lunes, 23 de enero de 2012

Gómez L - Elba Esther le daba ahora números rojos a Peña Nieto



La reconstrucción más creíble de la ruptura del PRI con Nueva Alianza pasa por la aritmética. Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto, lo dijo con claridad: “No es un asunto de personas, obedece al análisis global de la posición competitiva de cara a la elección”.
El propio Peña Nieto reveló que al revisar el acuerdo de finales del año pasado “hubo puntos irreconciliables”. Es difícil aceptar, por tanto, el discurso panalista que apunta a una presión de los dinosaurios del PRI para rebajarles las posiciones pactadas, en especial las candidaturas al Senado de la hija y el yerno de la maestra Elba Esther Gordillo, Mónica Arriola y Fernando González.
Realpolitik, en octubre y noviembre, la maestra y Nueva Alianza valían tres, cuatro puntos rumbo a la elección de julio de 2012. A finales de enero ya no los valen. Es cuestión de expectativas.
Peña Nieto y los suyos sacaron la calculadora, sumaron los hipotéticos apoyos del sindicato magisterial, su capacidad de operación y movilización, etcétera. Luego restaron la inconformidad que las candidaturas del Panal estaban ocasionando en el PRI, el desprestigio de la marca elbista, etcétera. El saldo dio números rojos.
El principio de crisis en el PRI de Chiapas y lo complicado que se pusieron los procesos en Tabasco y Morelos marcaron la pauta para reconsiderar los acuerdos y tomar la decisión.
“Nos necesitaban en algunos estados para ganar”, dijo el presidente de Nueva Alianza, Luis Castro Obregón, al vaticinar que la ruptura con el PRI triplicaría su votación. Difícil de creerlo. Pero, a fin de cuentas, no es lo prominente.
Lo crucial será ver si Peña Nieto y su PRI acertaron en las cuentas.

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