando se abran los sobres con los resultados de las tres empresas encuestadoras, Miguel Ángel Mancera será designado ganador y candidato de las izquierdas al Gobierno del DF.
Digo de no ocurrir algo extraordinario, porque en todas las encuestas levantadas en lo que va del año, el ex procurador registra una clara ventaja sobre los otros cuatro precandidatos. Sería incomprensible, e inexplicable, que mediciones aplicadas en el mismo tiempo y espacio arrojaran esta tarde resultados diferentes.
Y aunque en el PRD siempre puede ocurrir cualquier cosa, creo que la nota no estará en quién ganó, sino en quiénes harán acto de presencia para levantarle la mano a Mancera.
Para como se sienten los ánimos parece poco probable la reedición de aquella imagen de noviembre en que Marcelo Ebrard reconoció, incontrovertiblemente, que Andrés Manuel López Obrador le había ganado.
Tal vez nos llevemos una sorpresa y veamos a Gerardo Fernández Noroña saludando la victoria de Mancera. O una sorpresa mayúscula si lo hacen Martí Batres y Joel Ortega. O quizá ocurra lo inimaginable y la ofendidaAlejandra Barrales aparezca regalando la mejor de sus sonrisas.
Hay lujos que la izquierda no puede darse en 2012. El más significativo, debilitarse en la capital de la república. Hoy se verá qué tan unidos están y qué tan hábiles han sido para no ser aplastados por sus desconfianzas y odios. Más vale que López Obrador y Ebrard hayan amarrado a sus loquitos.
Enrique Peña Nieto y Beatriz Paredes serían los primeros en celebrar jubilosos la “fractura” en La Meca de las izquierdas. Y no serían los únicos, desde luego.
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